Una placa para recordar a Miguel Gila en su casa de Zurbano
“La casa de ladrillo rojo” de la calle Zurbano luce desde este lunes una placa en homenaje al genial Miguel Gila (1919-2001). Así llamaba el humorista a la vivienda en la que se crió y que definía como “una isla pobre situada en un archipiélago donde había otras islas con palacetes de nobles”, explicaba en sus memorias.
Gila vivió allí con sus abuelos en una buhardilla del edificio, con una sola ventana y durmiendo en invierno a bajo cero y con un calor abrasador en verano. Huérfano de padre y con una madre que tenía que trabajar -a veces con él a cuestas- limpiando casas para sacar a la familia adelante, se hizo adulto en este piso de un distrito de Chamberí muy diferente al de la actualidad, con enormes solares, calles mal pavimentadas, huertas y lavaderos.
Hoy, el edificio que le vio crecer (antiguo número 68 y actual número 84), sigue manteniendo su característico ladrillo rojo y unas imponentes puertas. Ante ellas acudieron este lunes los políticos para rendir homenaje en el lugar que habitó Gila hasta que marchó para luchar en la Guerra Civil. La colocación de su placa fue aprobada en su día en la Junta de Chamberí con los votos de todos los partidos políticos.
“Queremos agradecer con esta placa su humor directo, que encandiló a generaciones de espectadores y que hoy en día sigue despertando en todos nosotros una grata sonrisa”, dijo el concejal de Chamberí, Javiér Ramírez (PP) durante el acto en el que se descubrió el homenaje y en el que recordó que el Ayuntamiento de Madrid le otorgó en vida las medallas al mérito en el trabajo y al mérito artístico.
Allí estaba también Marta Higueras, concejala de Más Madrid, que destacó que “hizo reír a toda la familia” y también el carácter “pacifista” del homenajeado: “¿Quién no recuerda esos monólogos con un teléfono intentando parar la guerra porque iban a jugar un partido de fútbol o porque iban a almorzar?”, se preguntaba. Luego hizo una broma al estilo Gila que merece la pena ver en vídeo:
Escritor, actor y caricaturista además de contador de chistes, Miguel Gila tendrá su placa junto a un portal señorial con dos inscripciones también antiguas: la de Asegurada de incendios y la de Agua en todos los pisos, que datan de la época en la que él era pequeño. El cartel no mentía y el agua llegaba hasta la buhardilla, como bien recordaba Gila en su autobiografía. Aunque en su caso solo había una pila con un grifo: «Servía para que mi abuela lavara la ropa, para lavarnos la cara, para fregar los cacharros con estropajo y asperón, para que mis tíos se afeitaran frente a un espejo que colgaban en la pared, y para beber agua cuando teníamos sed».
Gila vivió en Zurbano hasta que marchó para luchar en la Guerra Civil. Un milagro le hizo salir vivo del pelotón de fusilamiento y salvar a un humorista al que siempre se le recordará teléfono en mano que desde hoy tendrá su nombre inscrito para siempre en el lugar en el que pasó su infancia.
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