Ni PSOE ni Podemos proponen el pacto del Botànic que usan como ejemplo para pedir “mestizaje”
Desde su candidatura frustrada a presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez ha emplazado esta semana al líder de Podemos, Pablo Iglesias, a apoyar un cambio sostenido en el “mestizaje ideológico”. El candidato del PSOE señaló: “Estamos obligados a mezclarnos”. Al tiempo que advertía de que, para desplazar al PP, “no hay una suma de partidos de la misma ideología” porque “la izquierda no suma”. Era su argumentación para apuntalar un pacto insuficiente con Ciudadanos.
Iglesias, a su vez, al rechazar la investidura, lo calificó de “incongruente” porque no se puede llegar a “acuerdos políticos” entre “opciones ideológicas completamente distintas”. En un sentido similar se pronunció la dirigente política que puso en circulación el término, Mònica Oltra, de Compromís, quien consideró que Sánchez “no lo ha entendido”. Según Oltra, el “mestizaje” del Gobierno valenciano, que preside el socialista Ximo Puig y del que ella es vicepresidenta, “supone la construcción de un proyecto plural entre formaciones políticas compatibles”. En cambio, “el mestizaje entre formaciones y propuestas incompatibles da como resultado aberraciones”.
El Pacto del Botánico, que en junio de 2015 dio pie a un gobierno de izquierdas en la Generalitat Valenciana formado por el PSPV-PSOE y Compromís y apoyado parlamentariamente por Podemos, ha servido de referencia a los sectores favorables a un acuerdo de progreso en España, en lo que se ha denominado “la vía valenciana”. Pero ni Sánchez, ni Iglesias, cuyo partido concurrió a las generales con la coalición de Oltra, comparten exactamente la concepción del “mestizaje” que funciona en la práctica de las instituciones valencianas. Uno porque lo usa para justificar su pacto con Ciudadanos, el otro porque en su intempestiva propuesta de Gobierno -en la que sí imitó a Oltra al postularse como vicepresidente- hizo un reparto de carteras previo a cualquier acuerdo de programa. Ni uno ni otro parecen haber entendido que el de la “vía valenciana” es un mestizaje del poder fruto de un acuerdo programático previo, algo que va más allá de un mero reparto. Solo en la segunda sesión de la investidura Iglesias invitó a Sánchez a hacer un gobierno “a la valenciana” entendido como aquel en el que se “asume que las decisiones van a tomarse conjuntamente”.
Después de varias semanas de incertidumbre y episodios de fuerte tensión por la aspiración de Puig y Oltra a la presidencia, el Acuerdo del Botánico se desbloqueó tras alcanzar un documento consensuado en cinco grandes áreas que está sirviendo de hoja de ruta a la Generalitat. Ese día Oltra convocó a los medios y asumió por primera vez que Puig sería presidente. La dirigente de Compromís propuso entonces un gobierno en el que el PSPV-PSOE (que tiene 23 diputados), Compromís (19 diputados) y Podemos (13) estuvieran representados en proporción a sus votos, con cuatro carteras cada uno de los dos primeros y dos consellers el partido del círculo. El dirigente de este último, Antonio Montiel, optó al final, -debido a la política de Iglesias de no entrar entonces en ningún gobierno-, por limitarse al apoyo desde las Corts Valencianes.
Fue en ese momento cuando Oltra rechazó que el nuevo Consell se convirtiera en un conjunto de “reinos de taifas” y abogó por la “cooperación, el mestizaje y la unidad”. Si Podemos no quería entrar en el Ejecutivo autonómico, explicó, sus dos carteras las ocuparían independientes, como así ha sido (lo son la titular de Medio Ambiente, Elena Cebrián, y la de Justicia, Gabriela Bravo). Y añadió que el segundo escalón de las conselleries estaría ocupado por gente de partidos diferentes al del conseller. Además, el Gobierno sería paritario, con cinco mujeres y cinco hombres.
El mestizaje es hoy una realidad en la estructura de la Generalitat Valenciana y, a excepción de la presidencia y la vicepresidencia, en todos los departamentos se mezclan secretarios autonómicos, subsecretarios o directores generales del PSPV-PSOE, de Compromís o independientes. Los resultados del experimento son mejores en algunos casos que en otros. En ningún caso milagrosos. Y aunque se han producido algunas tensiones por ese juego de contrapesos, tanto Puig como Oltra, que ejerce de portavoz del Consell, se han aplicado a disipar cualquier imagen de división. Por ello se ha asumido que el “mestizaje” es una característica destacada de la política valenciana del cambio tras más de dos décadas de hegemonía del PP.
De momento, ni Pedro Sánchez ha dejado entrever que esté dispuesto a compartir la mesa del Consejo de Ministros en un Gobierno de coalición (solo ha hablado de apoyos a su investidura), ni Pablo Iglesias se ha declarado partidario de otro “mestizaje” que no sea reclamar su cuota al repartir con el PSOE -y eventualmente, con Izquierda Unida y alguna “confluencia”- las carteras ministeriales y el control de ciertos organismos públicos. Pero el portavoz de Compromís en el Congreso, Joan Baldoví, ha abogado por rebajar el tono de los reproches entre los líderes del PSOE y de Podemos tras este primer intento de investidura, convencidos como están en su formación de que los dos meses de plazo hasta una eventual repetición de las elecciones generales pueden permitir que en España, con todos los matices de una aritmética mucho más compleja, se abra una vía “mestiza” como aquella por la que ha empezado a circular la política valenciana.