Alcalá Norte, el centro comercial de Madrid con “el encanto de lo decadente” que inspira a la banda del momento
“Es un un universo paralelo, entre el abandono y el apocalipsis zombi”. Así describen Alcalá Norte Míriam y Sergio, una pareja joven que ha vivido dos años y medio en el barrio de Pueblo Nuevo, a pocos cientos de metros de este centro comercial en el corazón del distrito de Ciudad Lineal. Solían acudir al cine multisalas de la segunda planta, uno de los pocos de la zona, pese a su “cutrez” y a una reforma que lo mantuvo cerrado meses para que finalmente no se produjeran mejoras y el único cambio fuera de cadena (pasó de Artesiete a Odeon). “De hecho ni eso remataron, porque en la alfombra sigue poniendo Artesiete”, recalca Míriam. “Si sales de ver una de terror por la noche da miedo, impresiona”, comenta Sergio.
La construcción se erige al este de Madrid, en el cruce entre la calle de los Hermanos García Noblejas y Alcalá, una vía esta última que el visitante ocasional atribuye a la Puerta homónima, Recoletos o Goya. Pero su recorrido atraviesa después barrios como Fuente del Berro, Ventas, Quintana o el mencionado Pueblo Nuevo, donde Alcalá Norte se encuentra franqueado por un torreón junto a su entrada por el número 414 de la calle que le da nombre. Entre esta característica edificación y el propio centro comercial, un cartel recoge el mensajes más repetido en el interior de las instalaciones: “Algo está pasando en Alcalá Norte. Pronto tendremos noticias”.
Durante años, no mucho después de su inauguración en noviembre de 1999, estas frases parecían una premonición que nunca se cumple, una promesa para resignarse ante la decadencia comercial en un lugar cada vez más inhóspito (al menos económicamente hablando). Pero el pasado 17 de abril, algo cambió gracias a seis chavales con gran apego al barrio en general y a este espacio en particular.
Ese día se publicó el primer disco del grupo Alcalá Norte, titulado igual que la agrupación y por tanto también de la misma forma que el centro comercial. Un álbum que confirma el runrún que llevaban meses generando con varios sencillos como La vida cañón y que les coloca como una de esas bandas emergentes que dejan de serlo porque ya han emergido completamente. Ya hasta compadrean con Rosalía en redes sociales.
Forman Alcalá Norte Jaime Barbosa (batería), Álvaro Rivas (voz), Juan Pablo Juliá Ciarelli (guitarra), Pablo Mendoza (guitarra), Laura de Diego (teclados) y Pablo “Admin” (bajo y CM de redes sociales, de ahí el sobrenombre). Seis chavales enraizados en Ciudad Lineal y con un vínculo muy estrecho con este centro comercial, no en vano dedican otro tema a la calle Elfo. Lo contaba Barbosa en declaraciones a elDiario.es: “Se abrió en 1999 y estaba gestionado por los comerciantes del vecindario que juntaron ahí sus tiendas. No había ningún señor capitalista. Íbamos al cine, a merendar, había tiendas de vídeojuegos, de camisetas heavies, un estudio de tatuajes… Esas movidas... Ahora está terriblemente abandonado”.
El interior del recinto, de cuatro plantas, da cuenta de ello. Los carteles con la frase “algo está pasando en Alcalá Norte” se suceden con los de alquiler de locales y con llamamientos a abrir algún negocio en las decenas de puestos abandonados: “Imagina tu tienda aquí”, “imagina tu joyería aquí” o “imagina tu librería aquí” son algunas variantes que pueblan las paredes de un lugar “con el encanto de lo decadente”.
“No hay una locomotora que tire del carro”
Un encanto al que alude en conversación con Somos Madrid Germán, propietario de La Casa de los Cuadros, un negocio familiar asentado en el centro comercial desde sus comienzos. Pero, no por detectar ese encanto, este pequeño empresario deja de ser crítico con la situación del lugar: “El centro comercial en general, como fórmula, ya pasó a la historia. Los costes de mantenimiento, de seguridad o de comunidad son enormes”. Cree que “cualquier día al llegar estará cerrado” y apunta que hay quien “lleva mucho tiempo sin pagar la comunidad porque no puede”.
Germán profundiza en las deficiencias de Alcalá Norte: “Lo inaudito de este centro comercial es que no hay una locomotora que tire del carro. En el de Las Rosas, por ejemplo, está Carrefour. Ya no es solo que atraigan más gente, es que si se estropea un ascensor o una escalera mecánica van a hacer por que eso se solucione rápido”. Es cierto que hay un supermercado Ahorramas anexo, en el número 412 de Alcalá, pero su poder como tienda ancla parece escaso.
Antes de ser preguntado sobre Alcalá Norte el grupo, es el propio Germán quien lo saca a la palestra. “El otro día estaba escuchando Radio 3 y justo sonó una banda que nos homenajea. Me hizo muchísima gracia y lo hacen bien”, relata antes de pedir que quede constancia por escrito de que les envía un saludo y recuerdos. Es la excepción que confirma la regla, la única persona consultada sobre el terreno por este medio que les tiene en el radar. Apunta que en una entrevista en la emisora musical pública destacaron dos establecimientos: la tienda de béisbol y la suya. “Creo que dijeron la mía”, matiza después.
Melómano y sabedor de que el trabajo duro es compatible con la buena vida, Germán recuerda que la libertad de horarios comerciales no necesariamente debe obligar a abrir más tiempo. Cuenta que, en su caso y gracias a una clientela fiel y especializada que viene de todo Madrid, con echar un determinado número de horas le sirve para obtener beneficios. Que no piensa doblegarse a las exigencias de la gerencia o administración del centro comercial, más aún teniendo en cuenta que es uno de los pocos dueños de su propio local que quedan en Alcalá Norte (la mayoría están en alquiler).
Una persona que trabaja en el centro comercial y prefiere no revelar su identidad ni su comercio profundiza en la faceta más oscura del nuevo e insospechado epicentro musical madrileño: “El Alcalá Norte está muy bien situado y los alquileres son baratos, el misterio es por qué nunca ha funcionado. El problema es que hay un gran operador, BNP Paribas [el mayor banco europeo y el sexto del mundo], que va comprando todos los locales poco a poco mientas les da igual que el centro comercial vaya bien o vaya mal. De hecho, si le va mal todavía mejor, porque entonces los propietarios se asfixian y venden más barato”.
Esta fuente recuerda el “atípico” origen de Alcalá Norte (el centro comercial), levantado “por decisión política del exalcalde del PP José María Álvarez del Manzano mediante un acuerdo con Cepyme [Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa]”. El objetivo era seguir la estela de La Vaguada, en el Barrio de Pilar, que con su apertura en 1983 se convirtió en el primer centro comercial de Madrid y ha logrado conjugar intereses comerciales con anclaje popular. Aquí, en cambio, ya en sus inicios “un 40% de los locales tenían detrás la misma propiedad”, una situación que la crisis económica de 2008 agudizó ya que “los bancos se quedaron muchos más”.
Una tienda a la que echar un guante
Entre varias joyerías especializadas en bisutería, decenas de outlets, un considerable número de centros de estética y una asombrosa cantidad de tiendas de lencería una tienda de contenido particular llama especialmente la atención. Está dedicado al deporte de raigambre estadounidense que Alcalá Norte reivindicó según Germán en su entrevista para Radio 3.
Lo atiende un joven que prefiere no revelar su identidad y que no ha oído hablar de la banda madrileña. Trabaja en este negocio regentado por su familia, migrantes venezonalos que abrieron la tienda hace tres años. Aunque según cuenta, hasta que abandonaron su país natal llevaban décadas establecidos en la ciudad de Maracaibo, en una gran superficie que cubría todo tipo de deportes.
El dependiente admite que la administración del Alcalá Norte, a cargo de la agencia Grove Servicios Inmobiliarios S.L., “podría hacer algo más para que funcione mejor, pese a que es verdad que son muchas las dificultades”. También reconoce que han podido mantenerse gracias a una robusta venta online, que si fuera por la física y ante el alquiler que deben afrontar por el local habrían tenido que bajar la persiana “hace mucho tiempo”. Paralelamente, la existencia de un espacio crea sinergias que impulsan los resultados digitales, y viceversa. Ya han recibido visitas de clientes que se han desplazado desde Canarias o València expresamente a la tienda para dar con el guante de béisbol con la mejor ergonomía o el casco de fútbol americano más exclusivo.
Este tipo de centros comerciales dan identidad a Madrid. La gente se queda tan marcada que todo el mundo que ha ido sabe de esa cosa especial de la que estamos hablando cuando lo mencionas. Sin embargo, eso no pasa con las 800 hamburgueserías de estilo canallita y modernito clonadas unos de otras
Otra de las claves para explicar qué hace un sitio como este en un centro comercial como el Alcalá Norte está en la población de Ciudad Lineal. Se trata de una de las zonas de Madrid con mayor cantidad de habitantes de origen latinoamericano, lo cual se deja ver también en los restaurantes de comida peruana o mexicana en sus instalaciones.
Gran parte de la clientela habitual de este establecimiento procede de países como Ecuador, Colombia, República Dominicana o la propia Venezuela, en los que existe una creciente afición por estos deportes no tan populares en Europa. “Tenemos mucha clientela policial cerca”, expone este empleado.
Algo está pasando en Alcalá Norte
Retomando el eslogan que puebla los pasillos del centro comercial, Míriam y Sergio se hacen muchas preguntas sobre su sostenibilidad económica y su operatividad: “Es como entrar en un universo paralelo en el cual los negocios que deberían funcionar no funcionan y los que no deberían funcionar funcionan”, dice él. “Te encuentras que hay mercado para diez tiendas distintas de lencería, tiendas de ropa de segunda mano de Estados Unidos y sin embargo los restaurantes de comida rápida cierran”, añade. A Míriam le inquieta especialmente eso de que “dos de cada tres tiendas sean de lencería erótica”, una hipérbole que no están tan lejos de la realidad como podría parecer.
Míriam teme que la construcción del “Silicon Valley español” en el cercano barrio de Simancas acabe por “estropear la magia del Alcalá Norte” a través de espacios de coworking y derivados. Es lo que ya ocurrió en el centro comercial Moda Shopping en AZCA. En su opinión, “el centro comercial terminará por cerrar a no ser que haya negocios oscuros muy pero que muy rentables”.
En cualquier caso, lamenta que una ciudad como Madrid “elimine todo lo que ya no le sirva aunque aporte cosas valiosas”, refiriéndose sobre todo al multisalas: “Cuando en un núcleo urbano con tanta población cierra un cine, y encima uno a buen precio, da bastante pena. Aunque sea uno al que no va casi nadie y en el que te puede pasar que enciendan las luces tres veces durante una misma proyección”.
“Este tipo de centros comerciales dan identidad a Madrid. La gente se queda tan marcada que todo el mundo que ha ido sabe de esa cosa especial de la que estamos hablando cuando lo mencionas. Sin embargo, eso no pasa con las 800 hamburgueserías de estilo canallita y modernito clonadas unos de otras”, asegura Sergio. Se muestra “muy contento” de que “por fin exista un grupo que haga un homenaje al centro comercial más especial de Madrid”. No lo conocían hasta atender las preguntas de este medio, pero ya se han puesto a solucionarlo. Nada más vida cañón que el Alcalá Norte.
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