Creaciones culturales que empoderan a las mujeres
El Ayuntamiento de Zaragoza ha colocado en una plaza de la ciudad una escultura como homenaje a las mujeres víctimas de la violencia machista. Sin embargo, las buenas intenciones del ayuntamiento se han frustrado porque la escultura –una mujer arrodillada– en realidad representa la imagen de una mujer vencida y arrasada por el dolor. El movimiento feminista de Zaragoza ha protestado por el significado simbólico que entraña esa imagen.
En efecto, los sectores de población discriminados –las feministas lo hemos dicho una y otra vez– necesitan representaciones que pongan de manifiesto su opresión. La sociedad debe entender la compleja situación de las mujeres: en una gran parte del mundo viven sin derechos y expuestas a múltiples violencias diarias; y en otras, como en Occidente, tienen los derechos formales, pero no los materiales. Y también son objeto de la violencia masculina. Desde el punto de vista formal, tienen el derecho a ejercer los derechos de los que son titulares, pero en la práctica existe un conjunto de mecanismos simbólicos y materiales que hacen imposible el ejercicio de esos derechos. La inacabable cadena de agresiones cotidianas, que en algunos casos acaban en asesinatos, es una muestra rotunda de que las mujeres viven en condiciones de desigualdad y de violencia.
Para decirlo de otra forma, las mujeres son algo más de la mitad de la población y están sometidas a estructuras que las subordinan y oprimen, aunque no a todas de la misma forma. La pertenencia racial, cultural, sexual o de clase introduce elementos que potencian la opresión. Sin embargo, las mujeres, además de vivir desigualdades y violencias, también luchan por desactivarlas. La otra cara de la opresión es la emancipación. Las mujeres han luchado por derechos y se han convertido en un sujeto político de liberación. El feminismo es básicamente eso: un movimiento social y una tradición intelectual que desde hace tres siglos lucha para que las mujeres sean consideradas seres humanos con los mismos derechos y libertades que tienen los varones.
En consonancia con esta idea, es necesario mostrar los múltiples rostros de la opresión, pero también hay que destacar los de la emancipación. Las mujeres no son seres pasivos que aceptan con fatalidad un destino que no han elegido. No están vencidas. No son solo víctimas. También luchan y participan en la vida política y económica.
Las mujeres se han organizado colectivamente para defender sus derechos, colaboran con otras organizaciones y partidos no feministas, militan en partidos y sindicatos, sacan adelante a sus familias, investigan en la universidad, trabajan en maquilas, fábricas u oficinas, algunas ocupan puestos muy cualificados… Han movilizado a grandes sectores de la sociedad para que no se recortase el derecho al aborto y para que se hagan políticas que acaben con la violencia patriarcal. El feminismo se ha convertido en un movimiento de masas, signo inequívoco de que las mujeres no se dejarán arrasar por el sufrimiento y el dolor de la violencia. Es un mensaje de que no están solas.
Precisamente por eso es necesario que las representaciones sobre violencia machista muestren a mujeres activas, luchadoras, que no aceptan resignadamente la humillación y la violencia. Es preciso enviar el mensaje de que las mujeres no están solas frente a la desigualdad y las agresiones. Se necesitan representaciones que nos empoderen y que sean reflejo de las luchas por cambiar las estructuras de desigualdad.
Hay muchas imágenes que pueden servir de inspiración para crear representaciones, pero para eso es necesario conocer la historia de las luchas de las mujeres: las marchas de las sufragistas reclamando el derecho al voto o las recientes movilizaciones de masas que se han hecho en España en estos últimos años. La emancipación se construye con luchas políticas pero también con luchas culturales que incluyen la creación de representaciones que muestren que las mujeres estamos oprimidas, pero no vencidas.