Luz Zalduegi, una veterinaria pionera que inspiró a la siguiente generación de científicas
Nadie pone en duda la importancia que tienen los referentes para niñas y niños. En el caso de las jóvenes, tener un ambiente familiar favorable a que las mujeres estudien fue esencial para Luz Zalduegi Gabilondo en los años 30 del siglo pasado. Si, además, tu propia madre es una investigadora apasionada, es más fácil que la ciencia sea una opción de futuro: ese fue el caso de Pilar Carbonero Zalduegi, la hija de Luz.
La veterinaria como vocación
El 1 de junio de 1914 nacía en el municipio de Mallabia (Vizcaya) Luz Zalduegi Gabilondo. Era la hermana menor de Miguel Félix, Florencio y Pilar. Su padre, Félix, era secretario del ayuntamiento y su madre, Josefa, ama de casa. La familia envió a sus hijas e hijos a estudiar a Vitoria-Gasteiz.
En 1928, Miguel Félix fue a Madrid a cursar la carrera de veterinaria y le acompañó el resto de sus hermanos. Tras terminar el bachillerato, Luz decidió estudiar la misma carrera que su hermano mayor. Aunque su familia le pidió que lo pensara y cursara magisterio (como Florencio y Pilar), Luz insistió en que su vocación era la veterinaria.
Su decisión tenía mucho que ver con el trabajo del padre de sus amigas Paquita y María Roldán, quien administraba el matadero municipal de Madrid. Las tres niñas visitaban con frecuencia a Roldán en su trabajo y conversaban con los veterinarios, que les explicaban los pormenores de sus tareas.
A Luz no le gustaba todo lo que allí se hacía, pero le atrajo la labor realizada en los laboratorios del centro, en especial la producción de suero y vacunas y los análisis de alimentos. Así que, en el curso 1930-1931, inició sus estudios en la Escuela de Veterinaria de Madrid junto a su amiga María. Ambas formaban parte del reducido grupo de cuatro mujeres entre los casi doscientos estudiantes de primer curso de esa licenciatura.
El primer año se matriculó por libre a petición de su hermano: él realizaba el tercer curso de veterinaria y pensaba que Luz acabaría por dejar la carrera. Pero ella obtuvo unos excelentes resultados y en el curso 1931-1932 se matriculó oficialmente. En julio de 1935 finalizó su carrera con la calificación de sobresaliente. Fue la tercera mujer veterinaria de España tras María Cerrato Rodríguez (licenciada en Córdoba en 1925) y Justina González Morilla (licenciada en León en 1928), y la primera mujer vasca en obtener ese título.
De vuelta a casa
Luz aprobó las oposiciones para ser inspectora municipal en julio de 1936. Pero la Guerra Civil la obligó a regresar a Mallabia. Durante unos meses, hasta que Vizcaya cayó en manos de los franquistas, Luz se hizo cargo del control alimentario de los comedores sociales.
Algo más tarde consiguió una plaza de inspectora municipal en Bermeo. Allí puso en práctica sus conocimientos de bromatología, centrándose en el análisis de pescados y leche tanto en el puerto como en el mercado y en las fábricas de conservas. A finales de 1939 consiguió trabajo como inspectora en el Ayuntamiento de Eibar. Lo dejó poco tiempo después, en julio de 1940, para casarse con Leandro Carbonero Bravo, un compañero de estudios.
De Vizcaya a Marruecos
Tras finalizar la Guerra Civil, Luz y Leandro comenzaron a prepararse para acceder al cuerpo de veterinarios en el Protectorado de Marruecos. Luz no pudo realizar las pruebas: aunque presentó la documentación y preparó el programa, el mismo día de la oposición, el jefe de los servicios la convocó. Le dijo:
Ante estas palabras de desánimo, Luz decidió retirarse. De hecho, en la siguiente convocatoria de estas oposiciones ser varón se impuso como una condición necesaria para examinarse.
Leandro sí pudo presentarse a esa oposición, la aprobó y el matrimonio se mudó a Marruecos. Allí vivieron cinco años, durante los cuales nacieron sus dos hijas mayores: María Rosa y Pilar (Luz y Luis Félix lo hicieron en España). Cuando su marido estaba ausente, Luz le sustituía y realizaba las inspecciones en el matadero y en el mercado. En ocasiones tenía que soportar comentarios despectivos por parte de algunas personas que desconocían que ella también era veterinaria.
En 1945 preparó las oposiciones al Colegio de Veterinarios de España y las aprobó. Este título le permitió trabajar en el Instituto de Biología Animal, donde investigó la fiebre aftosa del ganado (bovino, ovino, porcino y caprino), una enfermedad provocada por un virus y altamente contagiosa.
De ese Instituto pasó a la Dirección General de Servicios Agrícolas, donde dirigió el Departamento de Investigación y Educación. Desde 1955 hasta su jubilación trabajó en el Departamento de Estadísticas Agrarias del Ministerio de Agricultura. También fue presidenta del Consejo Superior Agrario entre 1982 y 1984.
Luz nunca perdió el contacto con el País Vasco. En 1995, el Colegio de Veterinarios de Guipúzcoa le rindió un merecido homenaje y, en junio de 2014, los Ayuntamientos de Mallabia y Zaldibar agradecieron su labor como primera veterinaria del País Vasco.
Una inspiración para su hija
Pilar Carbonero Zalduegi es una de las hijas de Luz y Leandro. Su madre fue una inspiración para ella. Pilar es una reconocida ingeniera agrónoma, impulsora de la biotecnología vegetal, precursora en la investigación sobre plantas transgénicas en España.
Como su madre, también ha sido una pionera. En 2003 se convirtió en la primera mujer en ingresar en la Real Academia de Ingeniería. Como Luz, Pilar ha optado por trabajar en un sector tradicionalmente masculino. Las dos son magníficos referentes para niñas, y también para niños, que deseen acercarse a la ciencia.
Este artículo ha tenido como referencia principal el artículo Luz Zalduegi, veterinaria con convicción (1914-2003) escrito por Uxune Martinez Mazaga en el blog Mujeres con ciencia de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Lee el original.The Conversationel original