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Angela Merkel y las tintas que dibujan la libertad

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Hace bastante tiempo escribí un artículo sobre Angela Merkel cuando había dejado la presidencia de Alemania y no quiso presentarse a nuevas elecciones. La retirada de la señora Merkel contribuyó a la derrota electoral de la CDU democristiana y dio paso, sin quererlo, al nuevo gobierno tripartito de la Coalición Semáforo. 

En mi artículo hablaba de la ex-canciller como de una gran dama. Quien lea aquel artículo mío sobre Angela Merkel puede estar seguro de que sigo opinando que es una gran dama, como parecía opinar la mayoría alemana, incluida la izquierda, excepto, claro, la ultraderecha voxiana de la AfD (Alternativa para Alemania) que era y es rabiosamente racista, tanto como Vox en España -amparándose en las libertades constitucionales- defiende una política antidemocrática. Pero quien lea el artículo verá que hay elementos críticos hacia diversas actuaciones de Merkel que incluyen una caricatura hecha por mí en 2012 sobre su incompleta política antinuclear. Considerarla una gran dama, sí, pero no estando de acuerdo en sus políticas. Aunque no tiene comparación con la Thatcher inglesa ni con la alcaldesa Ayuso de Madrid, pero el asunto es más complicado y requiere mayor extensión y análisis de la política alemana. Y el que la considerase gran dama no me convierte en defensor ni de sus políticas ni muchísimo menos del neoliberalismo. Lo cortés no quita lo valiente.

En estos fríos y lluviosos días ha aparecido la autobiografía de Angela Merkel con el título Libertad. Se publicará simultáneamente en unos 30 países, también en China. La primera presentación de la obra, con sus extensas 736 páginas, tuvo lugar este 26 de noviembre en el Deutsches Theather de Berlín. Las entradas se vendieron todas en poco tiempo, algunos afirman que en pocos minutos. Pero las tintas que marcan las palabras sobre la Libertad pueden ser diversas, no necesariamente con la tinta negra del color de la democristiana alemana. Pueden ser rojas o rosadas, azueles o verdes. Las tintas que dibujen la Libertad tienen diversos colores.

Tal publicación en cualquier caso, no da respuesta a la pregunta que está en el aire es si el gobierno bipartidista y capitidisminuido que ha permanecido después del gobierno semáforo verde-amarillo y semi-rojo aguantará los embates de la oposición conservadora, las presiones aliadas de Polonia, USA y países bálticos, y las manifestaciones de decenas de miles de manifestantes activos y de opositores pasivos de opinión contraria. El tiempo del calendario, no el tiempo meteorológico lo dirá. De momento ya el conflicto electoral a nivel federal alemán situado para el próximo año no dejará de preocupar a la opinión alemana ni a la internacional.

Durante mucho tiempo, las críticas al freno de la deuda (Schuldenbremse) procedieron sobre todo de la izquierda alemana, pero ahora incluso el líder de la CDU, Friedrich Merz, se muestra abierto a una reforma. Cómo podría ser y cómo se ha producido el cambio de actitud es algo a consultar a los adivinos, a los meteorólogos, pero no parece que lo puedan aclarar los analistas políticos. 

En sus memorias, no aborda tales problemas actuales, puesto que fue anteriormente escrito, la ex canciller Angela Merkel se presenta como pragmática y amiga de la libertad, de ahí el título Freiheit de su autobiografía. Defiende a las mujeres de forma clara y decidida. Sólo cuando se trata de sus propios orígenes se muestra insegura.

Pero sus palabras no son propicias a la paz y critica a Rusia y es partidaria de la solidaridad con el Zelenski ucraniano y del rearme- todavía más - de Alemania. La paloma de la Paz pintada por el comunista español Pablo Picasso no tiene cabida ni lugar en sus pensamientos.

Merkel se convirtió en la primera canciller de Alemania el 22 de noviembre de 2005 en una coalición de los dos mayores partidos políticos alemanes, la CDU/CSU y el SPD.

Las reformas de la Bundeswehr, la reforma de la sanidad, la crisis migratoria europea de la década de 2010 y la pandemia de COVID-19 fueron temas importantes durante su mandato como canciller. Merkel renunció al liderazgo de la CDU en 2018 y no se presentó a un quinto mandato como canciller en las elecciones federales de 2021.

En sus memorias, Merkel hace un cierto balance crítico de su política medioambiental y climática. La que fuera antigua defensora de la energía nuclear también desaconseja ahora la vuelta de Alemania a la energía nuclear.

En la primera página de su libro, Angela Merkel entra en un tema que duele y escuece. Dice que nunca hubiera imaginado escribir un libro de memorias hasta lo que pasó la noche del 4 de septiembre de 2015. Aquella noche, miles de refugiados marchaban con pies descalzos, hambrientos y con familias enteras hacia las fronteras de Alemania desde Hungría. Los ojos del mundo estaban puestos en su actuación: les impediría la entrada por la fuerza o les dejaría entrar en Alemania. Alemania como Tierra Prometida o como nuevo Muro, no ya de Berlín, sino de la entera República Federal. Optó por permitir la entrada alegando motivos legales y humanitarios. Tal valiente o temeraria (según se mire) decisión cambió su país e impactó a toda Europa y sigue todavía influyendo en la política actual alemana.

“¿Le di suficiente prioridad a la acción climática?”, se pregunta Angela Merkel en su autobiografía de 700 páginas. Cualquiera que ahora le eche en cara la lentitud reformista y un retraso de 16 años en la transición energética probablemente sentirá confirmado su criterio en las páginas siguientes. Merkel escribe casi desafiante o vanagloriándose, según los críticos, que ha “conseguido mucho” durante su mandato, y calcula cómo aumentó la cuota de energías renovables a más del 40 por ciento para 2020 y redujo las emisiones de CO2 en un 20% entre 2010 y 2020.

El hecho de que el Tribunal Constitucional Federal haya tenido que obligar finalmente a su Gobierno a modificar la Ley de Cambio Climático de 2019 demuestra la debilidad de la canciller del tiempo del consenso. Allí donde activistas climáticos como Greta Thunberg y Luisa Neubauer la acusaron de necesitar una política climática más valiente, la canciller afirma: “Necesitaba mayorías para eso”. Y: “Para mí, el radicalismo no era el camino ideal hacia el éxito político”. ¿Radicalidad o necesidad? Esa es la pregunta que ella, conservadora, contesta. Pero, ¿qué es más radical? ¿Mantener el statu quo ante un calentamiento global que avanza a paso firme hacia tres grados más que en la época preindustrial - o utilizar todo el peso político para la descarbonización? Son preguntas obligatorias.

La pregunta para Merkel sin respuesta clara: ¿estamos en condiciones de asegurar nuestra futura supervivencia?

El periodista Ralph Bollman, quien escribió hace tiempo una biografía sobre la excanciller, recuerda la acogida internacional de su política y también el primer mandato de Trump durante los años de Merkel: “En aquel momento, ella era muy aclamada en EE.UU. como oponente liberal-demócrata. Eso seguramente le ayudará ahora en su marketing del libro”. Este 2 de diciembre, Merkel está en Washington y presenta su libro junto al expresidente Barack Obama. 

No sabemos qué dirá Trump, pero su opinión sobre Merkel no cuenta mucho.

Sin embargo, Merkel es perfectamente capaz de cambiar de opinión y también de impulsar decisiones «radicales» y a veces impopulares. Fue el caso del «podemos hacerlo» durante la crisis de los refugiados. Y también con su personal giro de 180 grados en política nuclear tras el accidente del reactor de Fukushima en 2011, aunque tuvo un viento de cola mucho más fuerte para su decisión de eliminar gradualmente las centrales nucleares. Pero ha sido un largo camino. Y todavía no está clara, ni podrá estarlo, la respuesta sobre la pregunta de la supervivencia humana en una catástrofe climática que parece avecinarse galopante. Sin necesidad del caballo o del burro de Trump.

Merkel compara la radiación radioactiva con la levadura en polvo para hacer pasteles

En uno de los capítulos del libro, describe lo difícil que le resultó entender las emociones de los adversarios y detractores de la energía nuclear durante su etapa como ministra de Medio Ambiente. “Yo estaba a favor del uso pacífico de la energía nuclear. Como licenciada en Física, consideraba que el riesgo asociado a dicha energía estaba justificado”. Cuando se le preguntó qué pasaría si una pequeña dosis de radiación radiactiva se filtrara de los contenedores Castor para Gorleben, contestó en aquel momento: “Si se perdiera un poco de levadura en polvo al mezclar la masa, el pastel seguiría saliendo bien”.

Una afirmación pasada de la que hoy se arrepiente. “No sé qué me llevó a esa situación. Fue una grave omisión por mi parte no admitir inmediatamente este error. En aquellos momentos, seguía pensando que era un signo de debilidad que un político admitiera sus errores”.

Interesante resulta, sin embargo, que al escribir el libro no se arrepiente de haber cambiado de opinión sobre los peligros de la energía nuclear y contradice así el rumbo actual de su partido, ya que la democristiana CDU está abierta a volver a poner en marcha las centrales nucleares desmanteladas. Merkel reitera su convicción de que no se puede «recomendar a Alemania que vuelva a utilizar la Energía Nuclear en el futuro. Podemos alcanzar nuestros objetivos climáticos sin energía ni poder nuclear, tener éxito tecnológico y animar así a otros países del mundo.» Al actual jefe democristiano, Friedrich Merz, tal libro y tales afirmaciones no le deben estar haciendo mucha gracia, especialmente porque él ha tenido varias meteduras de pata. El líder de la Unión Demócrata Cristiana (Vorsitzender der Christlich Demokratischen Union) es la figura política de mayor rango dentro de la CDU de Alemania. Desde el 31 de enero de 2022, Friedrich Merz ocupa el cargo, sucediendo a Armin Laschet cuando este último renunció a la política activa como presidente democristiano después de sus anteriores derrotas electorales.

La gran coalición que estuvo dirigida por la señora Merkel fue una mala solución (?) para Alemania y también para la Europa de entonces, pero era la única fórmula que entonces aseguraba la gobernabilidad alemana y posiblemente la de Europa, pero frenando las reformas indispensables que, prometidas por los otros partidos, dieron la victoria a la Socialdemocracia y a la formación del gobierno tripartito del SPD, los Verdes y los Liberales, el gobierno “Semáforo” que dada la actual falta de prosperidad y de seguridad económica, sociológica y política han originado la expulsión con enfrentamientos de los liberales del Gobierno semáforo. El caso es que los Verdes son cada vez menos ecologistas y más belicosos y bélicos. Quizás llegarán tiempos más tranquilos… lo que no quiere decir que la situación mejore en Alemania. Y sobre el futuro, lógicamente, nada puede expresar el libro de Merkel, excepto buenos deseos para la Alemania envuelta en carrera armamentista, en problemas económicos y ante peligros de guerra frente a un Putin decidido a resolver, diplomáticamente o a bombazos a su favor la guerra de Ucrania.

En cualquier caso el libro merece ser leído, y ya está en marcha la campaña publicitaria. Campaña que se quiera o no, es parte de la derechización, sea moderada o extrema, de la escena mediática.

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