En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.
Si el pueblo salva al pueblo, ¿quién salvará a Doñana?
Parecen lejos esos días del “no nos representan”. Sin embargo, seguimos como entonces sintiendo en nuestros huesos que la democracia representativa no funciona o al menos no funciona como debería. Cada mañana nos indignamos con una noticia distinta, la última que la Guardia Civil y la Comisaría de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir han certificado que la Casa de Alba ha vuelto a poner en funcionamiento los pozos ilegales de su finca junto a Doñana. Estos pozos estaban precintados porque se encuentra en curso una investigación criminal por delitos contra el medio ambiente y desobediencia, precisamente por haber detraído agua para riego de esos mismos pozos. Sin embargo, contra la opinión de la fiscalía, el juez ordenó el pasado mes de mayo levantar el bloqueo de las instalaciones, acaba de denegar la petición del fiscal de nuevo, y ahora estamos viendo los resultados.
El Artículo 117 de nuestra Constitución dice que la justicia emana del pueblo y se administra por los integrantes del poder judicial. Es decir, los miembros de la judicatura no son meros técnicos sino mucho más que eso: representan de manera independiente la salvaguarda de nuestros intereses colectivos. Y por mucha oposición que tenga, si un juez no representa los valores democráticos y no actúa imparcialmente en su defensa, ese juez no podrá representar a la ciudadanía. Si utiliza los estrados con interés partidista, utilizando lawfare contra rivales políticos, no nos representa. Si por afán de notoriedad promueve investigaciones prospectivas e inquisitoriales, que investigan qué investigar, y construyen una causa general que no se dirige contra delitos sino contra personas, no nos representa. Si siempre se equivoca favoreciendo a los poderosos, aun teniendo en contra el criterio del Ministerio Fiscal que así lo advirtió, no nos representa.
Lo mismo con el resto de poderes del Estado. Da igual que llegaran ahí por votación u oposición: si no cumplen con su obligación de proteger a la ciudadanía, si creen que pueden disponer del patrimonio natural sin tener en cuenta a las generaciones futuras, si creen que pueden actuar sin rendir cuentas, si creen que pueden actuar al margen de la ley, entonces, no nos representan.
Ahora bien, es humano sentir rabia y es difícil tener la cabeza fría cuando vemos que la lentitud de una justicia infrafinanciada libró recientemente de la cárcel a trece acusados de prostituir menores en Murcia, o cuando vemos que el responsable de la gestión de una crisis climática desaparece de su puesto y todo su gobierno solo se preocupa literalmente de que las alarmas “no alarmen demasiado”, vaya a ser que espanten el turismo.
El pueblo salvará a Doñana, pero no de cualquier forma, sino de manera consciente. Recordando que si la salvamos lo haremos por los que vienen, porque un individuo es el tesoro más valioso, pero no somos nada sin los demás
¿Y qué decir de Andalucía? Ante nuestro inoperante autogobierno, parece justo sentir rabia y dudar si en verdad mereció la pena todo ese esfuerzo colectivo, llenando las calles aquel 4 de diciembre exigiendo autonomía para abandonar el vagón de cola económico y social de nuestro país.
Es difícil tener la cabeza fría, pero es precisamente en estos momentos cuando hace más falta mantener la serenidad. Debemos ser implacables en nuestra crítica, pero sabiendo que la culpa no es de todos los políticos, ni de todos los jueces. Debemos reformar la democracia si queremos lograr una transición ecológica justa que nos permita afrontar las consecuencias de la crisis climática sin que paguen los de siempre, pero sabiendo que la democracia representativa y las leyes democráticas sirven (o deberían servir) para proteger al débil, porque quien es fuerte -recordemos- no necesita la ley… porque es fuerte.
Solo el pueblo salva al pueblo, sí. Pero organizado, mediante representantes fiables, siguiendo unas reglas de juego que permitan participar a todo el mundo, incluso a quien menos tiene. El pueblo salvará a Doñana, pero no de cualquier forma, sino de manera consciente. Recordando que si la salvamos lo haremos por los que vienen, porque un individuo es el tesoro más valioso, pero no somos nada sin los demás. Y si somos por todas las generaciones que fueron, estamos en deuda con las que serán.
(La EVA está formada por: Rosa Galindo, Manuel Pérez-Sola, Isabel Galavís, Oliver Roales, Manuel Rodríguez y Sara Martínez)
Sobre este blog
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