Luchadores contra el odio: pioneros del activismo analizan la normalización y el ascenso del discurso de la ultraderecha
La convivencia pacífica y el respeto a las libertades civiles y a los derechos sociales conquistados son realidades frágiles. Una fragilidad creciente, de la que son muy conscientes aquellos que han dedicado su vida a luchar contra el odio y la intolerancia. Frente al ascenso de la ultraderecha y frente al blanqueamiento y la normalización de discursos xenófobos, homófobos y machistas, repasamos la vida de cuatro activistas pioneros que no están dispuestos a dar ni un paso atrás.
Eugeni Rodríguez: “Los derechos LGTBI no están bien cimentados”
Eugeni Rodríguez (L'Hospitalet de Llobregat, 1965) lleva 35 años, más de media vida, militando en el movimiento LGTBI de Barcelona, pionero en todo el Estado en la lucha por los derechos de este colectivo desde que tomaron la Rambla en una inédita manifestación en 1977. Él, que venía de participar en espacios antimilitaristas, se sumó al Front d'Alliberament Gai (FAG) en 1985: “Era un momento de ansias absolutas de libertad, de luchar para poder vivir nuestra orientación sexual de forma plena”, recuerda este activista.
A lo largo de su trayectoria, Rodríguez ha vivido muchos momentos para el recuerdo, de los que destaca la aprobación de la ley contra la homofobia en el Parlament de Catalunya, en 2014, cuando su imagen levantando la bandera LGTBI en los pasillos de la cámara se convirtió en la foto del día. “Llevábamos tanto tiempo pidiéndolo que fue un momento crucial para el movimiento, aunque lo que no pensábamos es que en pleno 2020 todavía esté por desplegar el reglamento sancionador de la ley”, lamenta Rodríguez. Pero si tiene que quedarse con un suceso, es el asesinato en 1991 de Sonia Rescalvo por ser transexual. Los autores fueron un grupo de neonazis. “Fue un momento muy duro, porque además la extrema derecha estaba envalentonada saliendo a la calle”, comenta Rodríguez, que fue víctima de amenazas e intentos de agresión por ejercer la acusación popular en el caso.
Desde 2008, Rodríguez dirige el Observatorio contra la Homofobia, que recoge denuncias de agresiones y otros episodios de discriminación al colectivo LGTBI. En 2019 registraron una media de seis denuncias al mes, una cifra que sube año tras año, bien sea porque hay más casos o porque se denuncian más. “Hay más violencia. Es crudo aceptarlo, pero no podemos pensar que más de 3 millones de votos a la extrema derecha no se traduzcan en comportamientos concretos como los que registramos”, opina este activista. “Los derechos LGTBI no están bien cimentados”, advierte.
Guillem Agulló: “Da miedo el apoyo que tiene la extrema derecha en la sociedad”
El 11 de abril de 1993, un grupo de neonazis acorralaba en la localidad castellonense de Montanejos al joven antifascista Guillem Agulló, a quien golpearon y apuñalaron en el corazón causándole la muerte. Los agresores, según testigos presentes en el lugar, abandonaron el lugar con el brazo en alto y cantando el 'Cara al sol' mientras el joven moría desangrado. El juez consideró el asesinato una pelea entre jóvenes y sólo uno de los agresores, Pedro Cuevas, fue condenado a diecisiete años de cárcel tras confesar el crimen y pasó cuatro años en prisión.
Guillem Agulló, padre del joven asesinado hace un cuarto de siglo por sus ideas políticas, reconoce que da “un poco de miedo” que hoy día el discurso de la extrema derecha y de partidos como Vox tenga el apoyo que tiene en la sociedad, con 54 diputados en el Congreso y representantes en la mayoría de parlamentos autonómicos y ayuntamientos españoles: “Tenemos que esforzarnos por desmontar y combatir sus argumentos y sus mentiras, ahí los medios de comunicación deben hacer una importante labor. Partidos como Vox reivindican la libertad pero estoy convencido que si algún día llegaran a gobernar nos quitarían a todos esa libertad de la que disfrutamos”.
Guillem se pregunta cómo han llegado hasta donde están, siendo “los herederos de la dictadura”. “Me preocupa que hayan sido capaces de convencer a tanta gente”, sostiene: “Tienen un discurso de odio y violencia muy peligroso, presumiendo incluso del uso de armas de fuego”. Agulló insiste en el problema que supone blanquear esas actitudes: “Llevamos 27 años viviendo bajo la amenaza constante de la extrema derecha, pero no nos amedrentamos. Hemos tomado la decisión de combatir ese discurso y no vamos a cejar en nuestro empeño”.
Ana Bella Estévez: “La igualdad es imparable”
Ana Bella Estévez (Sevilla, 1972) es una superviviente del maltrato. Se casó con 18 años y a los 29, junto a sus cuatro hijos, decidió dejar su casa y dedicarse a ayudar a las que, como ella, padecieron en algún momento de sus vidas la violencia por el hecho de ser mujer. La fundación que lleva su nombre trabaja desde 2006 y ya alcanza 72 países, presume al otro lado del teléfono, apenas unos minutos antes de que ser reconocida con la Medalla de Andalucía a los Valores Humanos, que recibió el 28 de febrero con motivo del Día de Andalucía.
La pillamos hablando con la encargada de un supermercado, a la que la pareja de una de sus trabajadoras le ha rajado la rueda de su coche por tratar de ayudarla a denunciarle. Su labor se centra últimamente en ofrecer formación en las empresas para que los compañeros de trabajo sepan cómo ayudar a víctimas de violencia machista. “Todos los días nos llaman de muchas empresas”, apunta.
“Imagínate que en lo que llevamos de año hubieran asesinado en España a diez o doce futbolistas de Primera División”, señala. Acerca del aumento a partidos negacionistas de la violencia de género como Vox señala que no está tan al tanto de la política como del trabajo diario con “las supervivientes” de la violencia machista pero insiste en que “la igualdad es imparable y ya no hay marcha atrás”. “La unanimidad con la que salió adelante la Ley de 2004 no la pueden volver a romper porque la sociedad española no lo permitiría”.
Lamiae Abassi: “Hemos estado rodeados de gente que nos insultaba”
Lamiae Abassi (Barcelona, 1998) decidió que había que hacer algo con los jóvenes migrantes no acompañados cuando empezó a ver cómo en su barrio, En Born, había muchos de ellos durmiendo a la intemperie, sin ayuda alguna, por haber cumplido 18 años y quedarse fuera de los centros de menores. Junto a otros chicos y chicas que en su día habían sido tutelados por la Generalitat se lanzó a crear la asociación ‘Exmenas' para “acabar con la separación que había en el barrio entre estos jóvenes y los demás vecinos”.
Esta era la intención inicial, hacer trabajo de calle con estos jóvenes, pero una serie de ataques ultras a centros de menores extranjeros e 2019 alteró sus planes. Pasaron a convertirse en la voz de los menores migrantes no acompañados en protestas como las de Castelldefels o el Masnou, posteriores a dos asaltos a albergues de menores. Protegidos por un cordón de Mossos d'Esquadra, Abassi y sus compañeros se jugaron el físico para combatir los discursos racistas de algunos vecinos. “Si llevarte un comentario racista en el metro ya es duro, imagínate estar rodeado de gente que te insulta. Lo más penoso es que muchos de ellos eran muy jóvenes y esto nos llama la atención y nos preocupa”, reflexiona esta activista.
Este es uno de los motivos por los que Abassi no es especialmente optimista respecto a su lucha. No perciben menos racismo entre los jóvenes, al menos respecto a los menores migrantes. Tampoco tiene claro que su discurso esté calando más que el que abona el miedo y el recelo hacia estos adolescentes. “Muchas veces los actos nos sirven más a nosotros, porque encima de un escenario creemos que llegamos a la gente, pero luego vamos a reuniones en las instituciones y ves que las conversaciones no conducen a ningún sitio”, lamenta esta mujer, que mientras tanto asegura que desde la asociación seguirán batallando para que no haya ni uno solo de estos jóvenes durmiendo en la calle por falta de recursos.
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