La Catedral de Cádiz revive: un plan para mostrar sus tesoros ocultos
Ser o no creyente es lo de menos. Visitar la Catedral de Cádiz es de obligado cumplimiento para muchos de los turistas de la ciudad y, tanto el Cabildo como las instituciones, quieren darle el cuidado que merece. Por eso, existe un plan de mantenimiento para que el edificio catedralicio sea sometido a los tratamientos que necesita. Este trabajo ha sido encomendado al estudio arquitectura gaditano La Consulta, un equipo técnico que también cuenta con otro estudio, Arquitecturadeguardia, con sede en Málaga.
El arquitecto Venancio González lidera un equipo que lleva trabajando en la Catedral desde 2016, primero con trabajos esporádicos por criterio de urgencia. Ya a partir de 2019, le fue encargada la rehabilitación de una capilla completa y, más tarde, se fueron viendo otros trabajos necesarios. Era evidente para los técnicos que la Catedral de Cádiz necesitaba una hoja de ruta, una actuación continuada. Existía un Plan Director del edificio, redactado por el arquitecto gaditano Juan Jiménez Mata a finales de los años 80. Es el documento que articula las actuaciones a realizar y tiene la voluntad de coordinar bajo similares criterios de intervención las distintas fases.
El Plan Director anterior se había completado en 2008 y, a partir de entonces, no se había actualizado. Hay que ir renovando la situación patológica del edificio, teniendo en cuenta que las formas de actuar también se modernizan. Durante gran parte de 2021, y lo que llevamos de 2022, La Consulta realizó una actuación de intenciones de un Plan Director que marque claramente el camino a seguir. “Hay que conseguir la inversión necesaria, pero antes debes conocer los trabajos a realizar, colocarle los criterios de importancia, las más urgentes primero, las de seguridad, y poner en valor zonas que no están incluidas en las rutas turísticas”, explica Venancio.
La Torre de Levante y la Torre de Poniente
Son trabajos que se han realizado, que se hacen actualmente y que se desarrollarán en los próximos años, en paralelo al normal funcionamiento de la Catedral en el apartado de las visitas. Es una labor silenciosa que irá dando sus frutos para el gran público, con proyectos en el aire como la reapertura de la Torre de Poniente. No será inminente, pero ya se ha presentado la solicitud ante la Delegación y Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía. Mientras tanto, se puede disfrutar de la Torre de Levante, conocida como la del reloj, desde donde se disfrutan unas vistas espectaculares de la ciudad y del mar. Merece la pena el esfuerzo de la subida por rampas no muy empinadas y el tramo final de escalones.
Un Bien de Interés Cultural (BIC) como la Catedral necesita, pues, de un plan de mantenimiento reglado y de una planificación preventiva. Sobre todo, cuando se trata de un edificio ubicado junto al mar. “Desde que se empezó a labrar la Catedral, hace 300 años, ya vieron que era una zona agresiva por el mar. La cercanía, el ambiente salino, los temporales, el porte por encima de las fincas colindantes que hace que reciba aerosoles salinos... Todo eso le afecta al edificio y se ve en la fachada que hay zonas descarnadas porque combate más el temporal. Hemos realizado un levantamiento de planos bastante exhaustivo sobre las patologías del edificio, señalando las zonas más alteradas y sobre las que hay que actuar primero. También hemos hecho un levantamiento por nube de puntos desde el exterior que nos permite acercarnos con mucha calidad y nitidez. Podremos ir comprobando la evolución de los daños en zonas de difícil acceso como dinteles o cornisas”, relata Venancio.
Una catedral golpeada por la historia
El inicio de su construcción se remonta a 1722, pero no fue hasta 1838 cuando finalizaron las obras. Y, en más de una ocasión, pasó etapas de puertas cerradas. “En 1832 se reabrió después de quedarse sin fondos. Tenía muchas zonas abiertas y eso fomentó que el deterioro de las piedras comenzara desde el inicio. Las capillas laterales se empezaron a usar como talleres de carpintería o de almacenaje. Un incendio provocó que se acabara con celeridad para abrirla al culto. En 1838 se consagró y aunque no estaba totalmente terminada, se cerró por completo y se abrió”, explica Curro Ladrón de Guevara, arquitecto de La Consulta.
La explosión de Cádiz de 1947 provocó que las puertas principales quedaron destrozadas. Se perdió mucha carpintería y vidriería y tuvo grandes problemas por la entrada de agua. A finales de los años 60, también estuvo cerrada porque había desprendimientos de fragmentos de las bóvedas. Con el paso de los años, se cambiaron las carpinterías, se pusieron redes de protección y se consiguió que fuera visitable.
“El estado de salud de la Catedral es razonablemente bueno para la edad que tiene y por el sitio donde está. Es la conclusión que hemos sacado después del examen que hemos hecho de todo el edificio. Pudimos compararlo con los últimos datos del Plan Director y no ha habido una evolución fuerte de los daños, que siguen siendo los mismos. Aquel documento no eran tan exhaustivo, pero ya sabemos que es una carrera de fondo. Hay que tener unas prioridades para seguir mejorando en seguridad y conseguir espacios nuevos”, explica Venancio González.
Rasgos únicos que crearon escuela
“A la Catedral de Cádiz la hace especial la mezcla de estilos debido a que se dilató mucho en el tiempo su construcción. Tiene una planta barroca de Vicente Acero, que se respetó desde el principio, pero el volumen barroco que proyectó no es el que vemos hoy. Llegó al nivel de la primera cornisa, después otros arquitectos lo fueron terminando con la evolución del estilo de cada época. Es una Catedral que lo ha asumido con naturalidad, no se ven unos contrastes muy acusados. Es bastante más pequeña de la proyectada en un principio, que iba a ser casi el doble de altura. Es la última gran Catedral que se realiza en España y de ésta nacen muchas al otro lado del charco porque fue como la consecución natural de esta arquitectura, que entró en desuso”, afirma Ladrón de Guevara.
El visitante de la Catedral puede sorprenderse por muchos aspectos. Por la mañana, empiezan a aparecer puntos de luz por diferentes zonas en el interior que son de una gran belleza y la bajada a la cripta es toda una experiencia por su atmósfera y su acústica. “Es una luz mágica. Cuando subes a la cornisa temprano, las redes se convierten en un mar como si estuvieras en unas catacumbas inundadas. La Catedral tiene zonas que actualmente no son accesibles y que en un futuro, si tienen uso público, la gente va a alucinar”, anticipa Venancio.
1