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Catalunya derivó a la sanidad privada a 3.000 pacientes de otras enfermedades durante la primera ola

Personal sanitario de una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) para enfermos de coronavirus.

Pol Pareja / Victòria Oliveres

29 de diciembre de 2020 22:17 h

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La presión hospitalaria durante la primera ola de la pandemia no solo obligó a derivar pacientes de coronavirus a la sanidad privada. El sistema público catalán, colapsado, también desvió a 3.000 pacientes de patologías que no tenían nada que ver con la COVID-19 ante la incapacidad de atenderlos en los centros públicos, según datos oficiales obtenidos por elDiario.es.

Entre marzo y octubre de 2020, el departamento de Salud gastó más de 1,2 millones de euros en 2.936 derivaciones al sistema privado por patologías que no estaban relacionadas con la pandemia. La mayoría de derivaciones fueron atenciones en urgencias y estancias hospitalarias postoperatorias, aunque también se desviaron operaciones de cáncer, instalaciones de prótesis, pruebas médicas como endoscopias e intervenciones cardiovasculares.

El coste económico total de estas derivaciones es muy pequeño comparado con los traslados de pacientes de COVID-19 a los hospitales privados, que solo entre marzo y junio de 2020 supusieron un coste de 16,8 millones de euros para el erario catalán, según los datos obtenidos y publicados por esta redacción. Hasta la fecha, sin embargo, las derivaciones por enfermedades que no estaban relacionadas con el coronavirus no se habían hecho públicas.

La presión asistencial que ha supuesto la pandemia se ha notado en todos los flancos. Las visitas a los especialistas se han reducido un 33% en lo que va de año y las pruebas diagnósticas han bajado un 27%. A finales de octubre se habían hecho casi 3.000 operaciones oncológicas menos que en el mismo periodo del año anterior. Si bien las intervenciones más urgentes se mantuvieron, los datos obtenidos muestran que fue a costa de derivar algunas operaciones y pruebas diagnósticas a la sanidad privada. 



Entre marzo y octubre de 2020 se derivaron 277 operaciones a la sanidad privada, con un coste de casi 600.000 euros. De estas intervenciones, 15 fueron operaciones oncológicas -6 de cáncer de recto, 9 de pulmón- y 55 fueron operaciones ambulatorias, cuyo ingreso en el hospital supone menos de 24 horas e incluye intervenciones de mama, tiroides, anales o quistes y pequeños tumores. También hubo 11 derivaciones al hospital de día, que suelen ser tratamientos que implican transfusiones o quimioterapia, entre otros factores.

Las pruebas diagnósticas e intervenciones relacionadas con enfermedades cardíacas también ocuparon buena parte de las derivaciones, con un coste que superó los 61.000 euros y entre los que se incluyen cateterismos y la instalación de un desfibrilador automático en un paciente. Durante el mismo periodo hubo también 34 desviaciones relacionadas con la instalación de prótesis de todo tipo, con un coste de casi 53.000 euros. 

Prácticamente la mitad de las derivaciones a la privada -1.365- fueron visitas a urgencias que no estaban relacionadas con la pandemia. El coste de estas desviaciones fue de 125.580 euros, con un coste de 92 euros por cada visita de urgencias que se desvió desde el sistema público.

Completan la lista de derivaciones los 656 pacientes que realizaron una larga estancia en una residencia privada, con un coste total de más de 43.000 euros, y los 369 pacientes de media estancia -inferior a 45 días- que fueron derivados a un centro privado para recuperarse de alguna intervención, con un coste total de 34.283 euros. 

El grupo Asepeyo, el que más facturó

La facturación de las empresas privadas por estas derivaciones fue desigual. El grupo Asepeyo, con decenas de centros asistenciales repartidos por toda Catalunya, es el que más facturó al departamento de Salud con casi medio millón de euros (463.242,99). El 72% de todas las derivaciones de urgencias a la sanidad privada (991 pacientes) fueron a este grupo médico, donde también se realizaron 155 cirugías.

En el ránking de facturación le sigue el Hospital de Barcelona, que absorbió buena parte de las derivaciones que implicaron operaciones quirúrgicas (79 intervenciones) incluyendo todas las cirugías oncológicas. Este centro facturó al Govern más de 300.000 euros durante el periodo mencionado. La otra clínica que más facturó por estas desviaciones fue la Corachán, que cobró más de 144.000 euros por por la atención de 249 pacientes.



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