La noche electoral del 12 de junio de 1994 dejaba un titular para la historia al conocerse los resultados del escrutinio: “Convergencia i Unió. del nacionalista Jordi Pujol, arrasa en un pueblo de Murcia”. Años después, nadie quiere hablar del tema. Los vecinos del municipio murciano tienen un recuerdo que preferirían borrar de su mente y, para las gentes de Ojós, aquella victoria de CiU en las elecciones europeas es su espada de Damocles. 393 ojeteros acudieron al colegio electoral para depositar su voto en las urnas. 177, es decir, el 45% de los votantes, lo hicieron por la formación soberanista. El contexto de aquellos comicios era muy diferente al actual: solamente cuatro partidos españoles obtuvieron representación en el Parlamento Europeo. PSOE, PP, IU y –no iba a ser por falta de apoyos– CiU, que obtuvo tres escaños.
El actor principal de esta maniobra electoral fue el por entonces alcalde del municipio, Bartolomé Bermejo, agricultor de profesión y candidato a la alcaldía desde 1979, primero con la UCD, con la que obtuvo la alcaldía por primera vez y, tras la disolución de esta, se presentó repetidamente a regidor municipal como independiente, ganando todas las elecciones hasta el año 2007.
Este giro político del municipio del valle de Ricote, al norte de la Región de Murcia, no se debió, ni mucho menos, a una deriva pancatalanista. “No soy ni catalanista ni anticatalanista, me siento muy murciano, lo que pasa es que me fío de CiU”, llegó a afirmar Bermejo a la prensa de la época.
Liderazgo mesiánico
Ojós encarna una singularidad dentro de la Región y es que no ha estado gobernada por ningún partido nacional hasta el año 2011. El politólogo Antonio Cánovas explica a elDiario.es de la Región que “las elecciones municipales, especialmente en localidades de menor población, se comportan a través del liderazgo personal, de la simpatía con el candidato, más que con los proyectos ideológicos, sobre todo dada la gran limitación que supone implantar éstos en el reducido ámbito municipal. El caso de Ojós en las elecciones europeas de 1994 y en 1999 demostró que esa tendencia va más allá, llegando a un hiperliderazgo ciertamente mesiánico e indiscutible”.
A la mañana siguiente, aquella fiesta noventera de la democracia trajo consigo una resaca que dejó incrédulos a los vecinos. El diario El País se hizo eco de la noticia y los vecinos tuvieron oportunidad de dejar patente su sorpresa, y es que hasta los propios votantes por CiU se extrañaban del formidable resultado del partido de Jordi Pujol.
Tres décadas después, los ojeteros prefieren no hablar del tema: ningún vecino de la localidad de la vega del Segura ha querido rememorar la efeméride con este diario. “Aunque sea una anécdota, me parece algo vergonzoso y preferiría no hablar del tema, lo siento”, ha sido la proclama más repetida. Todos tenemos recuerdos que borrar tras una noche loca. “Es un suceso un poco tenso, porque siempre se liga al pueblo con esa situación y ya genera un poco de rechazo”, comenta otro vecino.
Los motivos por los que Bermejo eligió la lista de CiU para hacer campaña se basaba en dos factores principales: el primero, la campaña electoral de los dos grandes partidos, PSOE y PP, a las que el regidor ojetero calificó de “demencial” y señaló como “contradictorias” sus políticas con respecto a los trasvases.
Del programa de Izquierda Unida, cuyas listas las encabezaban Alonso Puerta y Laura González, Bermejo decía que era “utópico” y que estaba “fuera del contexto mundial”, por lo que su apoyo a CiU se debió a que los de Pujol tenían “el único programa europeo que defiende un plan que permite trasvases de la Europa húmeda a la seca”, aseguraba al periódico local La Verdad.
Vacaciones en la Costa Brava
Según Antonio Cánovas, la maniobra del alcalde tiene dos lecturas. Por un lado, “utilizar las elecciones como un barómetro propio con el que comprobar si su liderazgo continuaba activo y sus votantes le seguían siendo fieles”, y por otro, explica, el regidor ojetero “quiso hacer una demostración de fuerza vinculada a Convergència i Unió (CiU) y heredera en gran parte del proyecto político de Miquel Roca, uno de los Padres de la Constitución de 1978, que defendía un regionalismo catalán conservador dentro de un proyecto nacional en España”.
Además, Bermejo, que si bien no tenía relación ni con Pujol ni con Duran i Lleida, sí que formó parte de las listas para las elecciones generales de 1986 con el Partido Reformista (PRD) de Roca.
La formación catalana no pasó por alto la noticia, e invitó a los vecinos, cuenta el diario La Verdad, en distintas ocasiones a pasar unos días en la Costa Brava. En los siguientes comicios, la formación de Pujol consiguió la segunda posición: 157 votos y el 33% del total escrutado. El legado de esta extraña alianza aun pervive: en las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2019, la lista de Lliures per Catalunya, presentada por Junts, de Carles Puigdemont, obtuvo los votos de dos ojeteros que, bien por hacer la gracia, bien por fidelidad a su ex alcalde, mantuvieron vivo el pulso catalanista desde la periferia mediterránea.
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