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Estela Díaz, Ministra de Diversidad y Género de la Provincia de Buenos Aires

Estela Díaz, ministra de Diversidad y Género de Buenos Aires: “Milei es un retrógrado extremo”

Estela Díaz, Ministra de Mujeres y Diversidad de la provincia de Buenos Aires.

Maria d'Oultremont

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Estela Díaz es ministra de Diversidad y Género de la provincia de Buenos Aires. La única desde que Javier Milei eliminó el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad creado en 2019 por el expresidente Alberto Fernández, quién, a su vez, ha sido acusado por violencia machista contra su mujer, Fabiola Yáñez.

Militante por los derechos de las mujeres desde hace décadas, Díaz ha desempeñado un papel clave en la promoción de políticas públicas para erradicar la violencia de género, garantizar derechos sexuales y reproductivos, y fomentar la igualdad de género. Antes de asumir su cargo en 2019, fue una figura central en la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Su gestión se caracteriza por priorizar una perspectiva inclusiva y popular en el feminismo, articulando políticas de cuidado, trabajo y acceso a derechos en un contexto social y político cada vez más polarizado donde los partidarios de Milei “niegan la violencia de género”.

Con una agenda cargada de encuentros internacionales, la ministra ha pasado por Madrid para reunirse con autoridades y colectivos feministas con la intención de consolidar alianzas en la lucha por la igualdad y en defensa de los derechos de mujeres y diversidades. En su visita, también presentó su libro ¿Por qué odian? Diálogos feministas en tiempos de ultraderechas, un manifiesto que se publica prácticamente un año después de que Javier Milei asumiera la presidencia de la República Argentina.

En una entrevista para elDiario.es, la ministra asegura que, frente al negacionismo de la extrema derecha, “las mujeres y diversidades lideran una resistencia global a las narrativas extremas”. A diferencia del neoliberalismo que el Gobierno de Milei trata de incorporar para lograr un cambio, Díaz defiende más presencia del Estado.

¿De dónde surge el odio de la extrema derecha hacia las mujeres o los colectivos minoritarios?

Aunque son las extremas derechas las que tienen que dar sus explicaciones, he podido llegar a dos conclusiones. Una, porque justamente son las mujeres y las diversidades quienes más resisten a las extremas derechas. Hay una resistencia de las mujeres a estos discursos marcada a escala global. Sus cantos de sirena no nos hacen mella. En nuestro país es claro, y fue claro en el último proceso electoral: Milei fue mucho menos votado por las mujeres.

La segunda es que las mujeres venimos haciendo un proceso de radicalización de la democracia respecto a qué tipo de democracia necesitamos que se construya. Lo que planteamos es que la democracia debe ocuparse de cosas de las que antes no se ocupaba, como la salida de la mujer al espacio público, puesto que antes estaba renegada al espacio familiar. Y eso tiene que ver, obviamente, con la violencia de género, tiene que ver con la salud sexual y reproductiva y el aborto, pero también con el trabajo. Entonces, cuando se discute la redistribución de la riqueza nosotras decimos que debe reconocerse el trabajo no remunerado que hacemos las mujeres, como el trabajo de cuidado. Y eso tensiona a las derechas que tienen un modelo económico de profundización de las desigualdades. 

Uno de los motivos que dio la victoria a Milei fue la crisis económica. Hablando de tensiones, asegura que el feminismo también tiene que “poner en tensión todas sus certezas”. ¿A qué certezas se refiere?

Así es. En Argentina, en los 40 años de democracia, con sus más y sus menos, en general los derechos de las mujeres y diversidades fueron avanzando. Pero la conquista de estos derechos tiene que ir acorde con el avance en la calidad de vida, las condiciones de empleo, el acceso a salario y la mejora de la distribución de la riqueza.  

Lo que pasó en el Gobierno del Frente de Todos, del 2019 al 2023, que propició la creación del Ministerio de las Mujeres y la sanción de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, y reconocimiento a la Ley del Cupo Laboral Travesti Trans, fue que se descompasó y no se terminó de resolver un proyecto que realmente mejorara el poder adquisitivo de las mayorías. Y ese fallo es el que usa la extrema derecha para decir “ah, se ocuparon de la agenda feminista y no se ocupan del bienestar de la mayoría de la población”, pero esta dicotomía es falsa, no es real. Somos parte de lo que definimos como el feminismo popular, y este tiene que ver con un feminismo que hace parte de todas las causas. No queremos una agenda de solo diversidad y feminismo, sino de todos los temas sociales, y económicos.

¿Considera que el escándalo de Alberto Fernández, el expresidente acusado de maltrato pese a ser el promotor de regulación de leyes en defensa de las mujeres, ha perjudicado la lucha feminista o que es una muestra de que, realmente, la igualdad de género no ha calado?

Justamente es la lucha feminista la que ha demostrado que es intolerable que se ejerza violencia de género y no se le va a tolerar a nadie, ni al presidente de la nación, ni al expresidente. Además, le exigimos un plus a quienes tienen responsabilidad pública porque hay un deber ético de ser consecuente entre la vida privada y la vida pública. No se puede proponer una sociedad igualitaria e injusta cuando en tu vida privada haces otra cosa.

Hasta que el feminismo instaló que la violencia de género es una violación del derecho humano de la persona y es inaceptable, esto no hubiese sido noticia. ¿Por qué? Se convivía con invisibilidad. Seguramente debe tener muchos antecedentes que nunca los pudimos conocer, porque no estaba sancionada la violencia de género. Lo que es paradójico es que quienes niegan que exista la violencia de género quieren montarse en este hecho para decir, “ah, lo de ustedes no sirve”.

Otro tema que Argentina tiene encima de la mesa es la designación de jueces para integrar la Corte Suprema de Justicia, con el foco en garantizar una representación que respete la diversidad de género. La no incorporación de una perspectiva de género, ¿podría significar un retroceso para la lucha feminista, debilitando aún más su influencia en cuestiones judiciales y políticas?

Hay un problema muy serio con el poder judicial, sobre todo en la Justicia Federal de Comodoro Py [sede de la justicia federal con las causas más relevantes de corrupción] y también la Corte, que están muy tensionadas por el poder y por decisiones más ligadas a fallos políticos. Esto ha sido denunciado, hasta han tenido un juicio político los miembros de la Corte. Está claro que es un retroceso, mujeres en la Corte hubo gracias a la decisión de Néstor Kirchner, que además planteó que debía considerarse esta presencia.

Pero me parece que hay que mirar dos cuestiones: la presencia femenina y la perspectiva de derechos, que deben tener jueces, tanto varones como mujeres. Pueden buscar una mujer de las ultraderechas también y que represente y juzgue con intereses patriarcales y eso tampoco cambie demasiado. Ahí hay un tema de fondo, que creo que México está dando pasos importantes en la reforma del poder judicial. En Argentina es una de las deudas grandes de la democracia y que claramente una democratización del poder judicial requiere de la inclusión de la perspectiva de derechos y feminista.

La reciente condena de seis años a prisión de la expresidenta Cristina Kirchner, acusada de administración fraudulenta durante los 12 años que gobernaron ella y su difunto marido, el expresidente Néstor Kirchner, ¿es un ejemplo de la politización del sistema judicial? Tras su condena, la expresidenta aseguró que se trata de una “persecución por ser mujer”. ¿Cree que es así?

Claramente, Cristina fue una víctima del lawfare, de la persecución judicial. Empezó en el macrismo, una causa del 2016, por obras que se hicieron en Santa Cruz, donde no demostraron que se haya cometido delito, porque en realidad las obras se hicieron y no encontraron sobreprecios los peritos en el juicio. Además, Cristina era presidenta de la nación y no era la responsable directa de esas obras. Y había, además del jefe de gabinete, un montón de personas intermedias y fueron por ella, a por ella, como dicen los españoles.

Es ambas cosas. Por lo que políticamente representa Cristina, que tocó intereses económicos, mediáticos; su gobierno redistribuyó riqueza, amplió derechos laborales, sociales, de género. Y también porque es mujer. Ahí hay un ensañamiento extra de los poderes por ser mujer. Hay una violencia que cruza esos dos factores.

Antes mencionaba que usted es parte de lo que se denominan feministas populares. ¿Qué les diría a las mujeres que se consideran feministas libertarias pro-Milei?

No son feministas, son antifeministas y anti-derechos de todos los derechos. No se puede ser feminista y estar diciendo que no hay desigualdad de género y que la violencia de género no existe. Los libertarios dicen que no existe porque ellos extreman el principio de que somos iguales ante la ley y que la posición feminista va en contra de este principio universal.

Nosotros decimos que eso es una declamación, y, ante el aumento de desigualdades, el Estado tiene que ser un promotor de la igualdad. Tiene que favorecer, ayudar a quienes salimos desde puntos de partida muy distintos. Y que la desigualdad de género es una, pero también hay desigualdad económica, desigualdad étnica, desigualdad por situaciones de discriminación o situaciones de diversidad sexual, de ser pueblo originario, tener una discapacidad.

Por último, también hay feminismos autonomistas que piensan que no es con el Estado, y hay un feminismo liberal con el que nosotras hemos tenido siempre muchas alianzas para conseguir las legislaciones, pese a nuestras diferencias. Este se conforma en conseguir la ley y que después se resuelva a partir del mérito, de la meritocrática. Nosotras creemos que, en una sociedad tan desigual, no se parte del mismo punto de partida. De modo que el Estado tiene un papel en ofrecer oportunidades reales mejores a quienes de origen no lo tienen; las derechas no.

Las políticas de ajuste de Milei ya han afectado a unos 75.000 funcionarios que han sido despedidos. Según un informe de la Universidad de Córdoba, una mujer tiene el 65% de probabilidades más de llegar a la pobreza. ¿Cómo debe el feminismo hacer frente a esta situación?

En Argentina hace más de una década que las mujeres tenemos mayor terminalidad educativa. Sin embargo, las brechas salariales cuesta mucho reducirlas. La feminización y la infantilización de la pobreza han crecido de manera sostenida. Las mujeres somos las más afectadas, además, por la informalidad laboral. Está creciendo un proceso de desindustrialización y, por lo tanto, se destruye empleo formal y avanza el empleo informal, y ahí estamos más sobrerrepresentadas las mujeres. Hay razones estructurales de cómo funciona el mercado de trabajo que sigue siendo promotor de desigualdades y de aprovecharse de toda la tarea no remunerada y que es la doble jornada de las mujeres. Además, Milei planteó una política de ajuste muy brutal, y lo está haciendo con enorme velocidad. Según dice, “el Estado es una organización criminal”. Una se pregunta, ¿qué haces gobernando? ¿Para qué te presentaste? Milei es una persona que no tiene historia política tampoco, llega a la política con la pandemia. Y él se aparece en medio a esa desgracia que le tocó a la humanidad.

¿Cuál es la prioridad del activismo feminista ahora? Claramente en comparación con décadas anteriores, los derechos de las mujeres han ido evolucionando, pero parece que ahora están en un punto muerto...

La evolución parecería positiva, y no siempre lo ha sido. Claramente, el activismo tradicional o el que vinimos haciendo hasta ahora está puesto en cuestión y creo que hay un fenómeno de quiebre muy fuerte a partir de la pandemia.

El haber estado casi dos años en procesos intermitentes de reclusión en los hogares ha sido muy fuerte. Desde entonces, ha habido un salto en las redes sociales con un crecimiento muy fuerte después de este tiempo y los modos tradicionales de la política no terminan interpelando a los jóvenes.

Creo que eso para nosotras es un desafío, para todas las fuerzas políticas en relación con cómo dialogamos con esta juventud, cómo dialogamos con estos jóvenes varones a los que ese discurso tan violento de la extrema derecha y de Milei en particular los ha atraído. Milei aparecía como un antisistema, como alguien que decía “rompamos todo” y que se suma al joven de enojo. Pero eso, desde mi punto de vista, es una estafa electoral: Milei es una persona que favorece al poder más concentrado a su proyecto y su modelo, y a la mayoría de esos jóvenes los va a dejar afuera del sistema, sufriendo aún más frustración como consecuencia de su proyecto económico y social.

¿Y cómo pretenden, desde el feminismo popular, acercarse a estos jóvenes enfadados?

Nos preocupan mucho estas ideas de las extremas derechas para resolver los problemas. Nosotras apostamos que es con más diálogo y no con violencia. La solución vendrá con más encuentro. Ahora mismo Argentina está viviendo situaciones muy duras y tiene que ver con eso. Tenemos el desafío de convocarlos a una esperanza de un futuro y que no va a ser por ahí, al contrario. El cambio tiene que ser con un proyecto popular militante y de compromiso de solidaridad, esos valores son los que nos van a ayudar a reconstruir una sociedad.

El feminismo también es una oportunidad para esos jóvenes varones, a quienes los mandatos machistas de la masculinidad imposibles de cumplir, les generan frustraciones. Esos mandatos patriarcales de “ser el proveedor”, de “ser el potente”, “el que todo lo resuelve” y el que es llamado a ejercerlo con formas de violencia, eso es muy frustrante para ellos, y les corta de enormes posibilidades de afectividad.

Ahora mismo, ¿existe en Argentina el miedo a la derogación del aborto? ¿Hay alguna posibilidad de blindar este derecho?

Tenemos un número legislativo muy difícil. Libertad Avanza tiene muy pocos legisladores, pero hace alianza con el PRO [Propuesta Republicana] con el gobierno de lo que fue antes [Mauricio] Macri y que fue el anterior gobierno de derecha. Eso hace que los números legislativos estén complicados como para conseguir leyes que blinden los derechos conquistados.

Pero ellos tampoco tienen los números, tienen mucha dificultad para sacar las leyes de ajuste. Aunque ahora mismo estén muy concentrados en recortar derechos laborales y sindicales en todas las políticas de ajuste y regulatorias de la economía, tienen dificultades para conseguir los números. Sí que han conseguido algunas, como la ley bases o el DNU, que todavía no pudimos derogar y que es tremendo como desregula cantidad de sectores de la economía y, además, avanza en reformas laborales recortando derechos laborales. Pero en cuanto a leyes como la interrupción voluntaria del embarazo, no veo que se den las condiciones para retroceder. Sin embargo, lo que sí que están haciendo es desfinanciar las políticas públicas de acceso a la salud sexual y reproductiva.

¿Por ejemplo?

No compran preservativos con los que se trabaja para la prevención de las enfermedades de transmisión sexual, del VIH SIDA y todo lo que tiene que ver con la prevención del embarazo adolescente, una política que tuvo mucho éxito en la Argentina [en 2017 el Plan para la Prevención del Embarazo no Intencional en la Adolescencia (ENIA) que consiguió reducir casi un 50% el embarazo no intencional en la adolescencia en el país ha sido desfinanciado en un 70%].  

También se ha desfinanciado [en un 80%] el programa Acompañar y otros como la Línea 144. Sin embargo, la provincia de Buenos Aires cuenta con su propia línea 144, y la estamos fortaleciendo, porque una parte de las llamadas de nuestro cono urbano llegaban a la línea nacional, por el modo en como las antenas de celulares hacía llegar la señal. Por eso, estamos haciendo una remodelación y haciendo un acuerdo con las empresas telefónicas para que todas las llamadas desde territorio bonaerense sean atendidas por la línea 144 nuestra.

La situación ahora mismo en Argentina es muy complicada. Ellos están eliminando, desfinanciando, echaron a las profesionales especializadas. Pero además nos preocupa otra cosa. Ellos dicen que la violencia de género no existe. Y que atiendan a esta violencia como cualquier otro tipo de delito. Por lo tanto, tenemos realmente un problema. Porque si hay algo que sí hemos conseguido con las leyes vigentes, que el gobierno actual no respeta, y que no garantiza, es que se reconozca que la violencia de género tiene especificidades. Y que requiere una tensión acorde. Hay riesgo de vida, en esos procesos. Así que es grave la situación. Y no sabemos cuando alguien llame al 144 qué le van a estar diciendo. No tenemos duda por las trabajadoras porque fueron formadas para la atención, pero ellos están cambiando las indicaciones. 

Usted lidera el único Ministerio de Género y Diversidad de todas las provincias del país. Recientemente, presentó ‘Feminismos en Red’, una nueva propuesta proyecto federal. ¿En qué consiste y cómo hace el contrapeso con el gobierno central?

La gestión de la nación afecta a todo el país, porque son ellos quien manejan la macro[economía, macropolítica]. Además, [Milei] está incumpliendo nuestra constitución, el marco legal normativo de Argentina. Nosotros tenemos la Convención de Belém do Pará, una convención iberoamericana [que establece el derecho de las mujeres a vivir una vida libre de violencia], además de una ley nacional de alcance federal que han desfinanciado y que desconocen por su ideologizada mente.

Entonces, la propuesta de Feminismos en Red se organiza sin el gobierno nacional, que, desentendiéndose de sus responsabilidades, genera espacios de diálogo federales y regionales. Nace como una cooperación interprovincial con el objetivo de establecer acuerdos, también latinoamericanos e Iberoamericanos; crear espacios de diálogo público con representantes de Latinoamérica y esperemos, también, España.

[Milei] tiene una posición tan dogmática y tan ideologizada que desconoce las leyes de la Argentina. Y a escala del mundo, nos aísla. Porque Argentina sola se queda sin firmar acuerdos que son consensos a los que el mundo alcanzó.

Hace mención al aislamiento de Argentina versus el mundo. ¿Se refiere a la cumbre del G20 celebrada a principios de noviembre?

Milei está explícitamente en contra [de los derechos de las mujeres]. Fue el único país que no firmó el acuerdo de reducción de las brechas de desigualdad para las mujeres en el pasado encuentro del G20. También lo ha hecho en Naciones Unidas, en la OEA [Organización de Estados Americanos], rechaza las propuestas del desarrollo 2030; tampoco firmó el acuerdo de pueblos indígenas… ¡El único país del mundo! Es un retrógrado extremo. Ultraderecha extrema en su posicionamiento y, en estos temas concretos, absolutamente retrógrado.

Él en ese sentido lo que hace, no solo el combate en las decisiones de políticas de ajuste económico que lleva, sino que también tiene un ejercicio de mucha violencia política, discursiva. Él desarrolla mucho ataque en lo simbólico a todos los derechos conquistados y eso es muy grave, porque es un mensaje que habilita socialmente la violencia.

Para terminar, ¿cómo cree que va a afectar la victoria de Donald Trump –amigo incuestionable de Milei– a la lucha feminista?

Creo que va a afectar a las mujeres norteamericanas el triunfo de Trump. Ya se ha demostrado como se ha retrocedido en accesos legales al aborto. Trump logra el cambio en la Corte Suprema y se retrocedió 50 años. Los tenían y retrocedieron.

El crecimiento de las extremas derechas en todo el mundo tiene que llamar la atención a todas, hay que profundizar la hermandad, con los gobiernos populares y de los movimientos sindicales sociales, para la defensa de las democracias, de la paz y de los gobiernos que todavía se sostienen con un sentido popular, y para pensar cómo se recompone un fuerte frente que defienda la paz y la democracia en el mundo.

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