Mientras una de cada 8 personas pasan hambre en el mundo, el 80% de los más pobres son agricultores
Los alimentos pueden servir para mucho más que para llenar estómagos. Las personas que los producen no sólo pueden alimentarse, sino generar los recursos suficientes como para asegurar la educación de los hijos, permitir a la mujeres ganar independencia y luchar por sus derechos o evitar enfermedades. Esta es la idea principal de la campaña “Alimentos con poder” a través de la que IOxfam Intermón pretende llamar la atención de la ciudadanía sobre la capacidad que tienen para transformar vidas de personas vulnerables.
Según informa la organización en un comunicado, hoy en día una de cada ocho personas del mundo pasan hambre (unos 842 millones en total, según los últimos datos de Naciones Unidas) y unos 2.000 millones padecen malnutrición en un mundo donde se produce comida suficiente para alimentar a todos sus habitantes y donde el 80% de la población más pobre del planeta vive en zonas rurales en países en desarrollo y son agricultores.
Manteniendo el foco en este problema, la organización centra la atención en las soluciones, mencionando casos concretos donde un cambio ha sido posible. “Antes, si el papá no tenía dinero el niño se quedaba en casa y no iba a la escuela. Gracias a el centro colectivo de procesamiento de arroz de Bagré, que nos permite ganar un poco de dinero, los niños pueden estudiar. A veces incluso podemos ayudar al marido si el dinero no le alcanza para trabajar en el campo. Esto nos ha permitido hacer muchas cosas”. Habla Mariam Nana, presidenta de la Unión de Vaporizadoras de Arroz de Bagré. Se dedican a la cocción al vapor de arroz, una práctica tradicional de las mujeres de África del Oeste, que permite mantener mayor cantidad de nutrientes.
Nana recuerda que cuando se estrenó el centro de Bagré las mujeres formaban 10 agrupaciones con 234 miembros. Tres años después, son 18 agrupaciones con 460 miembros. Con ello, estas mujeres han pasado a influir en las decisiones del hogar gracias a recibir ingresos propios.
Es uno de los ejemplos de comunidades que producen sus propios alimentos y disponen de los recursos necesarios para dotarlos de un valor añadido para mostrar cómo las personas que trabajan en esto pueden ya no sólo alimentarse, sino transformar sus vidas.