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Kamila Ferreira, superviviente de explotación sexual: ''Cuando eres prostituta indocumentada, te pasa de todo y un poco más''

Kamila Ferreira, superviviente de explotación sexual

Natalia G. Vargas

Arrecife —

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Kamila Ferreira nació en la Favela de Brasil. Cuando tenía 14 años, la precariedad empujó a su familia a aceptar una oferta de trabajo para ella. Primero creyó que sería una oportunidad para salir de su casa, donde sufrió abusos sexuales en la infancia por parte de su hermano. Sin embargo, lo que se presentaba como un supuesto empleo de niñera, la empujó a pasar tres décadas y ocho meses en el sistema de prostitución. Fue ''vendida como un ganado'' de un país a otro. Pasó por Chile y México hasta que llegó a España. Pasó diez años en Valencia, y cuando cumplió 27 años su proxeneta la vendió a una red de explotación sexual de Tenerife. ''Para ellos ya estaba muy envejecida'', cuenta en una entrevista concedida a Canarias Ahora. Fue prostituida en diferentes islas del Archipiélago. También en varias ciudades de la Península y de Europa. ''Yo digo que Cataluña y las Islas Canarias son el corazón de la prostitución de este país'', sentencia. 

''Tú sabes que las Islas Canarias son conocidas fuera de sus fronteras como las afortunadas. Aquí puedes encontrar sol, playa, gastronomía y putas baratas. Hay un turismo sexual muy grande“, afirma. Ferreira ha presentado estas semanas en el Archipiélago su libro: España, la Tailandia europea. Las cloacas de la prostitución. En los últimos años, España se ha convertido en el país de Europa que más prostitución consume. ”Si hay prostitución y prostituidas de todas las nacionalidades es porque hay demanda. Lo que la sostiene es el dinero“, afirma. La superviviente insiste en que no hay un perfil específico de putero: ”Puede ser un político, un empresario, tu padre, tu hermano, tu hijo, tu vecino, tu jefe o tu mejor amigo. Incluso aquel famoso que tú tanto admiras“.

“Tengo comprobado, porque estuve tres décadas y ocho meses en el sistema prostitucional, que forma parte de la cultura española. Muchísimas veces el adulto de la familia lleva a los niños ”de putas“ para tener su primera relación sexual. Te enseñan que para ser el macho alfa, el macho ibérico, tienes que irte de putas”, asevera. 

Ferreira llegó a España con documentación falsa, y hasta 2006 no pudo obtener su primera residencia. A día de hoy, aún sigue luchando por obtener la nacionalidad española. “Cuando yo pasé a tener mi primera residencia, subí de categoría. Cuando eres prostituta indocumentada, te pasa de todo y un poco más”, cuenta. “Lo que hacen con las mujeres migrantes sin documentación no tiene perdón de dios”, insiste. Ferreira fue una de ellas durante muchos años y conoce a muchas mujeres que siguen en la misma situación. “Por ejemplo, salir para ir a un domicilio para atender a un putero y encontrarte con 15, 30 o 40 hombres al llegar. Si las mujeres indocumentadas hablaran, este país temblaría”, sentencia. Para la escritora, “la Europa rica no está preparada para saber la verdad”. 

''Puede ser un político, un empresario, tu padre, tu hermano, tu hijo, tu vecino, tu jefe o tu mejor amigo. Incluso aquel famoso que tú tanto admiras''

Ferreira logró salir de la red de proxenetismo gracias a una mujer con la que se encontró en la calle Miraflores, situada en Santa Cruz de Tenerife. Es el último lugar en el que fue prostituida y ahora lo ha utilizado como portada de su libro. La mujer pagó al proxeneta y la sacó de allí. Ahora, Ferreira limpia su casa y la de toda su familia. Según ella misma cuenta, pudo escapar porque había dejado de ser interesante para los proxenetas. “Cuando estás envejecida, los mismos puteros van demandando mujeres jóvenes. Carne nueva, como ellos dicen”, relata. “Tú te conviertes en un bulto para ellos. Yo pasé de ser una prostituta de alto standing a ser una puta barata”, subraya. 

“Estoy fuera del sistema de prostitución. Tengo una cuenta en el banco. Tengo mi trabajo y cotizo. Mi vida ha cambiado mucho”, celebra. Además, agradece a las administraciones y organizaciones no gubernamentales como Médicos del Mundo o Las Oblatas por ofrecerle una red de apoyo muy grande que le permitió salir y no volver jamás. “Si yo hubiera seguido ahí, no estaría ahora hablando contigo. Estaba a punto de enloquecer”, reconoce. Cuando Ferreira era aún una mujer prostituida, ya tenía estrés postraumático. Entonces, comenzó con un tratamiento psiquiátrico y psicológico que tendrá que seguir “de por vida”.

Uno de los pasos más decisivos que ha dado es romper lazos con su propia familia, que la vendió a la red de prostitución y que durante años se llevó la mayoría del dinero que ella recibía. “Yo vivía como un mendigo en España para que mi familia viviera bien en Brasil”, recuerda. “El problema que tienen muchas mujeres y niñas, sobre todo en Latinoamérica, es alejarse de su familia proxeneta. Yo no quiero saber nada de ellos”, afirma. 

''Igual que yo he pasado más de 30 años en el sistema de prostitución, hay hombres que pasan más de 30 años consumiéndola. Sería un milagro que lo dejaran, por eso preferimos trabajar en la prevención”

Ferreira logró salir de la red de proxenetismo, pero asegura que el maltrato continúa fuera del sistema prostitucional. “Cuando nos convertimos en supervivientes, somos ridiculizadas y hablan mal de nosotras, pero estamos aquí para luchar. Yo no quiero que ninguna mujer pase lo mismo que ha pasado conmigo y con otras mujeres en el mundo”, defiende. Para ella, la prostitución “nunca puede ser un campo laboral para las miujeres en el mundo”. “Donde hay miseria, pobreza y falta de opciones, no hay libertad”, apunta. 

La superviviente no solo ha tratado de sensibilizar a la población a través de su libro, sino que también imparte charlas en institutos de Canarias. “Igual que yo he pasado más de 30 años en el sistema de prostitución, hay hombres que pasan más de 30 años consumiéndola. Sería un milagro que lo dejaran, por eso preferimos trabajar en la parte de prevención”, explica. “Con las niñas, para que no sean futuras mujeres prostituidas. Con los niños, para que no sean depredadores sexuales. La base está en la educación”, concluye. 

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