Ilusionantes 525.600 minutos de 2025

31 de diciembre de 2024 10:28 h

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Estamos cerrando las puertas de 2024. Un año al que le pondremos un calificativo, si lo analizamos de forma global, múltiples si analizamos en sus 365 días, y si vives la vida por momentos, seguro analizarás los 525.600 minutos que la vida nos ha regalado, aunque hayamos padecido, pero es la máxima de estar vivos; sentir.

El que más o el que menos, tiene un halo de esperanza o una ilusión de un mejor 2025, en un 2024 donde principios rectores de la política social y económica, como el acceso a la vivienda digna o la salud mental, han sido el epicentro de la vulnerabilidad de personas y familias. Así también el clima, y me refiero al meteorológico, ha golpeado con toda su dureza en Valencia a nuestros hermanos valencianos. Por no hablar de que los máximos dirigentes mundiales, mientras muchos científicos e investigadores agitan sus neuronas para descubrir tratamientos para las enfermedades, siguen jugando a los barquitos y a las guerrillas, y parafraseando aquella canción de Ismael Serrano de papá cuéntame otra vez, “Tras tanta sangre derramada no pudimos hacer nada…Siguen los mismos muertos podridos de crueldad. Ahora mueren en la Franja de Gaza, Ucrania, Haití…. Los que morían en Vietnam”.

Este realismo, estas condiciones comunitarias y sociales sólo se combaten desde la ilusión, desde la esperanza, desde el propósito. Estamos en una sociedad que, desde pequeños, nos indican, con aquella frase; “De ilusiones se vive”, que hay cosas ideales pero irrealizables, y se llama utopía. Pero es precisamente la utopía la que marca nuestro sentido en la vida, el perseguir nuestra misión, el buscar ese horizonte que cambia nuestra vida, la de nuestro alrededor, y hace tambalear los pilares del Mundo gris. Tenemos que conectar necesariamente la razón con el corazón y las emociones. 

Hagamos el ejercicio de retrospectiva hacia los 365 días que pasaron, y miremos dónde flaqueamos, dónde nos negamos, dónde nos resistimos a avanzar, e inmediatamente miremos dónde estamos ahora, y con ilusión, esperanza y amor, persigamos, aunque no sea fácil, el camino de la necesaria utopía, del propósito permanente. Que el día siguiente valga la pena esperarlo, y cada día lo vivamos luchando, y sobre todo no fallándonos a nosotros mismos. ! Que sí! De ilusiones si se vive, y mejor aún, por ellas merece la pena vivir.

El 2025 es además el año que podemos esperar que “por la gracia de su mano y por lustrar don de amor, cabe el hombre en un enano, cabe el mundo en una flor”.

Feliz Año 2025

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