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Ocho meses lejos de casa por los ruidos de un bar: “El Ayuntamiento de Madrid y la Justicia nos han dado la espalda”

Edificio en el que se encuentra la vivienda de los afectados, con el local al que acusan de emitir ruidos insostenibles en la planta baja.

Guillermo Hormigo

6 de agosto de 2023 22:21 h

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Manuel Cavero vivía con su mujer Carmen en el número 2 de la calle Albacete, en el barrio de San Pascual (distrito de Ciudad Lineal), muy cerca del tanatorio de la M-30. Su apacible día a día comenzó a torcerse en noviembre de 2021, cuando el ruido provocado por el extractor del bar situado bajo su inmueble les sumió en un “calvario” que les llevó a abandonar la que fuera su casa el pasado diciembre. Si en marzo ya lamentaba en declaraciones a Somos Madrid la “manifiesta falta de cooperación” del Ayuntamiento que lidera José Luis Martínez-Almeida, ahora la indignación se ha convertido en impotencia. Porque ocho meses después de dejar su vivienda y sus vidas, la deriva política y judicial del asunto les deja en la casilla de salida.

Según Manuel, desde el Ejecutivo municipal han tratado de “mantener la actividad del establecimiento a costa de todo por razones económicas”, para lo cual habrían efectuado incluso “mediciones falsas”. Responsabiliza directamente al Gobierno de Cibeles de una situación ante la cual decidieron trasladarse a un apartamento de playa en la localidad granadina de La Herradura: “No podemos volver porque el Ayuntamiento ejecutó una medición falsa, cuyo resultado es legal, pero ha sido obtenido comprobando solo una de las tres posibles fuentes de ruido mientras las otras dos permanecían apagadas. Es como si, para aprobar el examen, el profesor te pidiera completar solo una de las tres pruebas necesarias”.

“Ellos lo admiten sin ruborizarse. Lo que no quieren es medir el ruido real, pues seguramente es mayor que el límite legal de la ordenanza municipal. Yo les acuso de falsedad. De hacer trampas en un proceso que ha resultado ilícito”, llega a decir. Considera que esta actitud y el posicionamiento “claro” en favor del local se deben a que “las cañas y los bares son el tótem del PP”.

Desde el consistorio madrileño, en declaraciones a este medio, defendieron que las actuaciones se llevaron a cabo según los procedimientos pertinentes: “Las reclamaciones de ese vecino dieron lugar a una inspección por parte del área de Medio Ambiente, que demostró que la zona de emisión de humos y vapores quedaba recogida por la campana, cumpliendo con la altura requerida en la ordenanza de calidad de aire y sostenibilidad”.

Las mismas fuentes municipales reconocieron que durante la medición de los niveles sonoros del extractor se observaron umbrales por encima de los permitidos en la ordenanza de contaminación acústica. Ante ello, se remitió una propuesta de sanción y se le requirió al negocio implementar las correcciones oportunas. Desde entonces, el local habría superado todas las inspecciones.

No podemos volver porque el Ayuntamiento ejecutó una medición falsa, cuyo resultado es legal, pero ha sido obtenido comprobando solo una de las tres posibles fuentes de ruido mientras las otras dos permanecían apagadas

La rabia de Manuel, que recuerda como su esposa lleva ocho meses de baja y él (autónomo) cada vez tiene más problemas para rendir en el trabajo, se vuelca también hacia los tribunales: “Igual que el Ayuntamiento de Madrid, la Justicia nos ha dado la espalda. El juez dictó un auto de sobreseimiento provisional el pasado 26 de julio a nuestra denuncia contra el propietario del local por un delito contra el medio ambiente y dos delitos de lesiones. Después de esperarle durante siete meses [el proceso coincidió con las diferentes huelgas en el sector], solo ha tardado unas horas en escribir el documento con la sentencia”.

Errores en el auto judicial y recursos en el horizonte

Manuel enumera una serie de errores en dicha sentencia, que este medio ha podido comprobar de primera mano. Algunos pueden parecer anecdóticos, como cambiar el segundo apellido de su esposa o indicar que actualmente residen en el municipio malagueño de Torremolinos. Otros tienen una explicación más difícil de encontrar. El magistrado fecha en el 17 de febrero de 2023 un examen al que fueron sometidos por un médico forense. “Ni conocemos al médico forense ni jamás nos llegó a examinar”, sostiene por contra Manuel.

De acuerdo al auto, emitido por el Juzgado de Instrucción Número 1 de Madrid, “no se desprende que los investigados, propietarios o inquilinos del local situado en la calle Albacete 2 bajo de esta capital se hayan opuesto o dificultado las labores administrativas de inspección y  medición de los niveles de ruidos, humos y olores”. La mencionada referencia al perito aparece para descartar los delitos de lesiones, cuando el juez argumenta que no hay “elementos que acrediten la relación de causalidad entre el comportamiento omisivo, en que pudieron incurrir los investigados, y las lesiones de difícil objetivación que figuran en los informes del médico forense”.

En cuanto al delito contra el medio ambiente, el magistrado expone que “los denunciantes se quejan de los humos, ruidos y  vibraciones existentes en su vivienda, sin embargo, no se aprecia que esos extremos afecten de manera importante a los recursos naturales o el medio ambiente; únicamente perjudicaban a tres de los moradores del edificio”.

Ahora Manuel y Carmen van a apelar al Tribunal Superior de Justicia de Madrid, aunque el procedimiento puede alargarse al menos año y medio. Posteriormente, están dispuestos a recurrir al Supremo e incluso a la Justicia Europea. Asimismo, han trasladado su caso al Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo: “Todavía no se ha pronunciado, esperamos un dictamen en septiembre u octubre”.

“Nos hemos quedado sin vida y tenemos muy difícil volver a Madrid”, reconoce, “sobre todo con un alcalde dispuesto a mantener el ocio a costa de todo y de todos”. Se pregunta si “la actividad económica está por encima de los ciudadanos”. Aunque todavía no se de dan por vencidos y no han puesto su piso en venta ni en alquiler, buscan un nuevo refugio, ya que en el apartamento de la costa granadina donde actualmente residen “la vida se hace muy difícil en invierno”. A sus 59 años, este matrimonio solo persigue un hogar en el que construir una rutina tranquila, la libertad de vivir en paz.

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