La primera vivienda cooperativa de La Rioja avanza: “Es una fórmula que frena la especulación y baja los alquileres”
Las cooperativas de vivienda todavía no son una fórmula habitual pero, en un contexto en el que el derecho a la vivienda tambalea, cada vez son más los proyectos de características alternativos que surgen. En La Rioja se han iniciado varios proyectos en diferentes modalidades, pero por ahora ninguno se ha llevado a cabo y solo El Cootarro, que plantea una cooperativa de vivienda en cesión de uso en Logroño, continúa adelante. Son cautos con los plazos pero ya hay doce unidades familiares que se han sumando y “ojalá”, dicen, pudiera ser una realidad en 2027.
El Cootarro se formó en 2018, aunque como tantas cosas se frenó por la pandemia y se retomó en 2021. Un grupo de personas estaban buscando vivienda y ideando que fuera en el formato de cesión de uso. “Tenemos un objetivo político, buscamos acabar con la especulación. Si no eres el dueño de tu vivienda no vas a poder venderla a un precio mucho más caro ni alquilarla con precios desmesurados, como está ocurriendo ahora”, explica Íñigo Alonso, uno de los miembros de lo que actualmente es la asociación El Cootarro de la que nacerá la cooperativa.
Si no eres el dueño de tu vivienda no vas a poder venderla a un precio mucho más caro ni alquilarla con precios desmesurados, como está ocurriendo ahora
La cooperativas de vivienda no son una fórmula nueva, pero habitualmente se utilizaban para realizar una promoción de viviendas y después se disolvía quedando como una propiedad horizontal. La novedad que va a impulsar este grupo de familias es la cesión de uso, con la que “la cooperativa de vivienda siga siendo la propietaria de la vivienda”. Des esta manera, explica Alonso, “no vamos a ser propietarios de forma independiente de cada piso sino que toda la promoción pertenece a la cooperativa”.
En este momento, las personas que forman parte de El Cootarro están realizando formaciones y son guiados por una asesoría de Zaragoza llamada La Replazeta, especializada en procesos de covivienda colaborativa. “Estamos aprendiendo lo que significa poner en marcha una cooperativa de vivienda, estatutos, lo que supone a nivel económico y legal, dando pasos en formación y en unión entre nosotros, también con interés de que más gente se una al proyecto”, apunta uno de sus miembros.
La intención es encontrar una parcela donde construir un bloque de viviendas o un edificio para rehabilitar. En cuanto a los pagos, primero se hace una aportación incial para poner en marcha la cooperativa y después se pagan unas cuotas mensuales, que dependen del proyecto y del número de unidades familiares que se sumen y son equiparables a un alquiler, pero con dos diferencias importantes: esta cuota no varía y la cooperativa garantiza la continuidad en la vivienda.
Otro punto que tienen claro es qué pasa si un socio se va del proyecto. “Es interesante que aparte de los socios que vivan en esa vivienda haya una lista de espera y que ya sea porque una familia deja el proyecto o porque hay un fallecimiento, el sitio que se queda libre lo ocupe una nueva familia. Lo que aporta inicialmente se devuelve y es la nueva familia la que asume ese dinero”, apuntan.
Aportación social para el barrio
Los miembros El Cootarro tienen claro también el objetivo social de su proyecto y así se aprecia en varias de sus ideas. Por ejemplo, a la hora de pedir un crédico en el banco se lo conceden a la cooperativa, de manera que, según explica Íñigo Alonso, “alguien no tenga que verse abocado a no poder pagar la hipoteca, se cuenta con el respaldo de que entre todos tenemos que asumir esa responsabilidad”. También es habitual que la cooperativa de vivienda traiga aparejado un proyecto social para el barrio y es este caso, “sueñas un poco”, dice al respecto Alonso, y han pensado en que los bajos de a vivienda puedan ser un centro social, una biblioteca abierta o una sala multiusos. Además, “en alguno de los proyectos siempre hay una vivienda para acogida de personas refugiadas, con dificultades económicas...”, avanza.
Saben que “no es una panacea ni una solución mágica que vaya a resolver el problema de la vivienda”, pero sí defienden que en otras zonas proyectos similares han conllevado a un descenso de los precios de los alquileres en el entorno. Además, reivindican también que en esta modalidad de vivienda, “tú decides con quien te juntas para construir, sabes quienes van a ser tus vecinos, has tenido un trabajo muy importante de union y conocimiento del grupo y te involucras más en el diseño, la financiación...”.
Las cooperativas de vivienda en esta modalidad siguen siendo minoritarias en España, pero son una realidad emergente y ya con proyectos importantes en Cataluña y en Madrid, pero también en comunidades más pequeñas y cercanas como Aragón, Navarra o País Vasco. Sin embargo, en La Rioja aunque despegaron tres proyectos de diferentes modalidades, La Vereda en Medrano (rural) y Riojalar (senior) casi al unísono, solo El Cootarro continúa adelante: “hace falta mucho trabajo y el desgaste hace que los proyectos se atasquen y dejen de funcionar”.
En El Cootarro mantienen la ilusión y, aunque prefieren ser cautos con las fechas, no miran muy lejos en el horizonte. “Lo perfecto sería encontrar una parcela o un edificio para rehabilitar en 2025 y comenzar la obra después para que en 2027 sea una realidad”, dice Íñigo Alonso, consciente de que hay casos que van muy rápido pero también otros que encuentran trabas. No tienen presión por los tiempos y se centran en cumplir un objetivo social: “Nuestra realidad no es la necesidad imperiosa, sino el interés ideológico de frenar la especulación y reducir el precio de los alquileres, queremos poder cambiar el sistema con nuestra pequeña aportación”.
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