CONVIVE Fundación Cepaim lamenta profundamente la muerte de al menos 79 personas como consecuencia del naufragio de un pesquero con cientos de personas migrantes a bordo en las costas griegas. A las puertas de la celebración del Día Mundial de las Personas Refugiadas, el próximo día 20 de junio, volvemos a tener que condenar la muerte, hasta el momento de 79 seres humanos, así como la posible desaparición de cientos de ellas en lo que ya es la mayor tragedia humanitaria vivida en el Mediterráneo en lo que va de año.
Tragedias, que, por desgracia, se suceden y continúan en un Mar, que lejos de ser un puente para la esperanza y un lugar para el encuentro, se ha convertido en una de las rutas migratorias más mortíferas del planeta. Nos encontramos, además, ante el trimestre más mortífero para las personas migrantes en el Mediterráneo desde el año 2017 rebasando ya la cifra de las 500 muertes en lo que va de año, de acuerdo con cifras de la Organización Internacional para las Migraciones.
Hablamos de la pérdida de vidas de seres humanos, de trayectorias, de rostros con identidad, familia y sueños, hablamos de la pérdida de personas que huyen de conflictos, de situaciones sociales, políticas o económicas insostenibles, de seres humanos que huyendo de la muerte se encuentran con ella en el mar de sus sueños.
Hablamos de niños y niñas soñando con un futuro de oportunidades, de paz y de convivencia. De familias que pese al sufrimiento de dejar su lugar de origen se encuentran con un mar que los devora ante la ausencia de vías legales y seguras para su proceso migratorio. Vías legales que venimos reclamando desde Convive Fundación Cepaim y que seguiremos exigiendo cuantas veces sea necesario.
Hablamos de sueños truncados, de vidas rotas, de esperanzas ahogadas en un Mar Mediterráneo que un día fue un espacio de intercambio de culturas, de recursos, de personas e ilusión. Hablamos de la continuidad de las muertes en el Mediterráneo en plena negociación por el Pacto Europeo de Migración y Asilo.
Negociaciones donde, lejos de avanzar con paso firme hacia una Europa garante de los Derechos, de una Unión Europea construida bajo los pilares de la convivencia, parece hundirse en las aguas de la Europa fortaleza, de la Europa del retorno y de la detención migratoria, tal y como el propio Consejo de la UE ha adoptado recientemente en su posición sobre la Regulación del Procedimiento de Asilo (APR) y en la Regulación sobre control migratorio y asilo (RAMM) hace menos de una semana.
Necesitamos avanzar urgentemente en un Pacto acorde a los Derechos Humanos, un Pacto centrado en elementos de solidaridad con reubicaciones obligatorias, un Pacto donde el patrocinio de retorno sea sustituido por un patrocinio por la igualdad, la convivencia y la interculturalidad en Europa, un Pacto en definitiva que apueste de manera decidida por establecer vías legales y seguras, que devuelva al Mediterráneo la esperanza y que preserve la vida, la convivencia y la protección de los Derechos Humanos frente a la hostilidad, el odio y la muerte.
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