En tiempos de campaña electoral, es habitual que los políticos sitúen a la juventud en el centro de sus programas y promesas electorales. Sobre todo, en ciudades donde se juegan unas elecciones tan ajustadas como las que dibujan las encuestas en Sevilla para este 28 de mayo. De ahí que movilizar el voto de este segmento de la población se antoje decisivo para los candidatos y candidatas a la alcaldía, que tratan de seducir a los más jóvenes interpelándolos directamente en sus intervenciones públicas y en sus redes sociales, donde actúan incluso como influencers que sortean patinetes eléctricos.
Lo cierto es que los 143.626 chavales de entre 18 y 24 años que están llamados a votar el próximo domingo en la capital andaluza representan un 9,4% del electorado y “el futuro” de la ciudad, como ellos mismos se reivindican. Sin embargo, aun teniendo voto (y estando dispuestos a ejercerlo en su cita con las urnas), sienten que su voz no siempre tiene “la importancia que debería tener” para los políticos, más allá de las elecciones.
En SevillaelDiario.es, hemos querido cederle la palabra a esta franja de la población para que sean sus protagonistas quienes trasladen su visión de la realidad desde este espacio mediático. Así pues, con el afán de conocer las opiniones, intereses e inquietudes de la juventud, hemos celebrado un encuentro en la redacción con cuatro chicos y chicas de entre 18 y 23 años. Son sevillanos - de nacimiento y de adopción -, atraviesan etapas vitales diferentes y se mueven en frecuencias ideológicas distintas, pero comparten una misma preocupación por el devenir de su ciudad.
Sumidos en el descontento
Aunque confiesan no sentirse identificados con las fuerzas políticas que aspiran a liderar Sevilla, asumen con “responsabilidad” su compromiso electoral. Una “responsabilidad vacía” a ojos de Miguel Ángel Olavarría, el benjamín del grupo, que a sus 18 años se estrena como votante en estas municipales y percibe en la política “bastante demagogia y poco cumplir lo que se promete”. Algo en lo que coincide Carlos Ochoa (19 años), uno de los portavoces del Sindicato de Estudiantes en la capital andaluza, que cree que de los políticos “solo queda su palabra y los hechos como que no se notan”.
En línea similar se expresa el mayor de todos, Luis Onrubia, quien respira en su entorno una apatía generalizada porque, de unos comicios a otros, “ves que siguen estando los mismos problemas” y eso se traslada al ánimo con el que acuden a las urnas. “Estamos muy desencantados y acabamos votando a quien crees que te miente menos y eso es triste”, lamenta.
Por su parte, Alicia Fernández atribuye ese descontento a la percepción de que “cada vez nuestras condiciones de vida van a peor”. “Estamos estudiando y sabemos que probablemente después no vamos a encontrar trabajo ni de lo nuestro, ni de otra cosa”, añade al respecto esta asturiana que lleva casi dos años estudiando Trabajo Social y Sociología en la Pablo de Olavide, y no descarta quedarse en la capital andaluza cuando termine porque, reconoce, le encanta la ciudad que la ha acogido.
Al hilo, a un año de terminar su doble grado en Periodismo y Comunicación Audiovisual, Luis señala una tendencia habitual en los jóvenes: “Cuando terminan sus estudios, se ponen a estudiar otra cosa como para seguir formándose, pero realmente lo que les da miedo es meterse en el mundo laboral”. Sus compañeros de mesa entienden que así sea porque el futuro que atisban en el horizonte “pinta mal”. Se refieren a la falta de empleo, a los problemas de vivienda y las dificultades para independizarse. En definitiva, a las “precarias” condiciones de vida a las que alude Alicia.
Privados de la capacidad de decidir
Este escenario tan “negro” que dibujan entre todos los sitúa ante un abismo al que no les gustaría tener que enfrentarse: “Si quieres trabajar, sal de aquí”. Lo verbaliza el que está más próximo a incorporarse al mundo laboral. “Yo estudio aquí y me esfuerzo aquí para trabajar y cuando termine, te obligan a irte porque aquí no tienes de lo tuyo”, lamenta Luis, amante confeso de la ciudad de la Giralda. “Entonces, ¿Sevilla con qué se queda? Para la ciudad, ya no para nosotros, sino para la ciudad es muy complicado porque si los jóvenes que somos el futuro no producimos aquí, no gastamos aquí, qué le espera”, continúa reflexionando el mayor del grupo para zanjar diciendo: “Creo que no se nos da la importancia que deberíamos tener”.
A ellos les gustaría “poder trabajar donde está tu familia, donde te has criado y donde te has formado”, como remarca Carlos. Pero, sobre todo, “lo que nos gustaría es poder escoger”, apunta su compañera del Sindicato de Estudiantes. De esta forma, van dejando sobre la mesa los problemas que les preocupan y que creen deberían ocupar también las agendas de sus gobernantes, a quienes reprochan que vean a los más jóvenes “como un nicho de votos cuando se acercan las elecciones”, y se olviden de ellos después.
Alicia lo achaca a una “falta de interés real” por la juventud entre los políticos. Si lo hubiera, “no estarían destruyendo la educación pública, darían alguna alternativa para que podamos tener un futuro, harían más política social cuando estén gobernando y no lo prometerían tanto en la campaña”, arguye al respecto esta joven activista que lleva desde los 14 años implicada en la lucha estudiantil y desmiente el tópico de que “a los jóvenes no les interesa la política”. Para demostrarlo, argumenta que “cada 8 de marzo, las calles están llenas de gente joven” y cada vez que se organiza una asamblea en un centro educativo, el estudiantado “muestra interés, hace preguntas, tiene opiniones, quiere debatir y quiere organizarse”, asegura.
Dentro del debate, fuera de la política
Sin embargo, esas ganas de movilizarse, esa concienciación con los temas sociales y medioambientales que proyectan los jóvenes en la redacción luego “no se refleja en las urnas cuando hay elecciones”, como ellos mismos reconocen, a tenor del pulso que han tomado a su alrededor. De hecho, la abstención en este segmento de la población es de las más elevadas, tal y como vaticina el último barómetro del CIS, previo a este 28M, en el que se recoge que los votantes de 18 a 24 años son los que presentan mayor indecisión en el voto y los que manifiestan mayor intención de abstenerse (con un 4,7%, frente a la media de 3,5%).
A pesar de la “desconfianza” y el “desencanto” que les suscita la política, se muestran conectados a los temas que conciernen a su ciudad y que han vertebrado el debate de esta campaña electoral en Sevilla. De ahí que Luis sitúe a la cabeza de los puntos a mejorar la limpieza y el cuidado de las calles; que Ángel (quien se identifica como vecino de Pino Montano) se haga eco de la brecha que divide al centro de los barrios obreros; que Alicia empatice con los vecinos que llevan años sufriendo constantes cortes de luz y que todos condenen “el problema del turismo”.
En este punto, Carlos confronta “el abandono” que detecta en los barrios obreros - a su juicio, convertidos “en guetos” - con un modelo de ciudad enfocado en el sector turístico “que prácticamente ha echado” a los vecinos por la “invasión” de pisos turísticos. Así, utilizando la terminología que han empleado los propios candidatos y candidatas en el camino hasta las urnas, asevera que “el modelo de ciudad que se está discutiendo [estas elecciones] es el del turismo, el negocio, o tener una ciudad para que los trabajadores puedan vivir dignamente”.
Además del diagnóstico, aportan sus propias reivindicaciones. El estudiante de Segundo de Bachillerato propone cambiar el modelo productivo y dirigir esfuerzos a crear “nuestra propia industria” para “ser autosuficientes”. La asturiana aboga por darle prioridad a “las condiciones de vida de la clase trabajadora” por encima de “los beneficios empresariales” y Carlos apuesta por blindar “la sanidad pública” y diseñar herramientas enfocadas a la salud mental. Sin embargo, sienten que estas ideas no aportan en política todo lo que “deberían”. De hecho, el portavoz de los estudiantes establece una diferencia entre el trato que reciben los jóvenes activistas en los movimientos sociales - donde se acogen de buen grado “las nuevas ideas” - y en las esferas de los poderes públicos. Es ahí, en la esfera institucional, “en los despachos”, donde Carlos palpa “paternalismo”. “Parece que nos tienen que enseñar las cosas porque como somos jóvenes no sabemos hacer política”, comenta dada su experiencia como sindicalista.
Malestar conjunto
Todas estas opiniones que comparten los cuatro protagonistas del encuentro en la redacción andaluza de elDiario.es y SevillaelDiario.es entroncan con las de otros sevillanos con perfiles y circunstancias diferentes que no pudieron acudir a la cita por problemas de agenda, pero que han querido aportar también sus impresiones. Así pues, Carmen Moreno, de 18 años, que actualmente está terminado un grado medio de comercio y marketing, expresa “desasosiego al no tener un futuro claro”. Esta joven percibe en los políticos “una fachada de falsas promesas” que no soluciona las prioridades auténticas de los jóvenes. Al hilo, critica que se anuncien “bonos de turismo para los jóvenes”, cuando “en muchas ocasiones” no disponen de los recursos suficientes para organizar un viaje. “No nos importa viajar, queremos estudiar y trabajar de algo que nos guste, ese es nuestro pilar”, reivindica desde la contundencia que imprime el malestar a sus palabras.
De su lado, Rocío Vaz, otra sevillana de 19 años que estudia un grado superior de laboratorio clínico y biomédico, dice votar guiándose por lo que cree que es “lo menos malo”. En cuanto a las propuestas de los aspirantes a alcaldes en estas municipales, sostiene que ha echado en falta que se planteen soluciones a los problemas reales de la juventud en la ciudad, como podría ser la mejora de las conexiones del transporte público con los centros educativos - “tengo compañeras que se levantan a las 5 de la mañana para entrar a las 8.30” - o las alternativas de ocio para la juventud. “No podemos salir sin gastarnos un pastizal en una copa o en la multa que nos ponen por estar bebiendo en la calle”, se queja esta joven que demanda espacios para el disfrute de su generación sin comprometer el descanso de los vecinos.
Desde el punto de vista de Alejandro Fernández, los gobernantes sí tienen en cuenta a los jóvenes, “pero no toman las soluciones correctas” a los problemas que les conciernen, quizás porque “se basan en la teoría y no en la práctica”. Tiene 22 años, lleva dos trabajando en un concesionario de coches en la capital y en la cartera de problemas que él identifica se encuentra el deterioro de la atención sanitaria “con largas listas de espera”, los salarios “precarios” y que la ciudad no esté preparada para asumir los retos que demanda el cambio climático: “Cada día estamos más cerca de que se produzca el cambio de los vehículos de combustión a los vehículos eléctricos y el sector no está preparado para ese cambio, ni por la infraestructura, ni por la economía de los ciudadanos”, advierte este profesional de la automoción.
A pesar de todo, bajo la nube de desazón que acompaña a los jóvenes, se vislumbra también esperanza. “Fuera de la política hay interés de movilizarse y mejorar las cosas”, admite Alicia. Y tanto ella como sus colegas, están decididos a combatir el “no se puede”, el conformismo, mostrando que “hay otras alternativas”. Esas que también les aconsejan explorar a quienes aspiran a gobernar a la población (incluidos los jóvenes), con recomendaciones como “distribuir” las promesas y no dejarlas solo para la campaña: “Hay cuatro años, tienen tiempo”.
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