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OPINIÓN

Almaraz, por siempre jamás

La Central Nuclear de Almaraz, en una fotografía de archivo. EFE
17 de septiembre de 2022 19:29 h

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El 1 de mayo de 1981 comenzó a funcionar la Central Nuclear de Almaraz. 41 años tiene ya la “niña”, o más bien la “abuela”, porque es la central nuclear más vieja de España. Desde hace dos años está operando gracias a una prórroga concedida por el Ministerio de Transición Ecológica, pese a que durante sus cuatro décadas de vida se hayan registrado más de medio centenar de incidentes, algunos de ellos lo suficientemente alarmantes como el ocurrido en 2016 cuando los informes técnicos indicaron que no había las suficientes garantías para que las bombas de agua de la central, que evitarían un accidente, funcionaran con normalidad. Pese a eso, la central está operando. Y lo hará hasta 2028, si nada cambia.

El Plan Nacional de Energía y Clima, elaborado por la ministra socialista Teresa Ribera y abalado por la Unión Europea, contempla para 2035 como la fecha del desmantelamiento de todos los reactores nucleares del país. La posición del Partido Socialista es clara a este respecto, apuestan por el fin de la energía nuclear en España. Sin embargo, la postura del PSOE extremeño no está tan clara. Varía en función de sus intereses electorales. Y para muestra, un botón. En la década de los 90 abogaban, e incluso se llegó a solicitar formalmente desde la Asamblea de Extremadura, con el voto favorable del PSOE, por un calendario de cierre para Almaraz. Sin embargo, su posición ha ido cambiando según se acercaba la fecha de cierre sin que hubieran diseñado ningún plan alternativo para la comarca de Campo Arañuelo. Y siguen sin hacerlo.

La verdad es que no terminan de aclararse del todo, y por el camino terminan comprándole el discurso a la derecha más rancia de la región. Aseguran que apuestan de forma decidida por la energía renovable, pero a la hora de la verdad terminan apretando el botón de la nuclear. ¿Por qué lo hacen? Pues por ganarse un puñado de votos en Campo Arañuelo, a base de prometer que Almaraz no se cierra y que tendremos la gigafactoría de baterías de litio, a pesar de que el Ministerio de Industria ha rechazado el PERTE.

Por mucho que en Europa el lobby nuclear haya conseguido que se la catalogue como energía verde lo que sí que está claro es que la energía nuclear es una energía contaminante (sus residuos siguen activos durante miles de años y son extremadamente peligrosos) y poco eficiente económicamente. Además seguimos dependiendo del uranio ruso en un elevado porcentaje. De hecho, la energía eólica ha sido la primera fuente de generación de energía en el año 2021, y este tipo y la solar son las fuentes más baratas de producción de energía eléctrica.

Extremadura es un oasis energético. Aquí se genera un 487 por ciento de la energía que consumimos. Lideramos la producción nacional en energía solar fotovoltaica, tanto en potencia instalada como en generación eléctrica. Y esto, que debería ser la oportunidad que nuestra tierra estaba esperando para empezar a ser una tierra soberana, dueña de su propio destino, se está convirtiendo en un capítulo más de la historia de expolio y saqueo al que llevamos asistiendo en los últimos 40 años. Quizás, el mejor ejemplo para explicar que seguimos siendo una colonia energética es que mientras se alicatan de placas fotovoltaicas los campos fértiles de nuestra tierra de manos del oligopolio energético, la Junta recorta en profesores para pagar la calefacción y la luz de los centros escolares.

La verdadera soberanía energética reside en potenciar el autoconsumo y las comunidades energéticas locales, que además son la fórmula para abaratar el coste energético. Aquí deberíamos ser pioneros en esto. Deberíamos comenzar por convertir los tejados de los edificios públicos en pilas energéticas, que distribuyan la energía en su comunidad, generando así una red propia, pública, sostenible y económica.

Esa es la única apuesta clara por un modelo energético que beneficie a Extremadura. Eso es tener ambición por nuestra tierra. El resto, las mismas recetas de siempre.

*Irene de Miguel, portavoz de Unidas por Extremadura

 

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