¿Qué hay de lo mío?
Miércoles, 29 de abril de 2020. Dar la vuelta a la cuarentena. Parece que un equipo “multidisciplinar” -qué palabra tan fea para un concepto tan bonito- ha estado trabajando en silencio y con cierto tiempo para idear un método de recuperación de la vida normal. De la nueva normalidad como han bautizado a la nueva época. Y se han inventado lo de las fases y han creado como unidad de gestión, como espacio de maniobra de la transición, a las provincias. Y aquí ardió la de Dios. Las comunidades autónomas no sirven como límite, algunas son demasiado grandes y con realidades sociales y sanitarias muy diferentes. Pues entonces tomemos las provincias. La gente cuando le preguntan de donde es, contesta: soy de Jaén o de Albacete o de Tarragona. Por mucho que lo neguemos la identificación provincial surge de modo natural. Y como espacio administrativo tenemos a las diputaciones y las redes periféricas del estado central que se siguen organizando por provincias. También las redes de servicios de las comunidades suelen ser provinciales. Incluso las áreas sanitarias en la mayoría de las ocasiones.
El efecto frontera dicen. Los de Ribadeo no pueden cruzar el puente de los Santos para llegar a Castropol por ejemplo que está al otro lado de la Ría pero es otra provincia y sin embargo pueden ir al confín suroccidental de Lugo a casi 200 km donde no se les ha perdido nada. La verdad es que con la división por CCAA o por comarcas les hubiera pasado lo mismo.
Y otros muchos efectos. Los de los bares dicen que el 30 por ciento de las terrazas es poco. Que no abrirán. A lo mejor se creen que de entrada la gente les iba a llenar las mesas. Y así todo. Ya no me meto con la posición de los partidos o de los gobiernos autonómicos. Estamos en guerra de discursos y haga lo que haga el gobierno tendrá su oposición. Mantengo que esto es consustancial al grado de deterioro general de nuestro actual sistema constitucional, desbordado desde hace ya mucho tiempo. La crisis sanitaria sólo, por cierto que solo ya se puede volver a escribir con acento, ha hecho que exhibir sin pudor nuestras debilidades. Por mucho que nos hayan vendido la moto, el estado español no tiene nada de federal. Ni para lo bueno ni para lo malo.
De todas formas creo que estas derivadas no le interesan nada a las personas. Lo nuestro es saber con quién dejamos a los niños que no vuelven a la escuela. Hasta cuándo vamos a tener que llevar la mascarilla. Y cuándo voy a poder cruzar las fronteras. Las que ustedes me digan. Yo solo quiero llegar a la provincia de Lugo, a Ribadeo, y una vez allí que me dejen pasar a Asturias a darme un homenaje en Casa Vicente de Castropol. Lo demás, verduras de las eras. Anda que no es difícil colocar esta frase tan bonita. Casi al final del Diario.
Por cierto, a título informativo, ayer se estrenó el documental sobre Chamberí en el que participo. Muy fronterizo. Los de Chamberí somos gente de frontera. Los primeros que saltamos la cerca del viejo Madrid. Ojo con nosotros.
Hasta mañana que ya queda poco.
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