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Caos en las obras de Ponzano, la calle con más bares de Madrid: caídas, fracturas, tuberías pinchadas y baldosas mal puestas

Uno de los tramos de Ponzano en obras

Diego Casado

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El pasado 20 de septiembre, a las 7.00 de la mañana, comenzaron las obras de Ponzano, un lugar donde la hostelería se ha puesto de moda en los últimos años hasta convertirse en la calle con más bares de Madrid. Ese día, sus vecinos se encontraron con varios avisos de prohibido aparcar en tres de sus manzanas, sin que nadie les hubiera avisado de nada. El arranque era todo un spoiler de lo que iría sucediendo después: la Junta de Chamberí, responsable de los trabajos, no había advertido de la fecha de las obras ni había hecho público el proyecto, con el que pretendía ampliar las aceras de los tramos con mayor presencia de hostelería.

Unos días después comenzó el caos: los obreros levantaron a la vez las aceras de ambos lados de la calle y obligaron a los peatones a circular por las calzadas, a pesar de que el tráfico no estaba cortado. Las personas mayores -bastantes en este barrio- evitaban pasar por el lugar y, si lo hacían, debían pisar con cuidado para mantener la verticalidad. “He tenido que curar a tres personas que se cayeron en la acera”, recuerda Juanjo, el carnicero que trabaja al inicio de la calle. “Una señora se rompió un brazo delante de mi portal, otra recién operada de la espalda cayó en una zanja rellena de hormigón”, añade un portero del último tramo de obras, a preguntas de Somos Chamberí. “He estado todo el día recogiendo a gente del suelo, no ha habido medidas de seguridad suficientes ni prevención de riesgos”, lamenta.

Las caídas de decenas de personas son las consecuencias más graves del desastre organizativo de esta obra, que para acelerar plazos ha actuado a la vez en toda la zona que se reforma, en lugar de hacerlo por partes o arreglando primero una acera y después la otra, como sucede en la mayoría de trabajos municipales. La normativa de accesibilidad se incumple en numerosos puntos, según denuncian los vecinos y ha podido comprobar este periódico in situ, con ausencia de rampas en las alternativas peatonales y agujeros o salientes que provocan tropiezos al acceder a portales y tiendas. Faltan pasarelas en tres de las cuatro manzanas afectadas por los trabajos, donde se han sustituido por tablones o, directamente, por nada.

Pasar por Ponzano es una carrera de obstáculos. Y, si llueve, una pelea con el barro. “Hay vecinas que se llevan unos zapatos para atravesar las obras, porque se manchan, y otros guardados en una bolsa para el trabajo”, apuntan desde El Organillo, la asociación vecinal que replica las denuncias de los residentes. “Esto parece Beirut o Sarajevo”, dicen recordando escenas de guerras pretéritas.

Además de los equilibrios para atravesar su propia calle o esquivar coches por la calzada, los vecinos están sufriendo bastantes cortes en el suministro de agua, debido a que las máquinas han agujereado varias tuberías de la zona. Tienen contabilizados al menos siete, pero han podido ser más.

“Yo he estado sin agua dos veces, durante varias horas, en plena Navidad”, explica Carmen, una residente. El último corte del suministro se produjo el pasado lunes, con vertido en el cruce con Espronceda. Como se observa en este vídeo, los operarios usaron contenedores de basura municipales para recoger el agua. Una práctica habitual el del uso de estos elementos de las comunidades de vecinos por parte de los obreros, como también puso comprobar Somos Chamberí esta semana.

Una de la cotas más altas de las chapuzas en esta obra llegó a mediados de diciembre, cuando los trabajadores tuvieron que retirar las baldosas de una acera ya terminada porque había quedado demasiado inclinada.

De la noche a la mañana, una excavadora deshizo toda la acera frente al número 40 y luego enfrente, a la altura del 37. “Parece que les había quedado con demasiada inclinación y tuvieron que rehacerla de nuevo”, recuerdan los testigos del desmantelamiento.

Una de las dudas y temores que asaltan a vecinos y comerciantes de Ponzano es precisamente la pendiente y el futuro desagüe de la calle cuando se produzcan lluvias. Las precipitaciones de diciembre ya inundaron algún portal debido a que las primeras aceras colocadas tienen bastante altura y actúan como un tobogán hacia el interior de las viviendas cuando se producen aguaceros. “La solución que nos dan es crearnos un escalón delante”, se queja una portera de la calle.

Prisas y subcontratación

El área de Obras delegó en la Junta de Chamberí la ejecución de estas obras, un empeño de su concejal-presidente, Javier Ramírez (PP). El proyecto incluye actuar sobre 600 metros de la calle para eliminar una de las bandas de aparcamiento y ampliar las aceras por igual, cambiando las luminarias, añadiendo algún banco y dejando una sola fila de estacionamientos en línea. Fuentes de la Junta explican a este periódico que “el objetivo es mejorar la accesibilidad, dotar de mayor espacio al peatón, mejorar el alumbrado y alcantarillado y renovar el mobiliario urbano, además de reducir el tráfico de vehículos, impidiendo la doble fila y, por lo tanto, reducir contaminación y ruidos”.

Las obras siempre generan quejas entre los que las padecen, pero el nivel de malas prácticas expuesto hasta ahora convierte la de Ponzano en la más conflictiva del Ayuntamiento de Madrid durante esta legislatura. ¿Qué es lo que ha generado este caos? La situación ha sido de tal gravedad que hasta el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, pidió disculpas esta semana por las molestias a los vecinos y agradeció “su paciencia”, antes de explicar que las obras acabarán “la primera semana de febrero”. La Junta de Chamberí, por su parte, se excusa por “la complejidad de las obras”, que deben permitir el paso a los aparcamientos, “muy numerosos”.

Vecinos y comerciantes achacan sin embargo los problemas a las prisas por inaugurar antes de las elecciones y a las numerosas subcontrataciones que se han dado en la obra. Un paseo por los trabajos basta para comprobarlo: esta semana se observaban operarios con chalecos de hasta tres empresas distintas, ninguno de ellos perteneciente a Serveo, la compañía a la que se adjudicaron los trabajos. Hay rumores de impagos a alguna de las subcontratas, de inexperiencia en alguna de las compañías implicadas... pero oficialmente nadie confirma nada.

Este lío de empresas hace que en cada tramo de la calle se trabaje de forma distinta y los plazos incluidos en el proyecto de obra -al que tuvo acceso Somos Chamberí- se estén incumpliendo de forma sistemáticas. Como muestra de ello quedan los carteles en algunos de los tramos de la calle, donde se anunciaban los cortes al tráfico:

En teoría, el tramo de Ponzano entre Santa Engracia y José Abascal iba a estar interrumpido al tráfico durante solo tres semanas, a contar desde el 3 de octubre. Tres meses después, las zanjas siguen abiertas y ningún coche puede pasar por allí. A la vez, los vecinos han colocado sus propios carteles informativos sobre la obra debajo de los del Ayuntamiento quejándose por la obra, que consideran “innecesaria”.

La Junta de Chamberí asegura que solo ha recibido “una decena de quejas formales, sobre todo de señalización de las obras”, que quedaron “subsanadas” por la contrata. “La comunicación con la empresa es constante con el objetivo de solucionar o mejorar cualquier circunstancia que se pueda presentar”, añaden.

“Amplían aceras para colocar terrazas”

¿Por qué se amplían ahora las aceras de Ponzano? ¿Por qué se actúa solo en 600 metros de los 1.200 de los que consta la calle? Vecinos y comerciantes no hosteleros lo tienen muy claro: “Para colocar terrazas, antes no cabían”, explican a este periódico. Efectivamente, el nuevo ancho de aceras será de 5 metros, suficiente para que los bares, restaurantes y discotecas puedan pedir un permiso para desplegar sus veladores. “Los comercios de toda la vida no les importamos, solo atienden a la hostelería”, lamenta el carnicero antes citado, en un negocio que lleva desde 1930 atendiendo a los vecinos de Chamberí.

La conversación en torno a las terrazas es algo capital en Ponzano desde la pandemia. Para capear la crisis de la hostelería asociada al Covid, el área de Vicealcaldía las autorizó sobre calzadas, si las aceras eran demasiado estrechas como en el caso de esta vía del barrio de Ríos Rosas. “A los vecinos nos dieron a elegir entre coches o terrazas”, lamentan los residentes. El resultado fueron decenas de veladores sobre el asfalto, que tuvieron que ser retirados por completo esta semana debido a la entrada en vigor allí de una nueva Zona de Protección Acústica Especial (ZPAE). Algunos de los palés que las albergaban están ahora entre los escombros de las obras.

Hasta 190 bares han tenido que levantar sus terrazas en la nueva ZPAE de Trafalgar-Ríos Rosas, la mayoría de ellas en Ponzano. Muchos podrán pedir permiso para colocar de nuevo mesas y sillas en cuanto acaben las obras de la calle. Desde El Organillo creen que el Ayuntamiento esperará hasta después de las elecciones para otorgar las autorizaciones y así no quedar en evidencia de que la obra estaba pensada para los hosteleros y no para los residentes, como se ha insistido desde la Junta de Chamberí durante los últimos meses.

En las reuniones con Javier Ramírez él reconoce que permitirá las terrazas que sean legales según la ordenanza, y siempre insiste en que la obra “es para los vecinos”, pero otra vecina de la calle que habló con él no tiene dudas: “Esto está hecho a la medida y a la demanda de la hostelería, el que no lo quiera ver es tonto”.

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