Es la noticia del final de 2018 y de inicios de 2019: el auge de VOX y su imposición de temas en la agenda pública y mediática. Con un target (público objetivo) muy específico, que votaba anteriormente al PP. ¿Cómo lo consigue?
Santiago Abascal sabe lo que hace, sabe cómo despertar los viejos monstruos del pasado que tanto dolor han generado en nuestro país.
Defiende hablar sin miedo, con orgullo y sin pelos en la lengua. Quieren que la gente diga lo que piensa, sin filtros, porque saben que así es cómo guardamos los prejuicios. Cuando el civismo y la sensatez no operan, los prejuicios salen a relucir.
No es que no haya libertad de expresión o el feminismo sea totalitario, es que, para respetar y convivir, también hay que callar. Callarse pensamientos que atentan contra la vida misma de determinadas personas. Pensamientos que hasta nosotros mismos sabemos que están mal, porque en la vida no todo vale, y en la política tampoco. Cuando hay una mujer, un migrante, una persona dentro del colecitvo LGTBI que puede sentirse ofendido por ti, no seas grosero y respeta a tu igual. La democracia no es libertad sin más: es ciudadanía, es civismo, es convivencia.
Vox pretende convencer de que no se moderen a aquellos que todavía no han conseguido quitarse los prejuicios de encima, pero que habían tomado la prudencia de tolerar (soportar) como paso previo a respetar. No es “Sé tú mismo, sin complejos”, es “Vuelve a no pensar, retrocede en tus pasos”.
Van contra lo conocido como corrección política, es decir, que promueven el ser “políticamente incorrecto”. En etapas anteriores han usado el eslogan “Habla. Convence. Actúa.” Esta consigna viene a decir lo mismo: no te reprimas, habla sin tapujos y convence. Mejor no descifremos a qué se refieren con “Actúa”. El lema actual es “La España viva” y ya sabemos qué significa: la España silenciada por la corrección política, pero que se presta a doble sentido para interpretarlo como la España preconstitucional. Peor todavía….
Sin embargo, esto funciona, no porque estén reprimidos y no se pueda hablar en este país, sino porque hay quien en los procesos de cambio se queda atrás y siente que 'no puede decir lo que piensa'.
En realidad, que esto ocurra, no solo es normal, sino que es propio: cuando un movimiento se hace popular (además de ser superficial, que no es el tema que nos ocupa) cambia el pensar de mucha gente y se tiende juzgar a aquel que tiene pensamientos del pasado, pero es algo que es y debe ser así. Gracias a que en su momento se luchó y se consiguió la ley del matrimonio igualitario y ha pasado tiempo, hoy tu hija lesbiana tendrá menos problemas a la hora de socializar que hace 15 años. Sin embargo, Vox representa a aquellos que no aceptaron el cambio ni han formado parte de él, por eso hablan de “movimientos totalitarios” y van contra lo políticamente correcto, porque son unos reaccionarios.
Al final el partido de Abascal no está haciendo nada nuevo para conseguir votantes. Usa una técnica de comunicación política que tiene ya mucha edad: resucitar viejos conflictos e identidades del pasado porque sabe de quien todavía no ha superado la evolución crítica.
Una de las teóricas feministas más importantes de la historia, Simone de Beauvoir, dijo en el siglo XX que los derechos de las mujeres jamás serían adquiridos del todo porque combaten algo demasiado profundo y estructural. De hecho, por desgracia, es común que en momentos de crisis política o económica se pongan en tela de juicio. Justamente lo que está haciendo Abascal: cuestionar los avances y la consecución de derechos. Y no solo de las mujeres, también de los demás colectivos oprimidos.
No os quiere orgullosos, os quiere prejuiciosos. No os quiere libres y seguros, os quiere engañados y enfrentados. No quiere libertad de expresión, quiere que no haya convivencia. Todo eso como medio para llegar al poder, sin duda, un medio que no solo es ilegítimo, sino que va contra la democracia.
En definitiva, lo que tenemos que hacer es no dejarnos llevar por el archienemigo: el odio. Todos hemos sido machistas, racistas, homófobos, etc., y aún nos queda mucho por aprender. A veces, para seguir caminando, es preciso echar la vista atrás, recordar cómo éramos al principio del camino, y así poder enseñar a aquellos que todavía no lo han iniciado.
Como siempre, con respeto y con civismo, es decir, con democracia.
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