Salvar vidas mediante la inmunización
La Organización Mundial de la Salud ha promovido del 14 al 30 de abril la Semana Mundial de la Inmunización, que tiene por lema Humanamente posible: Salvar vidas mediante la inmunización. Además, este año se conmemora el 50 aniversario del Programa Ampliado de Inmunización de la misma organización y se reconocerán los esfuerzos colectivos para salvar y mejorar la vida de la población, haciendo énfasis en la infancia.
No hay duda, que las vacunas son un logro importante de la salud pública. La erradicación de la viruela, en 1979, y la casi desaparición de la poliomielitis son ejemplos de ello. José Tuells destacaba los siguientes beneficios de la vacunación: beneficios sobre el control de la enfermedad, erradicando enfermedades y disminuyendo la carga de mortalidad y morbilidad; reducción de la gravedad de las enfermedades en el caso de que estas se produzcan; protección a los no vacunados ya que al reducirse la carga de enfermedad tendrán menor posibilidad de contagiarse; prevención de enfermedades relacionadas o incluso del cáncer (vacuna del virus del papiloma), y beneficios sociales y económicos derivados de la disminución de la carga de enfermedad (seguridad en los viajes, facilidad de los cuidados, aumento de los días trabajados, ahorro en gastos de salud…).
De todos modos, no todas las vacunas son iguales y es necesario valorar si los beneficios que se obtienen superan las reacciones adversas que pueden producir (seguridad de la vacuna). El miedo a los efectos adversos es una de las causas de la reticencia a la vacunación por lo que es muy importante dar a conocer las ventajas que se obtienen para el conjunto de la población.
A pesar de la importancia de la vacunación siguen existiendo importantes desigualdades entre países en la cobertura vacunal, siendo los países de altos ingresos los que tienen un mayor porcentaje de población vacunada, desigualdades que han aumentado después de la pandemia de la COVID-19 tal como ha mostrado un artículo científico publicado en The Lancet.
50 años de vacunación continuada en Barcelona
La ciudad de Barcelona ha sido pionera en la puesta en marcha de un plan de vacunación, que se inició en 1973 por parte del Instituto Municipal de Higiene del Ayuntamiento de Barcelona. Era un Plan de vacunación continuada de la población infantil de la ciudad. Además, el Instituto se comunicaba con las familias de los recién nacidos enviándoles el carné vacunal. A lo largo de estos 50 años, el calendario de vacunación ha ido evolucionando, pasando de proteger en sus inicios contra 8 enfermedades a 16 enfermedades en el año 2023. Asimismo, el calendario se ha ampliado a la población adulta.
Dos hitos recientes que también me gustaría destacar son, por un lado, que en el año 2023 la Agència de Salut Pública de Barcelona inició el nuevo Sistema de Vigilancia de Vacunas de Barcelona (VigiVacBcn) con el objetivo de monitorizar el estado de inmunización de la población de la ciudad mostrando datos por edad, sexo y territorio. Por otro lado, está realizando un proyecto de investigación para evaluar la efectividad de una intervención que aborda la reticencia vacunal de las familias en las consultas de pediatría.
Vacunación frente a la COVID-19
Con todo, no podemos perder de vista los intereses de las empresas farmacéuticas (big-pharma) en la vacunación. Un ejemplo lo encontramos durante la pandemia de la COVID-19. A pesar de que las vacunas se obtuvieron en un tiempo récord las corporaciones obtuvieron unos beneficios enormes y no facilitaron que la vacunación fuera equitativa a nivel mundial.
Tal como describe el centro holandés SOMO, que investiga grandes corporaciones a nivel mundial, los siete mayores productores privados de vacunas contra la COVID-19 que son Pfizer, BioNTech, Moderna, Sinovac, AstraZeneca, Johnson & Johnson y Novavax, recibieron financiamiento gubernamental por un total de al menos 5.800 millones de dólares para el desarrollo de las vacunas y medicamentos contra la COVID-19. Pero solo las empresas Pfizer, BioNTech, Moderna y Sinovac generaron importantes ganancias que SOMO ha estimado en un total de alrededor de 90 mil millones de dólares de sus productos relacionados con COVID-19 durante 2021 y 2022, ganancias que han beneficiado enormemente a sus inversores y que no les impidió aumentar el precio de las vacunas.
Hay que destacar que, tal como señaló Amnistía Internacional, detrás de estas corporaciones hay grandes inversores que también tienen responsabilidades como Vanguard Group Inc., que posee acciones de AstraZeneca, Johnson & Johnson, Moderna, Novavax y Pfizer cuyo valor total supera los 66.000 millones de dólares y BlackRock Inc. tiene 62.000 millones de dólares invertidos.
A pesar de todo el esfuerzo en gasto público y los enormes beneficios generados, la vacunación no llegó a la población de todos los países. La Organización de las Naciones Unidas y otras organizaciones abogaron para que las vacunas fueran accesibles a nivel mundial en función de las necesidades e independientemente de la situación económica. Pero esto fue imposible debido a varios factores y sobre todo por los intereses de las grandes farmacéuticas, que no liberaron las patentes y no facilitaron la producción de vacunas por parte de otros países, y también porque los países de altos ingresos reservaron la mayoría de las vacunas que se iban a producir. Así, en septiembre de 2021, solo el 3% de la población de los países de ingresos bajos había sido vacunada con al menos una dosis mientras que en los países de altos ingresos este porcentaje era del 60%.
Está claro que las vacunas han ahorrado muchísimas muertes y enfermedades, pero es de imperiosa necesidad avanzar para que tanto la investigación como la distribución y accesibilidad de las vacunas vayan dirigidas a la población de todo el planeta y no a la de los países de altos ingresos o a los intereses de las grandes corporaciones.
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