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CV Opinión cintillo

Política para personas ¿sin personas?

19 de diciembre de 2023 19:18 h

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Durante la última semana me han dicho que los partidos políticos son trituradores de talento y maltratadores de personas. Pero yo creo que los partidos políticos, como todo en la vida, son las personas que los conforman. Al igual que las comunidades de vecinos, las asociaciones culturales o los casales falleros, los partidos políticos también son las personas y por lo tanto hay conductas individuales que no representan a la colectividad y que no se deben generalizar.

Puede que uno de los factores diferenciadores de los partidos políticos con respecto a otras agrupaciones estructuradas de personas sean las relaciones con el poder. Me explico: hay muchas personas que se sienten atraídas a participar en los partidos políticos PARA PODER (verbo) generar un cambio en la sociedad, para mejorar la vida de las personas y por un sentimiento de responsabilidad cívica pero, por el contrario, hay otras tantas que lo hacen POR EL PODER (sustantivo), por un deseo de control, desarrollando conductas despóticas, con el objetivo de sostener su propia posición de privilegio y promocionar sus propias carreras. Viene a ser lo más parecido a hacer políticas para las personas, pero sin las personas, o por encima de las personas. Así que cuando entra en juego esta variable del PODER inevitablemente entran en juego también, miedos, egos e intereses personales.

Yo militaba en el partido del esfuerzo, de los afectos y las sonrisas, en el que primaban los cuidados y el buen trato, en el que se apreciaba la discrepancia como elemento enriquecedor del debate y de las posiciones políticas. Se valoraba el hecho de tener criterio y se encajaba la diversidad como valor. Yo militaba en un partido en el que lo importante era la vocación de servicio público, la responsabilidad para con la ciudadanía y la capacidad transformadora de la sociedad para mejorar la vida de todas las personas.

Pero eso ha cambiado. El discurso externo puede parecer el mismo, pero los hechos los contradicen al extremo. Para la actual dirección de Iniciativa-Compromís, lo importante es aplacar cualquier tipo de divergencia, establecer un pensamiento único y prescindir de cualquier persona que no coincida o confluya con sus ideas. Se encuentran en una situación, de tal manera frágil, que todo lo perciben como una amenaza, un boicot, una conspiración, toda idea va en su contra, como si de una paranoia se tratase. Además, y por lo que hemos visto estos días, parece que seguir trabajando en una de las áreas que han sido estandarte de Compromís, como son las políticas sociales, la atención a las personas dependientes, la protección de las personas mayores y de los Servicios Sociales, ya no se considera deseable. Hay tanta preocupación por cuestiones internas y tantas amenazas invisibles que se olvidan de hacer política y con ello, de las cosas realmente importantes: las personas.

Cuando me propusieron que asumiera la dirección general del Imserso, me pareció una preciosa forma de poner en valor todo el trabajo que el Gobierno del Botánico ha hecho en estas legislaturas, reconocer el cambio social que desde la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas hemos impulsado en estos años, me hizo ver una oportunidad para hacer políticas trasformadoras para, por y con las personas mayores y las personas en situación de dependencia. Pero sobre todo me pareció de una gran agudeza y visión estratégica, por parte del ministro, poner a una persona de la Comunidad Valenciana, por lo que ello comporta a la sociedad en general, pero también por la importancia e implicaciones con un sector productivo como es el turístico, y en particular el valenciano. También hay una agenda valenciana que necesita de la acción del Gobierno de España.

Es una lástima, pero esto no se va a producir. El veto de mi partido lo impide.

Podría llegar a entender un debate político sobre la pertinencia de entrar o no en el gobierno, e incluso me parecería un criterio legítimo no entrar (aunque no lo comparto), pero lo cierto es que no hay órgano, del que hasta ahora ha sido mi partido, que esté discutiendo estas cuestiones. Lo que me resulta difícil de entender es que sin haber convocado a los órganos de decisión, ni de Iniciativa, ni de Compromís, se amenace con romper la gobernabilidad, se asuman posturas inflexibles respecto de mi posible nombramiento, no se permita atender a ningún razonamiento o vía de solución y que todo ello derive en una persecución hacia mi persona. No es aceptable que limiten la libertad de una persona para decidir sobre su postura política, sobre su propia vida, y la censuren por el hecho de su afiliación y haber defendido los valores y principios que se compartían. Ante esta situación, tomé la decisión de darme de baja de afiliación. Desde ese momento ya no tenía sentido decidir por mí, pero aun así, han seguido manteniendo su postura inflexible y autoritaria.

Escuchaba unas declaraciones de Alejandra Jacinto (Podemos) en las que reflexionaba sobre su situación, sus posicionamientos y sobre la cultura de la dimisión, entendiendo ésta como las personas que deciden irse, dejar un trabajo, dejar paso a otras, abandonar un proyecto… y aunque esto ocurre socialmente, considero que, en muchos casos, es consecuencia de una cultura de la explotación, de la falta de respeto, que premia el seguidismo y la mediocridad y no promociona el pensamiento autónomo. Por tanto, no deberíamos hablar de una cultura de la dimisión, sino más bien, de una cultura del respeto, de la dignidad, de la consideración personal y de tolerancia cero ante cualquier maltrato.

Un partido político que aspira a cuidar a las personas y desplegar políticas de alto impacto en la ciudadanía no debe externalizar las “culpas” de sus fracasos en la colectividad, ni en las circunstancias. Cada persona debe asumir las consecuencias de sus actos y dar cuenta de ellos. La responsabilidad, el respeto y la consideración es también una cuestión política. Su exigencia es una reclamación activamente política. La asunción de esos valores marca la diferencia entre unos partidos y otros.

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