Parar la barbarie
En pocas horas se cumplirá un año desde que Israel aprovechara el ataque terrorista de Hamás para perpetrar, de forma totalmente impune, uno de los mayores genocidios conocidos de las últimas décadas. 365 días, que se dicen pronto, del más absoluto horror que, lejos de ponerle freno, va aumentando, amparado bajo el paraguas de EE.UU y la Unión Europea.
Un año después, no solo la Franja de Gaza y Cisjordania están totalmente arrasadas y su población exterminada, si no que estamos a las puertas de la 'guerra total' en Oriente Próximo. Una 'guerra total' que siempre ha perseguido Netanyahu y que está a punto de hacerse realidad gracias al silencio cómplice de occidente.
Desde Extremadura somos muchos los que miramos hacia oriente con preocupación, pero también con rabia e impotencia por todas las vidas que han podido salvarse si la comunidad internacional hubiera parado los pies a tiempo al primer ministro israelí.
Lo más doloroso es que hay un grupo de edad en el que el ejército israelí ha puesto su objetivo, la infancia. Netanyahu se ha cargado de un plumazo a toda una generación palestina. El genocidio en la población infantil es escalofriante. 17.000 niños y niñas asesinadas. Más de 26.000 huérfanos y huérfanas. Los que han logrado sobrevivir sufren un bloqueo sin precedentes, que está asfixiando a miles de personas, dejándoles sin comida, agua, medicinas, suministros y cualquier otro bien básico para la vida. Las escenas de horror que nos llegan cada día a nuestros cómodos hogares de la actuación israelí sobrecogen a cualquiera que tenga un mínimo de humanidad.
Es paradójico que sea precisamente, el estado israelí quien esté perpetrando estos crímenes. Quien esté cometiendo este genocidio, ya que dicho término, el de genocidio, nació al albur del Holocausto nazi que sufrieron los judíos para nombrar la acción de exterminio a un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad. Justo lo que está haciendo hoy Israel.
Y, como decía, lo hace amparado por países aliados que son superpotencias, como EE.UU. La relación entre ambos viene de lejos. Los estadounidenses fueron los primeros en reconocer el estado de Israel, 11 minutos después de que se declarara. Desde la década de los 60 la relación entre ambos países se ha convertido en una alianza altamente beneficiosa. Israel ha recibido un fuerte apoyo norteamericano, tanto en sus relaciones con otros países como en ayuda financiera o militar. Por su parte, EE.UU. tiene en Israel un aliado fiel que le proporciona una posición estratégica en Oriente Próximo.
Por su parte, la Unión Europea es el primer socio comercial de Israel. Europa es la mayor fuente de importaciones del estado israelí y su segundo mercado de exportaciones.
España también tiene su grado de responsabilidad. Desde que comenzó el genocidio palestino, son muchas las voces que han exigido al gobierno de la nación que rompa relaciones diplomáticas y económicas con Israel. Un año después no lo ha hecho. El único gesto que ha hecho el gobierno de Sánchez ha sido el reconocimiento del Estado Palestino. ¡Qué lástima que ese reconocimiento llegara justo en plena campaña electoral de las Europeas! ¡Qué pena que la actuación española solo se quedara en eso, demostrando una vez más que a Sánchez le importan más los votos que los derechos humanos!
El silencio cómplice de occidente ante los crímenes de guerra de Netanyahu tienen una única explicación, la económica. En las guerras siempre existe un único bando ganador, el de la industria armamentística y los bancos y fondos de inversión que la apoyan. Y es que los estados están aumentando su gasto militar. Nuestro país lo ha hecho en más de 16.000 millones de euros en los últimos años.
Mientras esto ocurre, las acciones de las distintas industrias armamentísticas no paran de subir. Solo por poner un ejemplo, los títulos se dispararon el pasado 1 de octubre cuando se conocieron las represalias tomadas por Irán ante los ataques israelíes en el Líbano.
Las empresas que están dotando de armas a Israel son algunas como Boeing, Day & Zimmerman, Raytheon-RTX o Rheinmetall, entre otras. Precisamente, Rheinmetall tiene en Campo Arañuelo dos factorías que ha recibido el encargo del Ministerio de Defensa de replicar un sistema de lanzamisiles con patente de Elbit Sistems, el mayor fabricante de armas israelí.
Por eso, este domingo clamamos por la paz frente a las puertas de la factoría de armas en Navalmoral de la Mata. Por eso, exigimos que se dejen de enviar armas a Israel, que se oiga la súplica que hace unos días hizo Palestina ante la Asamblea General de la ONU. Que, de una vez por todas, se rompan relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. Que los intereses económicos y geopolíticos no estén nunca más por encima de la vida de las personas. Que se pare la barbarie. Que la paz sea el camino.
Irene de Miguel
Portavoz de Unidas por Extremadura
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