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OPINIÓN

“Protege a tu hijo”

Un momento del pleno del pasado jueves en la Asamblea de Extremadura.

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“Protege a tu hijo”. Lleva días martilleándome la cabeza esta frase desde que una diputada del PP me la dijera durante el pasado Pleno de la Asamblea de Extremadura. ¿De quién? ¿De qué? ¿De dónde viene el peligro? Creo que es obvio que los hijos son algo tan sagrado que no hay justificación posible para interpelar a nadie con esa frase, y menos después de un debate acalorado donde precisamente mi postura era exponer la importancia de una educación sexoafectiva integral y reglada que construyera sociedades libres de violencia, más respetuosas y tolerantes. El grave encontronazo hace que crea aún con más firmeza la necesidad de esta educación como herramienta de transformación social. Una sociedad donde hablar de abusos infantiles parece tabú para las derechas pero cuyas cifras son escalofriantes. Y es que según Save The Children las cifras de abusos sexuales a menores en España podrían situarse en torno a las 1.600.000 víctimas.

La violencia política hacia las que queremos construir un mundo más digno, solidario, habitable y tolerante se ha instaurado en las instituciones y casi parece algo intrínseco a su actividad. Si salí del pleno después de que la señora Sandra Valencia, diputada del PP, me dijera “protege a tu hijo”, fue para interponer una denuncia ante la Policía porque me niego a normalizar la violencia política y porque creo que hay límites que no se pueden sobrepasar y, últimamente, el panorama político en nuestro país es espeluznante.No soy la única ni muchísimo menos que ha recibido amenazas. En muchos municipios, por desgracia, es el pan nuestro de cada día. Pretenden disciplinarnos para que nos pensemos dos veces participar en política porque no pueden comprarnos. 

“Protege a tu hijo”. ¿No es precisamente esa nuestra responsabilidad como madres y padres? Si no protegemos a nuestros hijos e hijas algo estamos haciendo mal seguro. Pero ese también es el problema, y es que la protección de la infancia no debe de recaer exclusivamente en los hombros de las familias, debe ser una tarea de toda la sociedad en su conjunto. ¿Son nuestros hijos nuestra propiedad? Para los señores de Vox sí. Sin duda creen que los niños y las niñas deben ser educados bajo los prejuicios morales de los padres y madres, pero eso no es así. Los niños y niñas son individuos con derechos, como el derecho a recibir una educación libre de homofobia, de machismo, de racismo, de odio, de miedo, de violencia…

“Protege a tu hijo”. ¿Cómo protegerlos cuando lo que caen son bombas del cielo y no hay agua, ni luz, ni comida? ¿Cómo protegerlos cuando un cayuco en un mar embravecido es más seguro que la tierra firme?

Me pongo en la piel de las madres palestinas y se me rompe el alma sabiendo que es imposible escapar de esa ratonera en la que el Gobierno israelí ha convertido la Franja de Gaza y donde más de 1.600 niños y niñas han sido asesinados ya en la última semana (que se suman a los miles que lleva el conflicto a sus espaldas desde hace décadas). ¿Cuántos niños y niñas más tienen que morir en Palestina por la “legítima defensa de Israel”? ¿Cuántos más serán necesarios para saldar la deuda de sangre por el crimen de Hamas?

Me pongo en la piel de una madre senegalesa que ve que para huir del hambre y de la miseria debe de arriesgar la vida de sus hijos en un viaje incierto y peligroso y pienso en la valentía que hay que tener y también en la desesperación que te debe invadir.

¡Qué difícil proteger a nuestros hijos e hijas cuando el mundo es tan injusto, tan insolidario y tan cruel!.

“Protege a tu hijo”. Son sólo cuatro palabras pero encierran la misión más importante, la más sagrada y dura y también la misión por la que muchas daríamos la vida y otras muchas la están dando ya.

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