Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
¿Pueden convivir la serpiente y el conejo?
Fue curioso. Todos los medios impresos, tanto de Madrid como de Euskadi, destacaban este martes como noticia la petición de los partidos vascos a Bildu de hacer una reflexión ética tras lo sufrido durante cuarenta años por un terrorismo presente hasta el 2011 mientras 'Gara' dedicaba toda una página, con fotografía de Otegi, a pedir al PNV “que ponga en la Mesa el nuevo estatus”. “Déjense de gaitas manidas y vayamos al meollo de la cuestión que no es otro que el derecho a decidir”. Al parecer será su eje de actuación política, su seña de identidad ante el cariz que han tomado los acontecimientos para ese frente de izquierdas que tanto Bildu como Podemos, con coqueteos del PSE, trataron de ir poniendo en marcha hace solo tres meses.
Fracasado el intento se va a lo más fácil para un partido de oposición. Buscar la confrontación nacional con España a semejanza de lo que ocurre en Catalunya sin que esta demanda suponga el menor coste político para una Izquierda “abertzale” reconvertida en “independentista” y necesitada como agua de mayo que no se conozcan ni se exterioricen sus contradicciones ni intimidades. Como en los pequeños pueblos en las Fiestas. Si falta el pregón, pongamos fuegos artificiales.
Se ha cumplido estos días el treinta aniversario de la desaparición de la Unión Soviética. Aquel año 1991 fue un año muy convulso en la antigua URSS ya que en el mes de agosto se le había dado a Gorbachov un golpe de estado para, al de poco, reponerle en el Kremlin. En ese clima y en diciembre, de aquel año una delegación parlamentaria del Congreso de los Diputados, presidida por Txiki Benegas, viajamos a Moscú a mostrarle al entonces líder de la Unión Soviética nuestra solidaridad. Fue un viaje histórico pues fuimos la última delegación extranjera recibida en aquella fortaleza antes de que se arriara la bandera de la hoz y el martillo y se izara la bandera rusa.
Estuvimos tres días y nos recibieron en el Kremlin Gorbachov y Yeltsin. Nos encontramos con dos personalidades extraordinarias viviendo un momento tenso y singular. Gorbachov no terminaba de dar el paso definitivo a su perestroika mientras estallaban las repúblicas. En el caso de Yeltsin todo era optimismo e ideas claras. Nos dijo: “Aquí ya no usamos la palabra perestroika. Eso estuvo bien en los años 85 y 86, donde se hizo mucho en el campo de la liberalización, de la apertura. Después los dirigentes comunistas y, Gorbachov con ellos, se embarcaron en medidas paliativas, tratando de unir algo que no puede convivir, el comunismo, el mercado y la propiedad privada. Es como tratar de que convivan la serpiente y el conejo. Rusia tiene 150 millones de habitantes, 16 repúblicas autónomas, cinco regiones y diez comarcas autónomas. Somos por tanto los más interesados en la firma del Tratado de la Unión y también queremos sanear la economía, pero no queremos la dictadura del centro”.
Sus tesis terminaron prosperando y la URSS desapareció aunque Putin trate de resucitarla pero la imagen de la serpiente y el conejo me pareció muy gráfica y aplicable al mundo sucesor de ETA. Y es que Otegi quiere que convivan la serpiente y el conejo, con el hacha enterrada. Incluir a Pla en la ejecutiva, aplaudir a Miklel Antza, seguir con los 'ongi etorris' o no poder controlarlos, reconocer los méritos de Troitiño mientras se felicitan las Pascuas, se exige todo lo exigible a Osakidetza y un pavo más, se trata de engullir a Podemos mientras se negocian en Madrid unos presupuestos que incluyen al Ejército y la Casa Real y en Euskadi el tren de alta velocidad y más cemento. O se termina en una esquizofrenia absoluta o se van tirando millas si el personal lo admite y los partidos democráticos sigan apoyando esta falacia. Pero es una apuesta con fecha de caducidad.
En el décimo aniversario de la desaparición de ETA, Arnaldo Otegi y Arkaitz Rodríguez escenificaron en Aiete un acto que en el fondo fue una farsa. Venían a decir que sentían el dolor de las víctimas y que aquella violencia nunca se debió haber producido. Al día siguiente, sobre todo el PSE, quizás impelidos en blanquear a su socio presupuestario madrileño, alabaron desorbitadamente la declaración hasta cuando, al día siguiente en Eibar, se descubrió la verdad. Aquello no era un mea culpa sino pura 'realpolitik' de todo a cien explicado por Otegi en la estrategia de presos por presupuestos y dar la patada al avispero. Posteriormente todo han sido dimes y diretes, desmentidos y proclamas, arroz con pollo y con calamares. Una perestroika tratando de que convivan la serpiente y el conejo, pero como esa imagen es tan impresentable, las víctimas reclaman contundencia y a Sánchez le ensucia el apoyo de Sortu, ha ido creciendo esa presión hacia Otegi para que dé un paso que no va a dar: que reconozcan el daño causado y lo injusto y estéril de aquella lucha armada sin alma. No lo harán. Pretenden que siga conviviendo la serpiente y el conejo.
Decía Groucho Marx que no formaría parte de un club que le admitiera a él como socio. Sin embargo, Otegi pretende exactamente lo contrario que es llegar a la presidencia de ese club. Que le admitan sin costo alguno, sin pagar cuota y sin cumplir los estatutos creyendo que con el simple respaldo de un medio como 'Gara' y lanzando bravuconadas la cosa está hecha. De ahí que lancen ahora la nueva especie de que la máxima prioridad no es la ética sino el derecho a decidir, en benemérita tinta de calamar como la gran iniciativa navideña.
En Aiete, en esa exposición pública, Sortu descartó la presencia de Eva Blanco, secretaria general de EA que teóricamente forma parte de la plataforma Bildu con lo que nos estaba diciendo que Bildu es Sortu, mucho más cuando todo el proceso de EA, por culpa de Sortu y su intento de dilución, está judicializado. Engullir a EA como lo han hecho solo es demostrativo de una forma de proceder autoritaria y propio de los partidos comunistas que tras sacar todo el jugo a un compañero de viaje lo dejan tirado en la orilla.
La declaración de Yeltsin en el Kremlin sobre la imposible convivencia de la serpiente y el conejo es una buena lección práctica que Otegi debería aprender, algo que no hizo Gorbachov y por eso quedó eliminado de la acción política. Lo malo es que Arnaldo Otegi, Arkaitz Rodríguez y demás prebostes de Sortu creen que sí. Que no solo pueden convivir sino que al final la serpiente será la dueña del Paraíso.
Es un pulso interesante para el 2022. Veremos quién lo gana.
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