La noticia, casi a modo de telegrama, era cubierta por un diario local sólo en su edición digital y dedicándole apenas cinco líneas. En una de estas líneas se dejaba caer que la manifestación era de apenas “unas decenas de personas”. En la manifestación hubo al menos un millar de personas, según confirmaron fuentes policiales in situ.
Pero es muchísima más la gente que está en contra de estas prácticas. Casi el 90% de los gallegos se opone a ellas y, desde hace quince años, en Pontevedra sumamos y triplicamos a las personas que deciden entrar en la plaza. ¿Por qué entonces, siendo mayoría, continúa la Xunta subvencionando esta práctica?
Buena pregunta.
¿Qué dice el Concello?
El Concello de Pontevedra firma un convenio anual desde hace años con la empresa Lozano, propietaria de la plaza de toros. Básicamente, el convenio consiste en alquilar la plaza para celebrar espectáculos organizados por el Concello (típicamente, la fiesta de Feira Franca), a excepción de los días señalados para las corridas de toros. En 2014 la cantidad abonada era de 47.500 euros, y con el tiempo han ido bajando hasta los 38.000.
Entre las cláusulas que figuran en el convenio se encuentra la de permitir que la empresa Lozano pueda publicitar las corridas de toros en el mobiliario urbano, a través de vallas metálicas que se distribuyen por toda la ciudad. Este dato es importante, ya que el Concello tiene prohibido utilizar el mobiliario urbano para promocionar cualquier actividad de índole privada. Un privilegio más de la tauromaquia.
En cuanto a la población española en general, cabe destacar que tan sólo un 1,9% de la población asistió, al menos una vez al año, a algún tipo de espectáculo taurino. La inyección con dinero público es una de las causas que permiten su supervivencia artificial. Decimos “artificial” porque, de no ser por la ayuda de nuestros impuestos, estaría erradicada. Hace dos años, las corridas en Pontevedra tuvieron que ser recortadas a dos, siendo tres en 2018, cuatro en 2014 y cinco en 2006. Esta evolución refleja la situación general de la tauromaquia. La demanda habla: no es rentable. La mayoría de pontevedreses no quieren tauromaquia y cientos de personas lo dejan bien claro cada agosto en una manifestación multitudinaria.
¿Y qué dice la prensa?
Mientras los beneficios de este convenio hacen sus estragos por la ciudad, los taurinos cuentan con otra clara ventaja: la prensa local. En Pontevedra -una ciudad pequeña de apenas 80.000 habitantes- contamos con el periódico local ya mencionado, El Diario de Pontevedra. En este periódico se pueden encontrar entrevistas a, o sobre, figuras importantes del toreo, y panegíricos de esta actividad. Los anuncios en contra de esta práctica son escasos. Y, como cabía esperar, no existe ninguna entrevista a los conocidos activistas de nuestra provincia.
El domingo 6 de agosto, la asociación Touradas Fóra de Pontevedra realizó una protesta delante de la plaza de toros antes del inicio de la primera corrida, y periodistas de El Diario de Pontevedra estaban presentes haciendo fotos. Sin embargo, el diario se dedicó a promocionar la primera corrida como un gran evento cultural en Pontevedra y ocultó el acto de protesta de los activistas.
No es casualidad entonces que a la semana siguiente la manifestación se cerrase con una nota de prensa escueta, escatimando en detalles sobre la problemática y el discurso alzado de la población contra la tauromaquia. El Diario de Pontevedra es un periódico local que parece tener una mirada parcial en favor de la tauromaquia. Y la estrategia del lobby taurino es ganarse a las personas adecuadas para ofrecer una imagen irreal de la tauromaquia como un evento querido por todos.
Nada más lejos de la realidad.
¿Qué se puede hacer?
El activismo de Touradas Fóra de Pontevedra ha movilizado a la ciudad desde hace ya quince años, contando además con el apoyo en sus manifestaciones de PACMA, Anova, la asociación Vai Polo Río, y otras. Sin embargo, la manifestación por sí sola no es vinculante. El peso de la balanza se inclina sobre el Concello y la acción es muy clara: cortar el convenio. Además, la plaza de toros se mantiene completamente en desuso el resto del año: ¿por qué mantener un gasto tan elevado para un espacio que ni siquiera organiza más de dos eventos públicos al año?
Es bien sabido que la tauromaquia no puede ser prohibida a nivel municipal o autonómico, como lo demuestra el fallido intento de prohibirlas en Catalunya, y que debe ser una legislación estatal la que la desbanque. Con todo, y a pesar de la falta de transparencia que hay sobre los costes y beneficios del mundo del toro, éste sobrevive a base de dinero público, a través de subvenciones municipales, autonómicas, estatales e incluso europeas. Subvenciones, por ejemplo, por parte del PP en Galicia, con claro interés por su financiación debido a los votos que encuentra entre los aficionados a esta actividad. De hecho, desde la Xunta de Galicia se promueve la tauromaquia como una actividad de interés cultural, y en Pontevedra vemos su promoción en cada oficina de turismo.
No obstante, si bien sabemos que el Concello carece de competencias para contradecir los dictámenes de la Xunta, acciones como romper el convenio recaen totalmente sobre su responsabilidad. Como ejemplo tenemos el caso de A Coruña, suspendiendo en 2015 las corridas de toros gracias al corte del grifo público.
Desde el Concello se justifica el alquiler de la plaza (vía convenio) arguyendo que es “rentable para el Concello” por la celebración del torneo medieval de Feira Franca. Desconocemos el motivo por el que a Miguel Anxo Fernández Lores, alcalde de la ciudad, le parece que compensa este convenio, pese al rechazo que manifiestan una gran mayoría de sus votantes, para un sólo evento al año. Las corridas de toros en una ciudad como Pontevedra, que se autodenomina Boa Vila y que se publicita a sí misma como un lugar de rewilding, recuperando espacios verdes y azules, es contradictorio con su discurso.
La Deputación de Galicia y la Xunta de Galicia deberían cesar la subvención a una actividad que empobrece a los gallegos y que además ni siquiera les interesa como patrimonio a preservar de su cultura, como muestra el hecho de que el 85,7% de los gallegos no tiene ningún interés en esta práctica, según la última encuesta de Hábitos y prácticas culturales en España publicada por el Ministerio de Cultura y Deporte.
Sea como fuere, a los pontevedreses y al resto de españoles nos queda claro que la tauromaquia es una actividad no rentable que continúa viva artificialmente, con dinero público que es nuestro. Sin dinero público, agonizaría. Desde la esfera civil, cada agosto lo volvemos a señalar y nos manifestamos, deseando que sea el último día. Si no lo es, volveremos al siguiente.
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