El suelo y las energías limpias
Viendo el impacto causado
sobre el tabaibal doliente,
no sorprende que la gente
proclame que se han pasado.
El suelo decapitado
es una fatalidad,
mengua su estabilidad,
se incrementa la erosión,
crece la evaporación,
y pierde fertilidad.
Jócamo, 5.XII.2024
Nota: El 5 de diciembre de cada año se celebra el 'Día Mundial del Suelo', declarado el 20 de diciembre de 2013, por la Asamblea General de las Naciones Unidas, a instancias de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Fue un importante logro de la Unión Internacional de Ciencias del Suelo (IUSS), tras varios años de lucha científica y burocrática para divulgar la importancia de los suelos para mantener la salud de los ecosistemas y garantizar la seguridad alimentaria de la humanidad.
Lo mismo que el agua, el suelo es un recurso crucial para consumar el éxito de la vida en la Tierra, por lo que resulta básico conservarlo y gestionarlo con criterios firmes de sostenibilidad. Necesidad que es aún más acuciante en territorios reducidos y frágiles por antonomasia, como los insulares. Evidente, indisoluble de la génesis y conservación de los suelos lo es también la vegetación, por ser indisolubles su salud y características, tanto en medios naturales como antropizados.
Vital para la humanidad es también la energía, que en base a la primera ley de la termodinámica “no se crea ni se destruye, sólo se transforma”, pero lo cierto es que la necesitamos para su uso y transformación, proceso por el que agotamos muchas de las fuentes convencionales no renovables por otras, renovables o no. Entre ellas están las llamadas energías “nobles o limpias” (solar y eólica), que no son tan nobles ni limpias. Basta reflexionar sobre los estropicios ambientales que ocasionan: obtención de materias primas para la industria; degradación ecológica y paisajística del territorio; problemas de acumulación y reciclaje de los materiales empleados; etc.
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