La explosión de casos redobla la presión para volver a antiguas restricciones
26.136 nuevos casos un día, 27.140 al siguiente, 28.900 más al otro, 33.359 al otro... Los contagios diarios de coronavirus notificados por las comunidades autónomas al Ministerio de Sanidad durante la última semana revelan un crecimiento de la sexta ola que parece imparable y que redobla la presión sobre los gobiernos para volver a antiguas restricciones, como el cierre del ocio nocturno, la reducción de los aforos en los interiores de la hostelería o la limitación del número de comensales por mesa. Es la primera vez que el país afronta una onda importante de contagios con el escudo que otorga la vacunación, hecho que está retrasando, según varios epidemiólogos consultados, la implantación de medidas más severas que pongan freno a la expansión del virus.
Todos coinciden en que España “llega tarde” a atajar la subida de contagios que se inició a finales de octubre y que en las últimas semanas se ha acelerado, y eso pese a que existe la sensación de que la estadística oficial se está dejando muchos casos fuera. “Es posible que haya infradiagnóstico”, reflexiona el catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad Autónoma de Madrid Fernando Rodríguez Artalejo. “Otra cosa es cuál es la magnitud. En toda la pandemia se ha infradiagnosticado: al principio mucho, porque no había tests. Ahora hay mucho autodiagnóstico no confirmado por PCR y por tanto no reportado al sistema sanitario”, con lo que no aparece en las cifras que comunica Sanidad.
El Gobierno de Cantabria ha sido el primero en dar un paso adelante para cerrar antes las discotecas, pero se ha topado con la negativa de la justicia, que ha aceptado las medidas cautelares de la patronal hostelera alegando que la medida no es “indispensable” por la situación epidemiológica. La Generalitat de Catalunya se abre a estudiar nuevas restricciones la semana que viene y, ante el avance de ómicron, ya ha decretado cuarentena obligatoria para todos los contactos estrechos. También los vacunados, que en el protocolo nacional siguen exentos de realizarla. Mientras, la Comunidad de Madrid avanza que vendrán “semanas complicadas”, aunque no ha anticipado medidas. El discurso de “normalidad” de la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, ha virado en solo unos días. “Tenemos que ir preparándonos para ver noticias de nuevos contagios y nuevos brotes”, advertía Ayuso este viernes. Navarra, por último, se ha limitado a recomendar a sus ciudadanos que limiten a diez los grupos en las comidas y cenas de Navidad.
Estos territorios empiezan a moverse por su cuenta, y ha sido este sábado, a escasos días de Nochebuena, cuando se ha conocido que Sánchez convocará esta semana una Conferencia de Presidentes para “analizar y evaluar la situación” y “compartir posibles soluciones siempre desde la cogobernanza”. España se encuentre en el nivel máximo de riesgo de contagio, con más de 500 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días y, en la Ponencia de Alertas, formada por epidemiólogos del Ministerio y de las comunidades, llevan ya unas semanas trabajando en varios documentos con medidas, según confirman fuentes cercanas al órgano técnico. Un conflicto con las comunidades por la implantación de restricciones con la Navidad a la vuelta de la esquina supondría un desgaste importante para el Gobierno e, indirectamente, enviaría un mensaje de marcha atrás que contrarrestaría el optimismo generado por una campaña de vacunación muy exitosa, que le ha valido el reconocimiento de organismos internacionales como la OMS o la Unión Europea.
Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, preguntado el viernes por las restricciones en la movilidad y los horarios, opinó que son “opciones que hay que tener en la cabeza, según la situación epidemiológica”, de la que afirmó que “estamos en una fase de ascenso claro”, y recordó que España va por detrás de otros países europeos que ya las han aplicado.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se ha cerrado a tomar nuevas restricciones horas después del anuncio de Moncloa de una nueva conferencia de presidentes: “Vienen semanas de mucho contagio por la nueva variante de Covid pero esta no es como las anteriores. Por eso consideramos que debemos seguir con las mismas políticas. Precaución, vacunación masiva y sin cierres ni más prohibiciones”. Madrid acumula una incidencia acumulada de 484 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.
Consecuencias asistenciales a medio plazo
Pero dejar circular al virus sin restricciones –más allá del pasaporte COVID, muy implantado en España– va a tener consecuencias en el medio plazo a nivel asistencial, asumen epidemiólogos como Fernando Rodríguez Artalejo. “La sensación es que las administraciones están confiando en que la vacunación va a ser suficiente porque ayuda a controlar el problema y en que en la mayoría de comunidades la presión asistencial no ha sido todavía agobiante, aunque hay algunas con un nivel ocupación de las UCI de más del 20%. Con el aumento de incidencia, terminará habiendo más hospitalizados”, resume el catedrático de Medicina Preventiva de la Universidad Autónoma de Madrid, partidario de implantar restricciones “en todos aquellos ámbitos donde sabemos que habrá interacción social no protegida”, como el ocio nocturno o la hostelería, porque “sabemos que son fuente de contagio”.
Siete comunidades tienen más de un 15% de sus camas UCI ocupadas con pacientes con COVID-19, con Catalunya y Euskadi a la cabeza. En estos dos territorios, la ocupación supera el 20%, según los últimos datos de Sanidad. Tras el colapso de la Atención Primaria que ya viven comunidades como Madrid, el siguiente escalón son los hospitales. Aunque la inmunización reduce sustancialmente la posibilidad de acabar hospitalizado por COVID-19, la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torárica (SEPAR) ya advierte que en las regiones con más incidencia, como Euskadi o Navarra, empieza a haber algunos problemas y urge actuar.
Pedro Gullón, epidemiólogo y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, recuerda que la “incidencia actual la veremos en dos o tres semanas en los hospitales”. “Ya está pasando un poco en provincias con la población envejecida y sin mucha capacidad hospitalaria, como Castilla y León o Asturias”, explica. Rodríguez Artalejo añade otro factor que empujaría a actuar ya: “No es solo una cuestión sanitaria, sino de disrupción social. Los casos de COVID, pese a que son leves, son destructivos socialmente. Las familias tienen que quedarse con los niños si no van al colegio porque están aislados, los estudiantes no pueden examinarse si han sido positivos, las bajas laborales...”
“El discurso de que la vacuna iba a solucionarlo todo no es así. Hay que deshacer las apelaciones constantes a la ocupación de las UCI y las vacunas porque la realidad es compleja. Que suba la incidencia es un problema”, apunta la epidemióloga Anna Llupià, investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona, que considera que el planteamiento actual se dirige a “disminuir la mortalidad” pero acepta “convivir con cierto daño”, que deriva en fatiga y desconfianza. Tanto ella como Gullón, con la mirada retrospectiva, llevan avisando semanas de que para evitar llegar al punto que hemos alcanzado debían haberse tomado medidas “menos agresivas” y con “menos impacto” como el fomento del teletrabajo o la mejora del sistema de rastreo, un problema que España arrastra desde el inicio de la pandemia y que ahora vuelve a manifestarse con la subida de casos.
34