La masculinización de la industria de la música electrónica: “Me han valorado más por mi físico que por mi trabajo”
Las mujeres y personas no binarias DJ avanzan de manera lenta, pero constante, en los festivales de música electrónica de la última década. Los últimos datos revelan un aumento de la proporción de un 9,2% en 2012 a un 26,9% en 2020-2021 en el caso de las mujeres y del 0,4% al 1,3% del 2017 al 2021, según concluye la última encuesta realizada por female:pressure, una red internacional de artistas femeninas, transgénero y no binarias de la industria. Sin embargo, este porcentaje supone poco más de una cuarta parte de la totalidad de los artistas contratados, lo cual deja entrever que continúa habiendo un desequilibrio importante en cuanto a la representación de mujeres y personas no binarias en una industria históricamente masculina.
Anna Tur (Ibiza, 1983) es la DJ ibicenca con más proyección internacional del momento. Estudió Publicidad, Comunicación y Relaciones Públicas en la Universitat ESERP Barcelona y un máster en Dirección de Marketing Internacional, en 2009. Después de haber pinchado en locales más pequeños, ese mismo año dio el salto profesional con 26 años en la discoteca Space, ahora Hï. En aquel momento, explica a elDiario.es, había pocas mujeres DJ.
“Entonces me gustaba, por supuesto, Nina Kraviz, pero también Miss Kittin, Sara Main y Tania Vulcano. Ahora mismo hay muchísimas, pero en ese momento se contaban con los dedos de una mano”, recuerda. Sin embargo, sus grandes referentes fueron hombres. Entre ellos, Richie Hawtin, que pincha en la famosa fiesta de Cocoon, en Amnesia; Carl Cox, con quien pinchó recientemente en el festival Creamfields South, en Reino Unido y Laurent Garnier, que representa, para ella, “la sofisticación del sonido”.
Desde que era una niña, Anna Tur se empapó del mundo de la comunicación, la radio y la música electrónica. Su padre, Joan Tur, fue un reconocido periodista de la isla que después de su paso por Cadena 100 fundó Radio Èxit y, más tarde, cofundó Ibiza Global Radio, la emisora de música electrónica más importante del mundo. Maribel Torres, reconocida periodista y madre de Anna Tur, le contó recientemente la anécdota de que durante su embarazo se pasaba el día con su marido yendo de un lado hacia otro escuchando música electrónica. “Mi madre rompió aguas mientras hacía un programa de rock en Cadena 100 y en la COPE”, cuenta.
En su etapa profesional más importante estuvo durante 13 años al frente de la dirección de Ibiza Global Radio, etapa que finaliza en mayo de 2020, en plena primera ola de la pandemia. Un momento en el que, afirma, necesitaba sanarse del “golpe” emocional que le supuso abandonar la emisora. Pese al cambio profesional que para ella supuso, afirma haberse sentido aliviada porque cuando se decretaron los primeros 15 días de confinamiento, sintió que podía descansar. “Venía de un momento en que estaba forzando la máquina más de la cuenta, en cuanto a trabajo, a no descansar, a no ver a mi familia ni a mis amigos”, explica.
De lunes a viernes tenía un trabajo ejecutivo en la radio y los fines de semana pinchaba. Después, cuando el confinamiento se alargó, empezó a asustarse, pero decidió dedicar ese tiempo a descansar. “Empecé a practicar la meditación para encontrar esa paz y tranquilidad que necesitaba”.
Unos largos meses después, empezó a volcarse de lleno en su nuevo proyecto, Balearica Music, un proyecto radiofónico que pretende ser una evolución del modelo tradicional de radio, sin renegar de él, pero más enfocado a la radio a demanda y los nuevos modelos de suscripción. “La radio se puede transformar en una oportunidad para llegar a diferentes públicos, a gente más joven. Ese aspecto de la radio en formato podcast es muy dinámico. Trabajamos con diferentes temas relacionados con la música, el deporte, la tecnología y la salud”, asegura.
“Nunca he sentido que nadie me faltara al respeto por el hecho de ser mujer”
A lo largo de su trayectoria, sin embargo, asegura no haber sufrido nunca machismo, ni por parte de la industria ni por parte de sus compañeros. “A mí los hombres me han tratado maravillosamente, me han cuidado muchísimo, quizá por mi juventud también, porque empecé muy joven. Nunca, nunca he sentido que nadie me faltara al respeto, ni que lo intentara, por el hecho de ser mujer”, aclara.
Beatriz Martínez (Jaén, 1984), B Jones por su nombre artístico, está a punto de convertirse en la primera DJ española (hombre o mujer) en pinchar en el escenario principal de Tomorrowland, el festival de música electrónica más importante del mundo. Empezó a pinchar por primera vez, hace unos 10 años, en la antigua sala BAT de Madrid. Pero antes de ser DJ hizo de todo. Empezó trabajando con 15 años de camarera en el restaurante Rocamar, en Figueretes (Ibiza), para ayudar económicamente a su madre, que estaba soltera y a cargo de tres hijos. Más tarde, trabajó en un hotel de s’Argamassa (Santa Eulària).
Originaria de Andújar (Jaén), a los 19 años se casó con su novio de toda la vida, con quien tuvo una hija, Kiara. Pero la relación no fue bien, se separaron, y a los 21 años se quedó sola con su hija. Es entonces cuando se marcha a Madrid, donde empezó trabajando en una guardería. Más tarde, como relaciones públicas y promotora de ocio nocturno en diferentes salas de fiestas y discotecas. No fue hasta que cumplió los 27 años cuando se empezó a preparar, de verdad, para ser deejay. “Todo fue muy rápido. Antes de cumplir un año ya era residente en Pachá Ibiza y ya viajaba por todo el mundo”, explica.
Nervo, “referentes”, en la industria
Entre sus referentes cita a DJ Tiësto, entre los hombres, y Nervo, que son dos mujeres. “Me gusta cómo han llevado su carrera y cómo han conseguido destacar de esa forma, en una profesión masculina”, argumenta. B Jones cree que en el mundo DJ hay más hombres que mujeres, tal vez, por la sociedad en la que ha crecido. “Por la manera en la que nos educan y nos hacen pensar. Con 19 años no me lo planteaba. Ni con 12. Por cómo me educan en casa, en el colegio… Yo veo más hombres”.
Sin embargo, cree que es un problema que está más en la sociedad que en la industria. “Nunca me he sentido rechazada por ser mujer. He tenido malas experiencias toda mi vida, como cada mujer que conozco: en un restaurante, en un bar… Pero en la profesión me han tratado con más respeto que en otros trabajos que he tenido”, relata.
B Jones cree que las cosas van cambiando y que, actualmente, todos los grandes carteles tienen que incorporar mujeres. Una opinión que comparte con su compañera Anna Tur. Y aún así, B Jones reconoce que, a veces, “tienes que demostrar el doble por ser mujer. Ya no, pero sobre todo, cuando empezaba. Me preguntaban si sabía pinchar, venía el típico deejay que quería enseñarme cómo funcionaba todo”.
Nunca me he sentido rechazada por ser mujer, pero me preguntaban si sabía pinchar, venía el típico deejay que quería enseñarme cómo funcionaba todo
Quien tampoco está empezando en la industria, pero es más joven que sus dos compañeras, es Blanca Rossich (Girona, 1991), conocida artísticamente como Blanca Ross. Cuando terminó sus estudios de Bachillerato no supo qué hacer, pero tenía claro que le gustaba mucho la música, así que decidió estudiar Realización Audiovisual y Multimedia en la Escola Universitària ERAM, adscrita a la Universitat de Girona.
En los últimos años de carrera, empezó a trabajar, primero, en la televisión y, después, en la radio. “Era copresentadora en una sección de actualidad musical, videoclips y diferentes secciones relacionadas con la música. Esa misma empresa consiguió frecuencias de radio. Después de cinco años empecé a presentar la fórmula en directo”, explica Blanca Ross. Durante la carrera, también trabajó como camarera en locales de ocio nocturno, donde conoció la figura del DJ desde cerca.
Fue en esa época cuando un compañero le propuso hacer clases particulares. “Lo probé y vi que realmente era lo que tenía que hacer”, asegura. Después de pasar un curso de Erasmus en Inglaterra, volvió a Catalunya para hacer un curso de DJ, en 2013, donde conoció a un videjockey (profesión que une los visuales con la música). Y así fue cómo empezó a desarrollar su carrera profesional. A día de hoy, además de pinchar, da una master class en la Academia Plastic, así como clases de Creación y Diseño de Identidad Artística en la Escuela de Música de Badalona y un workshop en la Escola Universitària ERAM.
La pandemia, para ella, también ha supuesto un punto de inflexión. “Me encuentro, artísticamente hablando, en un punto diferente, en el cual quiero crear cosas diferentes”, explica. Su estilo musical, entre el psy trance y el techno, está evolucionando hacia nuevos modelos. “Mi objetivo es llegar a un híbrido entre música mía, música ancestral, música de vinilos... Incluso poesía. Bebe de esta fusión de psy trance y techno pero es algo diferente, tiene en cuenta los visuales y tiene un punto más experimental. La nueva normalidad para mí está siendo una época de cambios”, afirma. Aunque no sin dificultades. Pese a tener visibilidad, proyección y proyectos, Blanca Ross no ha conseguido monetizar su trabajo en los últimos dos años, y es que el sector de la música electrónica lo ha pasado muy mal durante los dos años de pandemia.
Blanca Ross apenas encontró “referentes” cuando empezó
Cuando empezó hace casi 10 años, explica, había muy pocas mujeres. “En las clases que doy, de cada diez alumnos, tres son mujeres, cuando antes prácticamente ni había. Cada vez van entrando más mujeres dentro de la industria. Yo tenía de referente a Nina Kraviz, por ejemplo. Cantaba sus propias producciones y me cautivó e impresionó mucho. Anna Tur, también, lleva muchos años dentro de la industria. Pero son muy pocas”, lamenta.
Durante su carrera, Blanca Ross relata haber sufrido varios episodios machistas. “Al principio, cuando empecé a pinchar, la gente veía extraño que hubiera una mujer en la cabina. Había muchos prejuicios, por desgracia”, asegura. Entre los aspectos más desagradables, haber sido valorada no por su trabajo, sino por su aspecto físico. “Eso es bastante común. A día de hoy todavía cuesta: es un pensamiento y una cultura que viene de muchos años atrás. Hay que hacer mucho trabajo todavía”, insiste.
Pero recuerda: la gente que acude a festivales y salas de fiesta está allí para escuchar música, no para fijarse en el aspecto físico de las y los artistas y, para eso, hay que tener talento, experiencia y saber conectar con el público. Por ello, opina que hay que promover mucho más la igualdad dentro de la industria. Para terminar, lanza un mensaje optimista porque percibe un cambio de mentalidad entre los más jóvenes. “Es cuestión de una generación más”.
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