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Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es Cabo Norte (Menguantes, 2020). Además, ha publicado Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012)Es socio de Soulandia, una empresa que aplica la narrativa a estrategias de comunicación, y del coworking malasañero Espíritu23. Habita en la linde occidental del barrio.

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Todo por la ciudad, pero contra la ciudad

Imagen de una protesta previa a los JJOO en el barrio de Seine-Saint Denis , donde se ha construido la villa olímpica. "Atraco 2024", en español

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Las derrotas de Rafa Nadal, las victorias de Simone Biles, la foto del surfista brasileño que camina sobre las aguas, el vaso de la piscina de natación que no permite batir récords, las sucias aguas del Sena que maltratan a los triatletas y, esta vez sí, la ceremonia de inauguración que no deja indiferente a nadie y aún sigue coleando. Los Juegos Olímpicos están logrando uno de sus grandes objetivos: poner París en las teles, titulares, redes, memes y boca de todos en todas partes. Aunque la propia condición del evento como aglutinador de la actividad deportiva de élite facilita este logro, reconozcámoselo a quienes, en Francia y en cualquier sitio, siguen de forma literal los mandamientos de la estrategia de marca ciudad.

Según esa estrategia, que menciono en singular porque no se suelen aplicar muchas variantes, la enorme inversión que se realiza en grandes hitos —deportivos, culturales, empresariales…— acaba siendo muy rentable para las ciudades. Y aquí hay que pararse en la definición de dos conceptos: rentabilidad (que me la dejo para luego) y ciudad.

Para unos —urbanistas, arquitectos, ingenieros y otros técnicos de la vieja escuela—, la ciudad son edificios, calles, planos, alzados y modelos; otros, en cambio, insistimos en que la ciudad es más bien la comunidad pasada, presente y futura que convive con y en ese espacio. Hasta ahora, no había más significados pero, de un tiempo a esta parte, se está desarrollando uno que es el que tienen fijado buena parte de los gobernantes y agentes económicos: la ciudad es algo que no es una empresa pero que se comporta de forma agresivamente competitiva como si lo fuera y gasta toneladas de dinero en organizar un montón de asuntos que supuestamente la hacen tremendamente sexy para inversores y turistas; es decir, para accionistas en busca de dinero y clientes en busca de experiencias. La comunidad, la ciudadanía, las personas que habitan la urbe no importan tanto en esta acepción dominante.

Volvemos a los Juegos. Las Olimpiadas de París no parecen estar siendo un evento grato para muchos de sus habitantes. Bastantes de los que viven en el lado bueno de la desigualdad se quejan amargamente de mil y una incomodidades, de la imposibilidad de moverse, de los controles constantes, de las obras previas… No son pocos los que se han ido. Para las personas sin hogar, las vulnerables y aquéllas que se salen de los márgenes impuestos, la cosa es mucho peor. Como no deben estropear la postal, están siendo barridas de las calles y escondidas en centros, residencias, comisarías o apartadas a otras localidades. 

Tampoco parece ser un acontecimiento que estimule la autoestima de quienes residen en los suburbios. El comité organizador decidió instalar la Villa Olímpica y ubicar algunas pruebas en el depauperado departamento de Seine-Saint Denis como parte de un proyecto de regeneración urbana destinado a mejorar la vida de sus habitantes y su conexión, física y emocional, con la capital. Habrá que ver si en el futuro funciona el plan pero, de momento, la presencia de más de 45.000 policías y la histeria por la seguridad vienen a decir a los dyonisiennes y otros vecinos de bainlieues que siguen siendo considerados terroristas o, en el mejor de los casos, delincuentes. 

Mientras, en Barcelona, el alcalde Collboni vende la idoneidad de la Copa América que empieza allí el 22 de agosto al tiempo que trata de no tropezarse con sus propias incongruencias. Por ejemplo, en esta entrevista es cuestionado por la posible contradicción existente entre sus anunciadas pero aún no implementadas medidas contra la turistificación y la defensa de un eventazo como éste. Y él, sin atragantarse, contesta: “No, porque el objetivo de los grandes eventos no es atraer más visitantes, sino que la ciudad tenga atractivo. Por ejemplo, en la Copa América todo es accesible, gratuito y está pensado para que la gente de la ciudad pueda ir, lo pueda ver desde las playas, los diques y espacios del puerto”. En fin.

En Madrid, por supuesto, también sufrimos las consecuencias de estas extrañas estrategias de atracción. Ahora mismo, el conflicto por y en torno al estadio Santiago Bernabéu es un excelente observatorio de cómo la obsesión por la eventificación puede acabar con la convivencia de un barrio. La obra y la conversión de un campo de fútbol en una fábrica de saraos multitudinarios ha sido auspiciada y está siendo defendida por el Ayuntamiento como parte de su plan para convertir Madrid en un imán para accionistas y clientes. La estrategia está siendo un éxito en lo general y en lo particular. 

Madrid cada vez recibe más gente de todas partes e interesa a más inversores. La completísima agenda de eventos y los llenazos del Bernabéu también son señal del triunfo del modelo. Que, salvo los negocios de hostelería, las agencias inmobiliarias y los gestores de viviendas de uso turístico, no haya un vecino contento a un par de kilómetros a la redonda y que un montón de personas que hace unos meses seguramente estaban muy de acuerdo en hacer de la ciudad una empresa ahora se hayan convertido en activistas, señala por qué también todo esto es una derrota.

¿Cómo puede ser un éxito y un fracaso al mismo tiempo? Por la propia condición de las estrategias de marca ciudad; porque, generalmente, cuanta más marca hacen, más desarticulan la ciudad.

Y con esto llegamos a la definición que se había quedado apartada. ¿Qué es rentabilidad? En teoría, son los beneficios que se obtienen a partir de una inversión. ¿A quién llegan esos beneficios? Cuando las inversiones son públicas, deberían llegar a los ciudadanos. ¿Esto está siendo así? ¿Viven mejor los vecinos de Chamartín o de la Barceloneta gracias a la conversión del Bernabéu y a la Copa América? ¿Vivimos mejor los habitantes de las ciudades grandes, medianas e incluso pequeñas que se han metido en esta competición por la atracción?

La respuesta, la mía, está en el titular de este texto. Así funciona el despotismo neoliberal.

Sobre este blog

Stories Matritenses es un blog del grupo de periódicos hiperlocales Somos Madrid escrito por Pedro Bravo.

Pedro Bravo escribe ensayo y ficción. Su último libro es Cabo Norte (Menguantes, 2020). Además, ha publicado Exceso de equipaje (Debate, 2018), Biciosos (Debate, 2014) y La opción B (Temas de Hoy, 2012)Es socio de Soulandia, una empresa que aplica la narrativa a estrategias de comunicación, y del coworking malasañero Espíritu23. Habita en la linde occidental del barrio.

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