El PIB gana a la ciencia
El anteproyecto de ley de cambio climático (APLCC) presenta muchas dudas y algunas certezas. En primer lugar, llama la atención que es una ley con objetivos poco ambiciosos, sobre todo tras la situación actual, y que no asume los retos actuales ante los que nos encontramos. Es vital conocer el escenario de donde procedemos:
- En 2019 disminuyeron las emisiones alrededor de un 6% (estimado).
- Este año 2020, sumergidos en la crisis por la COVID-19 que provoca el parón de transporte, de la industria, etc., probablemente, bajarán dos dígitos, por lo que también deberían ser distintos los objetivos para el 2030 a pesar del efecto rebote esperable, ya que en 2021 con el aumento del PIB por la recuperación también subirán las emisiones.
- Europa indica que se deben disminuir las emisiones un 40% para el 2030.
Por ello, los objetivos de reducción de emisiones parecen insuficientes y con poca ambición hasta el 2030 a pesar del escenario de emergencia climática. ¡Muy por debajo del marco de la UE para 2030!
Estas tasas, según las previsiones del APLCC, son de alrededor del 2% (hasta 3% máximo) incluyendo el efecto de COVID-19 sobre las emisiones cuando deberían situarse en un 7%. Es decir, deja claro que no se posee una gran ambición.
Este hecho es más destacable si tenemos en cuenta que con datos comparables de 2017 para varios países observamos que :
- Reino Unido ya había disminuido para esa fecha un 37%
- Alemania, un 26%
- Bélgica, un 20%
- Italia, un 16%
- Holanda, un 9%
Mientras, en España emitíamos un 22% más. En otras palabras: éramos los últimos de la fila y ahora posponemos el proceso de la descarbonización.
Respecto a la producción de energía para electricidad, sector responsable del 17% y que ha reducido sus emisiones en un 12%, la Ley da una de cal y otra de arena. Por una parte, apoya el sector renovable,fomenta el uso de la biomasa de origen primario como fuente de energía de origen renovable, así como un fuerte apoyo a la electricidad de fuentes renovables 100%, pero sin la suficiente diferenciación entre las tecnologías menos intermitentes como la hidráulica de bombeo o la termosolar, respecto al resto. Por otra parte, sigue sin considerarse el enorme potencial de la producción de energía eléctrica para autoconsumo y distribuida sobre todo a partir de los tejados de los edificios (techos solares). Se prevé tan sólo una reducción de energía primaria fósil de un 35%. Si la electricidad es sólo 1/4, o menos, de la energía primaria hoy, ¿cómo se van a reducir emisiones con ese objetivo?
El transporte emite un 27% y ha aumentado sus emisiones un 55% y es natural reducirlo, pero seamos claros, no puede haber el mismo número de coches pero “limpios”, cosa que no existe, ni es deseable y menos regarlo con dinero público. Urge reconvertir gran parte del sector y apostar por la obligatoriedad de la movilidad compartida en ciertas zonas urbanas y periurbanas, uso de patinetes, motos eléctricas, bicicleta, tren, etc. La peatonalización es muy buena iniciativa, celebramos que aparezca en la ley, pero también se retrasa hasta 2023 la puesta en funcionamiento.
No nos podemos olvidar del contaminante e insostenible sistema de transporte de mercancías por carretera que supone actualmente el 92% del transporte modal de mercancías terrestre y no se ha incluido en el APLCC.
En relación a la reducción de emisiones marítimas, la APLCC habla tan solo de las directas, no las de la extracción y transporte del combustible que usen, incluyendo el gas natural licuado.
Por último, en materia de transporte, incluye la promoción del transporte ferroviario de una forma general, pero sin objetivos y, en cuanto a la aviación, se menciona únicamente para ponerle algún objetivo de biocarburantes dando preferencia a los no biológicos (ya veremos qué preferencia y qué es eso de “bio no bio”). No hay Ecotasa como se esperaba ni tampoco prioriza, por ejemplo, los trenes para trayectos de menos de una hora en avión.
En cuanto al sistema alimentario responsable del 15% de las emisiones, se nombra de pasada, a pesar de ser el sector que ha aumentado sus emisiones un 13% desde 1990. La ganadería intensiva industrial, como es sabido, es un factor muy importante de emisiones y además de tener importantes efectos sobre los ecosistemas, el agua, la biodiversidad y la resistencia a los antibióticos de las superbacterias.
Siendo un sector que en la actualidad es totalmente dependiente de los combustibles fósiles, tanto para la fabricación de fertilizantes y plaguicidas, como para la maquinaria y procesado posterior, sorprende que no se enumeren medidas concretas para descarbonizarlo.
Apostar por la agroecología y la soberanía alimentaria, no sólo rebajaría considerablemente el impacto del sector, también garantizaría nuestra seguridad alimentaria y alimentos sin los residuos de metales pesados de los pesticidas.
Para ello, también hay que incidir en el fomento de otro tipo de demanda, más acorde con la dieta saludable y sostenible.
Además, hay sectores como la construcción que es responsable del 9% de las emisiones y ni se nombra, aunque ha aumentado sus emisiones un 70% desde 1990. El principal emisor de 2019 en España es una acería y el segundo sector que más emite en Europa es el del cemento. Hay que movilizar vivienda vacía para alquiler asequible y promover la rehabilitación para la eficiencia energética y la mejora de condiciones de habitabilidad, no tanto la obra nueva.
No podemos olvidarnos de algo esencial y es la descarbonización de la industria responsable de un 17% de las emisiones, en muchas ocasiones electro intensiva como cemento o siderurgia que apenas se nombra a pesar de que se ha mantenido prácticamente en el tiempo sus emisiones desde 1990. Parece que sería el momento de apoyar las empresas más descarbonizadas o que inicien ese proceso y los sectores más limpios en vez de seguir apoyando a todos por igual. Recordemos por ejemplo que en este sector están las petroleras, empresas que están teniendo serios problemas actualmente y que todavía no se ha conseguido que trasladen los bajos precios al consumidor.
La solución tan nombrada para reducir emisiones de “Capturar” carbono hoy por hoy no existe y ya sabemos lo que supone confiar ciegamente en la ciencia esperando que lo solucione todo en el 2050. El gobierno sale de algunas empresas carbonizadas pero se mantiene en otras como ENAGAS. Es decir, no cumplimos con el principio básico del Desarrollo Sostenible y es no comprometer a las generaciones futuras, dejamos el problema a los jóvenes de ahora, en vez de reducir todos en la actualidad.
No se aprobarán nuevos proyectos de hidrocarburos pero se respetarán los vigentes; el de gas en Vitoria o el del puerto de Santander (Repsol). Y los “motivos justificados” para seguir subvencionando combustibles fósiles son un coladero. ¿Más millones para Naturgy en Doñana como se ha legislado tan solo hace unas semanas?¿Reconversión y cierre de sectores? ¿Objetivos autoconsumo? ¿Ecodiseño y economía circular? ¿Emisiones deslocalizadas? ¿Debate sobre referentes de bienestar y salud que sustituyan al PIB?
Recientemente casi 350 profesionales del entorno académico vasco han presentado un manifiesto en el que declaran: “abandono del modelo de desarrollo centrado en el crecimiento agregado del PIB, distinguiendo entre sectores esenciales que pueden crecer para incrementar el bienestar social y aquellos que deben decrecer rápidamente debido a los impactos que generan en el medio ambiente”.
Por fin se va a registrar una Ley sobre este tema, y tiene puntos positivos, pero en su conjunto, no permitiría evitar errores actuales para conservar el futuro. Y para 2050, ya no hay objetivo de reducción de emisiones, sino para ser “neutros”, apostando por la captura de carbono, aún, en pañales, sin garantías e incluso engañosa. ¿Neutros como Cabify? ¿o como la biomasa que tala bosques? Tampoco hay fechas para la desaparición del carbón o el cierre definitivo de las nucleares.
El sector financiero se “autoimpondrá” objetivos, ¿en serio? Funcionará igual de bien que ha funcionado la autorregulación en la publicidad alimentaria... Y las compañías cotizadas y aseguradoras sólo tendrán que presentar informes.
En definitiva, no se observa una gran ambición y sería importante que mejora en el trámite del congreso un texto necesario pero por ahora es decepcionante. De todas formas es un buen paso y se espera que aumente la ambición (no del 20 al 23% sino al 40% en reducción de emisiones), se tenga en cuenta la #covid19, futuras pandemias, etc.
La esperanza es lo último que se pierde y más en todo lo vinculado a la ciencia, pero lo relevante son los objetivos que nos marcamos para su aplicación y puesta en marcha.
LO ÚNICO QUE LE PEDIMOS AL GOBIERNO DE COALICIÓN ES QUE SEA VALIENTE, ¡¡EL MOMENTO ES AHORA!!
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