NSN997, ganadores de Pinta Malasaña: “Nos sentimos hermanos de los graffiteros, pero hemos evolucionado”
Francesco Minopoli y Michelangelo Marra (1982, Nápoles) son dos de los componentes de NSN997, el colectivo que ganó el pasado domingo el festival Pinta Malasaña con un gif animado, elaborado después de pintar y repintar decenas de veces una persiana de la calle Palma. “Que nosotros sepamos, no tenemos noticia de que antes se haya premiado un vídeo en un concurso de un día”, comentan durante una entrevista con Somos Malasaña, el día después de ser comunicado el galardón.
“El videograffiti es algo que existe desde hace tiempo” explica Michelangelo cuando se le pregunta por cómo se les ocurrió su original obra, además de citar los montajes audiovisuales de William Kentridge como una de sus fuentes de inspiración. “Pero aquí lo importante no era el vídeo, era hablar de una de las dinámicas del festival: las obras que se tachan por las diferencias entre el street art (el arte urbano pintado con permiso) y el graffiti (las pinturas ilegales)”, añade a la vez que se alegra de que el jurado también lo interpretara de ese modo. “Pensamos que es un evento efímero por definición, pero nosotros decidimos hacerlo aún más efímero pisando nuestra propia obra”, apostilla Francesco.
Lo que no se esperaban era la reacción del numeroso público al verles pintar y pisar su obra. “La gente nos preguntaba si nos habíamos equivocado, si no nos gustaba lo que habíamos pintado y por eso lo borrábanos...” recuerdan jocosos. “Pasaban una y otra vez para intentar entender lo que estaba pasando. Incluso había gente sacando fotos del muro amarillo, con el taqueo, eso nos hizo reír mucho”. Los dos miembros de NSN997 consiguieron pintar por la mañana los 22 murales de la pieza. Después se marcharon a comer a otro local de la calle Palma, más abajo. Allí, entre empanadillas y cervezas se pusieron a limpiar las imágenes, editarlas y hacer el vídeo. “Antes de las 20.00 tenía que estar la pieza publicada en nuestro Instagram”.
NSN997 dibujaron dos puños animados (uno blanco, otro negro) que se chocan en señal de afecto, para dejar paso a la palabra brotherhood (hermandad), en clara referencia a los artistas que intervienen las persianas de día y a los que lo hacen de noche. Al final, dejaron toda la pared amarilla, con la única imagen de un pequeño player y un taqueo (firma) de su colectivo.
“Nos gustó también la idea de acabar dejando el lienzo listo para pintar”, desliza Francesco. Esa misma noche, un joven graffitero del barrio aprovechó la oportunidad para volver a ocupar la chapa con su firma.
Francesco y Michelangelo también pintaban de noche sus firmas, en su Nápoles natal, cuando tenían 13-14 años... pero pronto el cuerpo les pidió otra cosa: “Al principio nos gustaba, pero después de tres años pintando letras comenzamos a hacer algo distinto. Cada una de nuestras piezas tenía un razonamiento, relacionado con la calle, con la cultura pop... y empezó el choque con los graffiteros”. Sus amigos escritores no entendían que usaran un pincel para rematar sus piezas: “Lo veían como una agresión a la cultura del graffiti”, relatan.
Hoy, sus obras hablan de las diferencias entre las personas, en los otros, con un enfoque positivo. También del graffiti, muchas veces con alabanzas hacia ese colectivo. “La obra se llama brotherhood porque nos sentimos hermanos de los graffiteros. Pero la mayoría de ellos nos odian”, lamenta Michelangelo. “Nosotros no vamos en contra de esa cultura” -añade Francesco- . No obstante, ellos creen que el movimiento tiene que evolucionar: “No tiene sentido hacer ahora las mismas cosas que se hacían en los ochenta. Está muy bien empezar en esto, pero con 30 años no tiene sentido”, dice Michelangelo. “Yo no me veo haciendo las mismas cosas que cuando tenía 15 años, en mi caso me preocuparía”, remata Francesco, quien cree que las mismas personas que hoy se enojan por su obra “igual dentro de dos años no se enfadan y hacen cosas que se acercan más al arte”.
NSN997 llegaron a Madrid como colectivo hace cinco años, con miedo a pintar paredes y persianas porque Michaelangelo había llegado de Milán “donde el Ayuntamiento te lo borraba todo”. Pronto descubrieron que en la capital española era “casi imposible” colocar sus piezas en el centro “porque estaba todo lleno”. “A raíz de eventos como Pinta Malasaña han empezado a existir más oportunidades para poder pintar, para nosotros ha sido bueno”.
Cinco años de “propaganda positiva” en España
Fue entonces cuando empezaron a desarrollar lo que ellos han acuñado como propaganda positiva, un estilo positivo en sus mensajes, para aportar otros enfoques a las piezas de denuncia. “El arte urbano tiene una connotación política, en la medida en que es un arte público. Por eso nos parecía un desafío intentar hacer una propaganda positiva, mensajes que resultaran atractivos”. Consejos para intentar desarrollar algo más allá, que superaran el simple hecho de la crítica estéril. “Cada vez que intervenimos queremos demostrar que se puede hacer un mundo mejor. Dicho así suena ñoño, pero es algo que está muy lejos del estilo Mr. Wonderful”.
El reconocimiento ha llegado para este colectivo napolitano a la cuarta participación en Pinta Malasaña, un festival al que nunca faltan. El primer año intervinieron tres persianas de Velarde con un mensaje inspirado en los monosabios, pero desde la segunda edición llevan hablando -como muchos otros artistas urbanos del certamen- de las diferentes visiones de la pintura en la calle. En 2017 dibujaron sobre una persiana de la calle Manuela Malasaña otra persiana a medio abrir, con las palabras domingo y lunes. La primera, que hacía referencia al estado anterior al festival de Pinta Malasaña, tenía unas letras coloridas, dinámicas, que se iba subiendo para dejar paso al lunes, unas letras con litografía de palo, propias del diseño gráfico o la ilustración. “Era un homenaje al mundo del graffiti”, cuenta Michelangelo.
En 2018, NSN997 volvieron a retomar el tema y dibujaron en Corredera El círculo virtuoso del arte, una obra en la que artistas plásticos y graffiteros se pisaban metafóricamente las caras con spray, en un círculo “feliz” y eterno que ellos interpretan como “beneficioso” para la creación.
Entre medias, también dejaron en Pinta Malasaña divertidas obras en la Galería de Bolardos, donde un año pusieron su nota de humor al ejemplificar en un bolardo las múltiples lesiones en las piernas de los transeúntes ocasionadas por este elemento del mobiliario urbano.
Entre festival y festival, Francesco y Michelangelo trabajan en el mundo del diseño gráfico, aunque cada vez dedican más tiempo a su obra. Fruto de este esfuerzo ganaron hace dos años el festival de arte urbano del Barrio Oeste, en Salamanca. Y en 2018 ganaron C.A.L.L.E., el otro gran festival de arte urbano de Madrid, que se celebra en Lavapiés. Seguirán participando en ellos, con iniciativas como el patrón positivo -que comercializa en distintos productos, y enviado “mensajes de unión y de compartir”.
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