La ampliación del puerto de València se come 70 metros de las playas del sur y supone un “riesgo inminente” para la Albufera
“El tramo que discurre desde el sur del puerto de València hasta el cabo de Cullera se encuentra en un estado de regresión grave debido principalmente a la falta de aportes sedimentarios del río Turia y de la costa al norte del puerto, al efecto sombra y de difracción que provocan las obras de abrigo de este puerto y al transporte de sedimentos longitudinal continuo neto hacia el sur que provocan los temporales más energéticos”.
Así de contundente arranca el proyecto de 'Regeneración de las playas del Saler y Garrofera (Valencia)' que la Demarcación de Costas de València, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, ha sacado a información pública durante 30 días, junto a su correspondiente estudio de impacto ambiental.
Este documento oficial pone el foco en el crecimiento del recinto portuario como uno de los principales responsables de la erosión de las playas del sur que amenaza seriamente al Parque Natural de la Albufera. De hecho, la actuación supondrá una inversión de 28,5 millones de euros por parte del ministerio.
Según el documento, “se ha detectado un retroceso generalizado de la línea de costa a lo largo de todo el frente costero desde el puerto de València hasta el cabo de Cullera. El retroceso sufrido desde 1965 hasta la actualidad llega a alcanzar hasta 70 metros en las zonas más erosionadas”.
En este punto, profundiza en los principales causantes de esta situación: “la construcción del puerto y sus posteriores ampliaciones, el plan sur de València en el que se definía el nuevo trazado del río Turia y el plan urbanizador entre 1965 y 1981 que supuso la construcción de 40 bloques de edificios, carreteras y un paseo marítimo en sustitución de la primera alineación dunar”.
La principal consecuencia de todos estos factores es que “en la actualidad el proceso regresivo amenaza, de forma especial, a los ecosistemas de la Dehesa, por el estrechamiento de la restinga que cierra la Albufera, por lo que se hace necesario intervenir para evitar que continúe su desgaste, suponiendo un riesgo inminente para la conservación de los hábitats que constituyen el ecosistema del Parque Natural de la Albufera”.
Ante esta situación, el proyecto plantea como objetivo “la restitución de la línea de orilla actual a su posición en el año 1965 mediante el vertido de 2,4 millones de metros cúbicos de arena procedente de un yacimiento submarino ubicado frente al litoral valenciano y la prolongación de la Gola del Puchol que permitirá el apoyo del material vertido”.
De esta forma, “el ancho de playa seca se verá incrementada hasta en 70 metros en las secciones más comprometidas y por consiguiente supondrá la protección del Parque Natural de la Albufera situado en el trasdós de las playas objeto de la actuación”, en concreto, las del Arbre del Gos, el Saler y la Garrofera.
El proyecto cuenta con un estudio de impacto ambiental, también en información pública, tiene un plazo de ejecución de seis meses a partir del inicio de las obras y supondrá la limitación del uso de las playas por parte de los bañistas durante la ejecución de los trabajos.
Al mismo tiempo, el puerto de València sigue adelante con su proyecto de ampliación norte, cuya primera fase que incluye los diques de abrigo, ya está ejecutada.
En cuanto a la segunda fase, se ha sacado a concurso recientemente la construcción y explotación, en régimen de concesión administrativa, de la nueva terminal de contenedores, que supondrá modificar el proyecto inicial al trasladarse la terminal de cruceros a los astilleros de Boluda, eliminar un contradique y prolongar 500 metros el actual dique de abrigo.
Pese a estos cambios, la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) descarta realizar una evaluación de impacto ambiental al considerar que legalmente no es preceptivo y que la elaborada en el año 2007 cuando se presentó el proyecto sigue siendo válida.
El presidente de la APV, Aurelio Martínez, ya explicó que, según la legislación, cuando se modifica un proyecto solo es preceptivo un nuevo informe ambiental simplificado si los cambios en los diques exceden las aguas de abrigo, es decir, si van mar adentro.
“En este caso se trata de una actuación en el perímetro interior del puerto que no tiene impacto en el exterior, además de que el cambio no requiere de más recursos materiales, sino menos de los previstos”, ha asegurado.