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El navío San Justo, de la independencia de EEUU a Trafalgar
El navío de línea español San Justo se batió por la independencia de Estados Unidos, asedió Gibraltar, puso en fuga al inglés en Cabo Espartel, salió indemne de Trafalgar y cañoneó las águilas napoleónicas antes de ser desarbolado, con unas singladuras que resumen medio siglo de la Historia de España.
La historia del San Justo, como la de tantos barcos españoles, puede “colmar las aspiraciones del más ambicioso de los guiones cinematográficos”, según ha dicho a Efe el historiador ubetense Vicente Ruiz García, autor de “Las Aventuras del Navío San Justo. España entre dos siglos”, que ha merecido el Premio Juan Antonio Cebrián de Divulgación Histórica y que en breve será publicado por Editorial Glyphos.
El San Justo fue construido entre 1777 y 1779 en el arsenal de Cartagena, diseñado por el técnico francés Francisco Gautier y, según Ruiz García, era “marinero y resistente aunque no demasiado veloz”, armado con 76 cañones, capaz de desplazar 1.600 toneladas, con una dotación superior a los 600 hombres para entrar en línea de fuego.
Con sus 53 metros de eslora era el típico navío de guerra de segunda clase que también podía emplearse para transportes y que integraba el grueso de las escuadras de la época.
Aunque Ruiz García se ha centrado en los personajes anónimos que ligaron sus vidas a las del San Justo no ha olvidado a los más célebres relacionados con el buque, como Alejandro Malaspina quien, como alférez de fragata, estuvo en su cubierta en la batalla de Cabo Espartel, en 1782, o los reyes Carlos III, Carlos IV y Fernando VII, a los que sirvió el barco.
El historiador traza un paralelismo entre el San Justo y Francisco de Goya, ya que el barco fue desguazado, también en Cartagena, en 1828, año de la muerte del pintor que fue cronista de los hechos históricos que transcurrieron de manera paralela a las aventuras del buque.
“En Cádiz, el San Justo y Goya estuvieron muy cerca el uno del otro, el barco en el arsenal de La Carraca y el pintor contemplando unos lienzos, el mismo verano que coincidió en Doñana con la duquesa de Alba”, ha señalado el historiador.
En 1780, en el cabo de San Vicente, el San Justo formó parte de la flota dirigida por el almirante Córdova que apresó a cincuenta mercantes ingleses que habían de proveer a sus colonias y, además de apresar al gobernador de Jamaica y a tres mil soldados ingleses se aprehendieron 80.000 mosquetes destinados a combatir al ejercito de Washington, con los que se pertrechó el ejército español.
También estuvo el San Justo en Cabo Espartel, donde coincidieron más barcos de guerra que en Trafalgar, si bien sólo entraron en fuego la vanguardia española y la retaguardia inglesa, en una acción que, apunta Ruiz García con ironía, “sospechosamente los ingleses no incluyen en su historia”.
En plena Revolución Francesa el San Justo contribuyó a la evacuación del puerto de Tolón en 1793 y en 1805 participó en la batalla de Trafalgar, donde “fue uno de los supervivientes de tan desastrosa jornada, tanto del combate como del posterior temporal”.
Durante la Guerra de la Independencia navegó hasta Nueva España en busca de uno de los últimos y mayores cargamentos de plata que llegaron desde América y terminado este conflicto, en el que se batió contra las baterías del ejército de Napoleón, “escribió el epílogo de la era de la vela”.
El historiador también da cuenta en su estudio de los marineros del buque que participaron en la batalla de Bailén o en la defensa de Cádiz durante su largo asedio o en el levantamiento de la Isla de León que dio inicio al Trienio Liberal (1820-1823).
Ruiz García también ha obtenido recientemente el Premio de Ensayo “Pablo de Olavide, el Espíritu de la Ilustración” en su X edición, con su trabajo “Los Arsenales del Rey”.
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